LAS DIEZ PELÍCULAS MÁS VISTAS QUE TE RECOMIENDAN
NO SON LAS MÁS
VISTAS
JUAN CARLOS MONEDERO
Estados Unidos está dibujando con su mano derecha el boceto de una teocracia del siglo XXI. No ha caído como un meteorito ni es fruto de coincidencias como en un naufragio. Viene larvándose desde la caza de brujas de MacCarthy y con Reagan lograron incluso que James Bond se casara. Desde la literatura se lanzaron alertas tempranas, igual que desde el cine. También la ciencia política crítica hizo sus deberes, no tanto el común de la academia. Pero la racionalidad del neoliberalismo está construida con los mimbres de la guerra fría. Las constelaciones que dibuja están cerradas y blindadas. Una racionalidad que no escucha nada que le importuna. Mira mi lista: tienes que ver lo que yo te diga. Es lo que te conviene.
Esa teocracia va a
ser aún más terrible que las de siglos anteriores e incluso que la de los
talibanes, porque es una teocracia cibervigilante. ¿No conviven acaso los
Estados Unidos en plena armonía con las teocracias sauditas? Las oligarquías
norteamericanas –entre ellas PayPal, Facebook, Amazon, Apple o Google, las
mismas que cercaron a Julian Assange por contarle al mundo las atrocidades que
comete la teocracia norteamericana tomando en vano el nombre de los derechos
humanos- van a vigilarnos en sitios insospechados. De momento, las mujeres norteamericanas
ya están borrando datos de las redes sociales, especialmente las apps que
hacían seguimiento de las menstruaciones: pueden ser usadas como prueba delante
de un tribunal ahora que el aborto ha sido cercenado por los jueces del Santo
Tribunal Supremo de la Inquisición. Los jueces de la horca contra la
democracia. Cuidado mujeres con lo que contáis en instagram, Facebook, twitter
o tik-tok.
La Iglesia de Santa
Lucía, en las afueras de Tegucigalpa, tiene una arquitectura colonial típica.
Sus dos modestas torres y su fachada blanca contrastan con la espesura de los
verdes de las colinas que rodean a la capital de Honduras. En las elecciones
presidenciales de noviembre de 2021, el Partido Refundación y Libertad (Libre)
ganó las elecciones, derrotando a los golpistas que creían que podían conseguir
por los votos lo que solo habían conseguido por las balas.
Doce años después
del golpe que tumbó a Mel Zelaya en 2009, tras una dictadura ocultada durante
más de una década, Xiomara Castro, compañera del depuesto Zelaya, sería
nombrada Presidenta del país centroamericano. Estados Unidos, que auspició el
golpe, perdía a un aliado -era Presidente Obama y Hillary Clinton su
ejecutora-.
Honduras no ha
estado en el radar, pero es parte relevante de la marea rosa que está
regresando a América Latina. El último Presidente de la dictadura, Juan Orlando
Hernández, aliado de Washington, fue extraditado en abril de 2022 a los EEUU
donde deberá dar cuenta de acusaciones de narcotráfico, penadas con cadena
perpetua. En Honduras saben que, además de asesinato, de narcotráfico también
es culpable. Que el "chapo" Guzmán, igualmente preso en una cárcel
gringa, lo haya declarado su aliado le augura un negro futuro. Dejó una tasa de
pobreza en Honduras del 70%.
En las afueras de Tegucigalpa,
sobre una colina, Santa Lucía, una antigua ciudad minera, se ha convertido en
un refugio de los ricos a los que la capital hondureña les agobia con su
tráfico endemoniado y su abandono de siglos. También suben muchos capitalinos a
casarse en el hermoso cabildo y disfrutar del día de boda mirando a Tegucigalpa
casi desde las nubes. Recordaba López Obrador las palabras del colombiano José
María Vargas Vila, válidas para todas las élites del continente americano:
antes de asesinar, bañan el puñal en agua bendita.
En esa iglesia
colonia hay un cuadro emblemático con una historia peculiar. Se trata del
cristo de las ánimas. Un cuadro barroco donde un cristo crucificado, flanqueado
por la Virgen y San José, se eleva desde su cruz sobre las cabezas de unos
suplicantes que reclaman ser salvados del infierno y también autorizados a
vivir la vida eterna al lado del Señor.
Me cuenta el
Ministro de Desarrollo Social del Gobierno de Xiomara Castro, el historiador
Jose Carlos Cardona –el gobierno tiene muchos historiadores y muchos jóvenes-,
que estudios recientes demuestran que los rostros de los penitentes tenían
muchas diferentes capas de pintura. Ese mismo cuadro se repite en varios sitios
con historia colonial. Al parecer, era un mecanismo disciplinador que buscaba
garantizar financiación al acabarse los fondos de las indulgencias por culpa de
la Reforma protestante. Los paisanos que no pagaban a la iglesia, veían el
domingo al ir a misa su rostro en el cuadro y, aterrorizados, iban a reclamar
al sacerdote:
-¡Padre ¡Cómo puede
haber aparecido ahí mi humilde cara!.
-No sé hijo. Los
caminos del Señor son inescrutables. Quizá hayas hecho algo que no le ha
gustado a Dios. ¿Pagaste ya el diezmo?".
Y pagaban. Vaya si
pagaban. Y entonces, otro ocupaba su lugar. Un poco de disolvente y el artista,
después del algoritmo contable, volvía a dirigir el dron de la época, pincel y
óleo, contra el siguiente objetivo.
Las clases nobles,
leídas e instruidas, con familiares obispos, entrelazadas con los entresijos
del poder, perdieran la fe –en Dios y sin duda en su administración-, pero
ponían todo el esmero, la universidad, las homilías, el potro y la hoguera para
que el pueblo no perdiera ni la fe ni el miedo.
El catolicismo, y
en general las religiones, han solido leerse de manera diferente por los pobres
y por los ricos. Es comprensible que, al menos desde el Renacimiento, las
clases nobles, leídas e instruidas, con familiares obispos, entrelazadas con
los entresijos del poder, perdieran la fe –en Dios y sin duda en su
administración-, pero ponían todo el esmero, la universidad, las homilías, el
potro y la hoguera para que el pueblo no perdiera ni la fe ni el miedo. Lo
resumió impecable Voltaire recordando que aunque le resultaba evidente que Dios
no existía, su criado no debía saberlo nunca para que no le cortara el cuello
por la noche mientras dormía. Al final, no le hablas igual a Dios con el
estómago lleno que con las tripas rugiendo. Paradojas de la fe.
La democracia
liberal recuperó esa noble mentira del catolicismo y a lo largo de la historia
ha exigido la fe, el temor y la obediencia que ellos no tienen. ¿Cómo si no
iban a mandar a los pueblos a las carnicerías de las guerras napoleónicas, a la
primera y segunda guerras mundiales, a morir y a matar en Ucrania, a los
centeneras de guerras que han construido la historia? Diciéndonos qué series y
películas son las que tenemos que ver siguen la estela de su escuela.
Los grandes
mentirosos del siglo XXI son los medios de comunicación. Por ejemplo, es
mentira que las diez series o películas más vistas sean las preferidas del
público. Son profecías quizá autocumplidas.
Los grandes
mentirosos del siglo XXI son los medios de comunicación. Por ejemplo, es
mentira que las diez series o películas más vistas sean las preferidas del
público. Son profecías quizá autocumplidas: serán las más vistas porque unos
publicistas han dicho antes que son las elegidas por el gran público. Si no las
vemos, nuestro rostro ardiendo en la eternidad aparecerá en la pintura.
Es por eso que a un
mercenario español que pelea con los ucranianos lo presentan como un joven
idealista. Es la gran mentira de las armas de destrucción masiva representada
en la sede de las Naciones Unidas para lograr que el mundo apoyara la invasión
de Irak y poder robarles el petróleo. Son las conspiraciones contra los nuevos
partidos progresistas, horadados cada día desde las mentiras de sus portadas.
Es la demonización de Gadafi para justificar su asesinato (como pretendieron,
sin éxito, con Chávez, Maduro, Evo Morales, Correa...).
Esta semana se ha
publicado en un periódico marroquí que Hillary Clinton y Nicolás Sarkozy
decidieron asesinar a Gadafi porque había decidido crear un Banco Central
Africano y una moneda panafricana común basada en el dinar libio y respaldada
en oro –tenían reservas de 143 toneladas métricas-. Con esta decisión, tanto se
sustituía al dólar como al papel hegemónico de Francia en la región. Te
asesinan para robarte las riquezas y los medios dicen luego que el problema
eras tú por no respetar los derechos humanos.
La representación
de la mentira que nos ha convertido a todos en neoliberales o, al menos, en
aprendices de neoliberales, lleva ajustándose medio siglo. Después del golpe
contra Salvador Allende, Pinochet llamó a Chile a los economistas que
estudiaban con Milton Friedman en Chicago. Los chicago boys son sinónimo de la
muerte de Dios en la economía, la ausencia absoluta de moral en los libros
contables, la entronización de los beneficios por encima del medio ambiente, la
dignidad o los derechos humanos. Un año después del golpe, en 1974, la Academia
sueca le entregaba el Nobel de economía a Milton Friedman. Es el mercado,
idiotas.
Los rostros de los
disidentes salen todos los días en ese nuevo cuadro de las ánimas que son los
medios. Los diarios dicen todos los días quién está "in" y quién está
"out". Los informativos y las tertulias ponen a unos y a otros a la
derecha de Dios padre o ardiendo en el infierno.
Los rostros de los
disidentes salen todos los días en ese nuevo cuadro de las ánimas que son los
medios. Los diarios dicen todos los días quién está "in" y quién está
"out". Los informativos y las tertulias ponen a unos y a otros a la
derecha de Dios padre o ardiendo en el infierno. Al igual que los pintores religiosos,
los nuevos pintores están al servicio de sus pagadores, que dicen quién se
salva y quién está desde el principio condenado a las llamas interminables.
El ser humano
necesita esperanza. Por eso las religiones no terminan de marcharse ni la
racionalidad laica termina de llegar. Junto con las religiones siempre pugnan
el castigo y la recompensa. Por eso, en la historia, siempre regresa en algún
momento el Sermón de la Montaña y los panes y los peces son sacados con la
fuerza de las mayorías de los almacenes de los recaudadores y los nobles, y los
comendadores y los intendentes dejan de nadar en la abundancia mientras los
pueblos pasan hambre y frío. El paraíso a veces es comer tres veces al día o
que no te maten otros que están un poco mejor que tú para que no llegues al
cielo europeo. No veas esa película. Desecha esa serie. Salvo que maten en
países en donde se están intentando alternativas.
No es complicado
imaginar en las trastiendas de los pintores sus grandes obras, originales y
vanguardistas en sus bocetos, desafiantes en sus primeras versiones antes que
el cardenal o el rey mandara tapar todo lo que permitía pensar al pueblo. La
democracia pasa porque hagamos nuestras propias listas de lo más visto. O que
nos preguntemos entre nosotros. Crear la gran conversación que antecede al
cambio. No creer a los tramposos que nos mienten sobre lo que vemos, sentimos y creemos. En el
infierno de las ánimas, convertidos cada uno de nosotros en pintores, empecemos
a pintar el rostro de los que dicen que no hay alternativa a tantas
desigualdades, tanta depredación, tanta violencia y tanto egoísmo. Una
democracia con oleo y con sombrero.
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