MI ADIOS A JUAN EL
CAMBULLONERO
ANGHEL MORALES
Es verdad que todo conspira contra nosotros,
desde la influencia de la nación que guarda las
llaves de nuestros grillos, hasta la obsecación
de hermanos nuestros, ya envilecidos por la su-
misión y las cadenas; mas, cuanto mayores sean
los obstáculos, mas grande ha de ser la abnega-
ción por dominarlos.
¿Qué importan los sacrificios si algún día llega
a alumbrar en nuestra Patria el sol de la libertad?
(Secundino Delgado)
Hay días que
las noticias llegan como puñales que llegan y se te clavan en el corazón. Así
resultó para mi la fatal noticia de que Juan Antonio Fernández Armas, conocido
en toda Canarias por Juan El Cambullonero había fallecido. Mi cerebro se negaba
a asumir la noticia, lo esperaba como tantos días para compartir ese cortado en
el Bar de El Herreño, pero será eterna mi espera, porque nunca mas vamos a
compartir esos cortados y esos cambios de impresiones que manteníamos casi a
diario.
Conocía a
Juan en el Barrio El Toscal donde desde niños hicimos buenas migas, nos unían
muchas cosas, pero sobre todo el amor a Canarias y su derecho a la libertad.
Era el franquismo, pero Juan nunca inclinó la cabeza ante cualquier
reivindicación tanto personal como colectiva de este pueblo. El muelle fue su
campo de batalla, de ahí el apelativo de Juan el Cambullonero. Un tipo legal,
donde la palabra para el era un documento, incapaz de traicionar a nadie y
menos a los amigos.
El destino
nos llevo y nos trajo por los cinco continentes, había que buscarse la vida y
en este pueblo estábamos condenados a la miseria. Los españoles le obligaron a
hacer el servicio militar en la antigua colonia de Guinea Ecuatorial, yo ahí
tuve mas suerte que el porque me libre del sometimiento carcelario de los
cuarteles.
Los dos
tuvimos claro desde un principio que la única seria y justificada en una
colonia era la lucha por la Descolonización e Independencia. Juan fue de los
pocos que distribuyó el Libro Blanco del MPAIAC en las islas con los riesgos
que esto suponía, pero el siempre estaba ahí jugándose el pellejo por el camino
de la libertad de su patria.
Juan era un
líder en el mundo de El Cambullón, conocía las normas y las respetaba, conocía
lo suficiente de muchos idiomas para entenderse con los marinos, era un mundo
con su filosofía de vida, la carencia de productos básicos en las islas los
cubrían la gente del Cambullón, gracias a gente como Juan muchos podían
conseguir productos que eran imposibles en ninguna tienda de las islas. Cuando
las cosas estaban co0mp'licadas en el muelle, Juan no tenía ningún temor en
embarcarse y recorrer los siete mares para buscarse la vida y la de los suyos.
Sobrevivió a dos naufragios uno en el Golfo de Guinea y otro en Groenlandia,
luchas y aventuras, que espero que mi buen amigo Pedro Brisson nos recoja en
ese libro en el que estaban trabajando y la pandemia lo freno.
Construyó su
casa casi con sus propias manos, era incapaz de pedir un duro a nadie y lo
rechazaba si se lo ofrecían, era un tipo legal y orgulloso, que no se inclinaba
ante nadie. Recorrió con Hupalupa los pueblos y barrios dando conferencia sobre
historia de Canarias, esa que siempre nos había sido -y nos sigue siendo-
negada. SE cabreaba porque los independentistas siempre tendían a celebrar sus
actos en las grandes ciudades olvidándose de los pueblos y barrios. Escarbó en
valles y cuevas para rescatar huesos y vasijas de los guanches que entregaba a
Hupalupa y con las que se pretendía crear un museo, pero la policía española y
los falsos y vagos antropólogos que nunca hacen nada incautaron el museo de
Hupalupa, que en gran parte era de Juan El Cambullonero, creo que cuando el
oficialismo colonial lo inauguró no invitaron a la familia de Hupalupa y por
supuesto a la de Juan, No perdonaba a los traidores que utilizaron el
independentismo para recolocarse en la vida o pasarse a otros partidos. Pegó
carteles, vendió banderas o libros de grandes escritores como Víctor Ramírez o
José Luis Concepción. A finales de los setenta surgió el grupo de teatro El
Cambullón, formado en su mayor parte por cambulloneros del muelle y sus
familiares que plasmaban sobre el escenario sus propias vivencias y ahí el
amigo Juan era el gran maestro de la escena, igual interpretaba a u8n
gobernador de la metrópolis, que a un Cambullonero interrogado por la pareja de
la Guardia Civil.
La vida de
Juan el Cambullonero da para muchos tomos, yo solamente he querido dejar unas
pinceladas a modo de despedida. Techaré de menos querido compatriota, porque tu
eres de los imprescindibles. Estar´`a siempre en mi memoria y en la de este
pueblo.
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