¿QUÉ HARÍAS TÚ EN UN ATAQUE
PREVENTIVO DE LA URSS?
Ojalá
haya alguien del PSOE que le diga a Sánchez que el error del chuletón o que
diera por bueno el bulo contra Garzón son fallos nimios comparados con lo que
representaría que España se comprometiera con entusiasmo en acciones militares
contra Rusia
PABLO IGLESIAS
La Guerra Fría cada vez está más lejos en el tiempo, pero, de vez en cuando, sus gélidas temperaturas vuelven como un recuerdo vivo que casi quema. Está pasando con la crisis de Ucrania. Nadie sabe qué ocurrirá si la OTAN mantiene su intención de acercarse a Moscú y los rusos hacen en el Donbass lo mismo que hicieron con Crimea, y ello produce vértigo. La ministra Robles ofreciendo a la patrulla Águila para meter miedo a los rusos desde Bulgaria es ya lo que nos faltaba. España, con su potencial estratégico en energías renovables y con un gaseoducto que nos comunica con Argelia, no es un país cualquiera en lo que se refiere a esta crisis. Por eso quizá no haya sido muy inteligente poner el foco mediático en los cazas y en una fragata que lleva el nombre, nada menos, que del mutilado guipuzcoano (no había batalla en la que no perdiera algún miembro) Blas de Lezo. Mal presagio.
Es evidente además
que el furor pro-estadounidense de la parte socialista del Gobierno, en caso de
conflicto armado, le crearía un problema al menos con UP, con ERC y con Bildu.
A partir de ahí, tener que formar el partido español de la guerra con el PP y
puede que con un Vox que por fin tiene la oportunidad de demostrar que son
ultraderecha sí, pero antes pro-americanos que pro-rusos, no parece la jugada
más inteligente. Un conflicto armado le puede venir bien a un Biden en horas
bajas, pero pensar que la imagen de Sánchez y Robles pasando revista a las
tropas camino de Bulgaria va a reforzar al Gobierno no demuestra mucho talento
comunicativo.
En la geopolítica
no hay buenos y malos por mucho que Robles diga que la OTAN nació para defender
los derechos humanos, la paz, la democracia y hasta al colectivo LGTBI. En la
geopolítica hay intereses estratégicos de Estados y de empresas más o menos
vinculadas a Estados. Incluso durante la Guerra Fría, donde parecía que los
bloques eran ideológicos, la realidad histórica nos muestra que la ideología no
era el medidor más adecuado para entender las relaciones internacionales en eso
que Hobsbawm llamó el breve siglo XX.
Por eso creo que
conviene dejar la pasión política para las cosas domésticas de la provincia
España y sus naciones, y hacer que la única emoción que domine nuestro
pensamiento hacia Ucrania sea el horror ante la posibilidad, por remota que
parezca, de una guerra en Europa. Defender la paz supone hoy decir claramente
que la OTAN no existe para proteger los derechos humanos y la democracia, sino
para defender los intereses de EE.UU.. Y todo el mundo sabe que esos intereses
no siempre son los de Europa.
Defender la paz
supone asumir que es lógico que Rusia no quiera bases estadounidenses cerca de
sus fronteras. Eso no convierte a Rusia en una URSS promotora del
antiimperialismo en el mundo, ni hace que Putin sea de izquierdas, como sueñan
en su nostalgia masturbatoria diferentes tribus de roji-pardos. Rusia defiende
su seguridad y sus áreas de influencia como todos pero no es el faro del
proletariado.
Defender la paz
supone entender que Europa, más allá de ideologías, necesita una política
exterior propia que le garantice una vecindad razonable con Rusia. De ello
depende la estabilidad económica y energética de la propia Unión. Nadie ha
sabido explicar todavía qué ganamos los europeos con la ampliación de la OTAN hacia
el este. Eso de que la Patrulla Águila va a defender la democracia y los
derechos humanos en Ucrania no se lo cree nadie. Les aseguro que Robles
tampoco. Esto va de intereses, de geopolítica, de energía, de economía y de si
Europa (o al menos Alemania) pinta algo como actor internacional.
Qué harías tú en un
ataque preventivo de la URSS, se preguntaban los Polanski y el ardor en los 80.
Rusia hoy no es como la URSS en los 80. Al menos en teoría, tendría poco que
hacer frente al potencial militar de la OTAN. Pero la sola posibilidad de medir
fuerzas con una potencia nuclear en territorio europeo debería hacer pensar a
cualquier gobierno que no hay nada que ganar y sí mucho que perder. Acercar las
fuerzas de la OTAN a Moscú puede dar más poder a EE.UU. pero es un riesgo
inasumible para Europa.
Ojalá haya alguien
del PSOE que le diga a Sánchez que el error del chuletón o que diera por bueno
el bulo contra Garzón son fallos nimios comparados con lo que representaría que
España se comprometiera con entusiasmo en acciones militares contra Rusia.
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