domingo, 26 de junio de 2022

Viene la OTAN y, sorpresa, no a invadirnos

 

Viene la OTAN y, sorpresa,

no a invadirnos

ANÍBAL MALVAR

Yo no sé por qué tenemos que inventarnos la tontería esa del metaverso, si ya vivimos en una realidad paralela y para lelos. Nos la ofrecen cotidianamente nuestros grandes medios de comunicación. Ahora que viene la OTAN, y parece que no a invadirnos, nuestras radios y periódicos se jactan del dinero que van a dejar en Madrid los dueños del botón rojo. También de la proyección que tendrá España durante unos días en el panorama catódico internacional. Cómo mola. Poco se habla de la infame historia de la OTAN desde su creación en 1949. Sugiero a los panfleteros que me recuerden una intervención otánica que haya terminado bien. Y, más, acercándonos a este incierto presente. Desde la antigua Yugoslavia hasta esta guerra ruso-ucraniana, el papel de los soldaditos internacionales no ha conseguido otra cosa que desestabilizar, matar, promover hambrunas y llevárselo crudo vendiendo armas estadounidenses. Pero la simplificación de la información nos ha traído este maniqueísmo, donde, como en nuestra infancia, los indios son los malos y los americanos los buenos.

 

Poca gente recuerda que esta guerra ucraniana nació de la intención de la OTAN de instalarse en Ucrania y colocar misiles en la frontera rusa. Por lo mismo, en 1962, Kennedy estuvo a punto de desatar la primera guerra nuclear porque los soviéticos habían instalado sus penes atómicos en Cuba. Kennedy llegó a activar el DEFCON-2, alerta previa al derecho a apretar el botón del fin del mundo. Lo consideramos un héroe por aquello, y se hicieron muy patrióticas películas y libros sobre su valentía. Hoy, el sátrapa Putin está haciendo exactamente lo mismo. Y, como Kennedy, está ganando esta batalla. Llevando a la ruina a Europa, que es en el fondo lo que la OTAN buscaba con su órdago nuclear en Ucrania. A la OTAN (USA) no le interesa una Europa fuerte. Al final, gana Putin y gana la OTAN, que ha conseguido una escalada de inversión militar europea que le va a venir muy bien a sus codiciosas arcas. Ganan todos, o sea, menos Europa. Esa vieja dama que se arruga y empequeñece sin darse cuenta de que ya no es una niña, como la Penélope de Serrat en la estación esperando por siempre al caminante que paró su reloj. Y que se llama Estados Unidos. La cuna y la tumba de la democracia.

 

Ahora que se ha muerto José Luis Balbín, y mi infancia y mi amor al buen cine meditadivertido con él, me asquea este maniqueísmo voraz y feraz que se va tragando todo el pensamiento, tanto a derecha como a izquierda, hasta bestializarnos en mamporreros goyescos de mejores o peores intenciones.

 

Escucho con asombro a Rita Maestre reducir la visita a Madrid de la OTAN al "orgullo" que siente porque la OTAN venga a Madrid. Pocas alforjas intelectivas ha llenado la concejala de Más País para tan palindrómica argumentación.

 

En el PSOE, rabian porque sus socios gubernamentales no hincan la rodilla ante el imperio. Cosa que me parecería razonable si descalificaran, de una vez, aquellas consignas y razones por las que sus papás, Felipe González y Alfonso Guerra, gritaban cuando entonces lo de "OTAN no, bases fuera".

 

Supongo que de esta cumbre de la OTAN saldrá al menos uno de esos hermosos lemas que nos justifiquen el asesinato de civiles en Rusia o en cualquier parte del mundo. Como aquella Libertad Duradera que nos edulcoró las masacres en Afganistán entre 2001 y 2020, cuando los duraderos libertarios abandonaron el país dejando en el poder a los mismos talibanes a los que decían combatir y a las niñas afganas sin poder escolarizarse. Lo de duradero les salió bien. Lo de la libertad, menos.

 

Ahora que hay esta cumbre de la OTAN, me entero por casualidad (no leyendo nuestros viejos periódicos ni nuestras envejecidas teles) de que Julian Assange está en una celda anti suicidios, desnudo, esperando su deportación a EEUU para juzgarle por denunciar crímenes de guerra. Es el Jesucristo laico del espíritu anti-OTAN. Ese que a mí, lovely Rita, sí me despierta cierto orgullo. Orgullo por él. Por nosotros, vergüenza.

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