LA DANZA DE LA OSCURIDAD...(NARRATIVA)20
DUNIA SANCHEZ
Tic-tac, en el más puro de la noche muda suena el reloj, suena mi móvil. Por principio me pregunto quien puede ser a estas horas. Por principio lo escucho sonar y sonar en un arrebato de insistencia. Lo miro. Un número privado. Lo dejo, no me interesa. No me interesa que en la madrugada alguien germine todo mal contra mí. Ninguna de mis amistades, de mis conocidos llaman a estas horas. Pero sigue y sigue en su gorgojeo incesante. Y está dejadez mía de saber quien me hace lubricar pensamientos nefastos. Algo erróneo a mi persona.
Quien tiene tantas ganas de
molestar ahora, cuando la luna redonda con su luz incide en esta vivienda. Y me
quejo. Me quejo para mi misma. Bosquejo alguna persona perdida en la inmensidad
de este mundo. Bosquejo un toque de agobiantes precipitaciones a la deriva.
Bosquejo su caída en precipicios donde el mar ruge con violento contra las
rocas. Un vals de pensamiento converge en mi con imágenes que se esparcen, que
se complican a medida que el móvil no deja de dar la lata. Lo cojo. Un silencio
incomodo me recoge y los presagios vienen. Me precipito a algo inconcluso, a
algo hipnótico, a algo oscuro en su callar. Estremecimiento. La duda cae sobre
mí, un ritmo desaforado provoca un agitar de la verdad. La verdad de esa rosa
negra que está en mi sillón. La verdad de esa rosa negra que agrieta mi pared.
El olor se hace intenso…muy intenso y me entrego a su significado, a la
averiguación cuando las tres de la mañana hace tic-ta,…tic-tac. Cuelgo el
teléfono y de nuevo vuelve a sonar como suenan los gemidos de algo herido, de
algo agónica en las tierras de la nada. En vertical, accedo a la llamada. Esa
llamada que parece una bocanada de brasas desnudando el pasado, el hoy. No
hablo. Tras la línea tampoco. Es la señal de la perdida, es la señal de que
toda esta cerca, es la señal de personas removiéndose en sus fosas, es la señal
de moribundos alertando del ayer, del hoy. Se mueven y lo siento, como este
planeta hostigado repetitivamente. Donde el respeto hacía su entereza, a su
verticalidad es nada más que una mole de azotes constantes, intermitente. Y
ahora llora. Y ahora quiere desahogarse. Y ahora quiera evaporar todo daño en
una ola gigante que nos arrastrará a todos, en un terremoto que nos tragará a
todos, en una agresiva intemperie que nos vomitará a todos. Así lo figuro. Así
edifico cada nudo de su dolor. Tendida en un teléfono que no habla, que no
escucha solo con su mutismo me dice todo. Despliego cada incógnita encerrada
bajo este techo, bajo la construcción de estas casas. Tic-tac…tic-tac y cuelgo.
No lo cogeré más ya se lo que hay detrás de ese callar. Y me quiebro…CONTINUARÁ
No hay comentarios:
Publicar un comentario