GILA EN UCRANIA
"Lo único
que sería digno de admirar por parte de este gobierno es que activara la
diplomacia en la UE para evitar por cualquier medio que haya conflicto en
Ucrania. Sin ruido ni alharacas. A Europa no le interesa, a España menos".
ANTONIO MAESTRE
Margarita Robles | EFE
Es difícil tomarnos en serio como país cuando no se toman en serio a sí mismos los que tienen la dirección del ejecutivo. Esto no es una columna de geopolítica aparentando tener un conocimiento profundo sobre los intereses de EEUU en Ucrania, el imperialismo de Putin o el servilismo de la UE a los intereses americanos, sino sobre el sonrojo del espectador asustado ante quienes con temas de una seriedad apabullante funcionan como menores de edad sin un proceso madurativo evolucionado.
La política opera
bajo criterios de realidad, oportunidad y ausencia del ridículo. Es importante
fijar los términos porque nada de eso se ha dado entre los miembros de la
coalición de gobierno al menor atisbo de crisis internacional de la que solo
somos un actor secundario y pasivo. De Ucrania solo vamos a sacar un precio de
la luz más caro y un posible aumento de la inflación, tengamos clara nuestra
capacidad de actuación, porque lo único que sufriremos con una posible
intervención en el este de Europa por parte de Rusia y la OTAN será más frío y
mas estrecheces a final de mes. Así que lo único que sería digno de admirar por
parte de este gobierno es que activara la diplomacia en la UE para evitar por
cualquier medio que haya conflicto en Ucrania. Sin ruido ni alharacas, trabajo
fino y nada de declaraciones extemporáneas. A Europa no le interesa, a España
menos.
La protagonista del
día de ayer fue la ministra de Defensa, la quintacolumnista reaccionaria en el
gobierno no dejó pasar la oportunidad para meter el dedo en el ojo al socio de
coalición y ofrecer a la OTAN cazambombarderos para desplegar en Bulgaria como
método disuasivo hacia Rusia. Disuadir, España a Rusia, a Margarita Robles le
queda el casco como a Gila, pero haciendo la misma gracia sin pretenderlo.
Filtrar a 'El País' tal noticia solo tenía el sentido de remover a Unidas
Podemos para hacer visible que España participará del despliegue de la OTAN,
algo que ya era conocido porque España ya tiene efectivos en Estonia, cazas
Eurofighter en Rumania y lleva tiempo haciendo maniobras en el Mar Negro y no
le queda otra que participar, como miembro que es de la OTAN, en cualquier
acción que realice la alianza. Pero esas cosas se hacen sin publicidad ni
ruido. Actuar de forma seria era demasiado para una ministra que su única labor
conocida es ocultar y proteger a los miembros de la extrema derecha en el
ejército y actuar de comentarista cuando es menester criticar a sus socios de
gobierno pidiéndoles precisamente que lo hay que hacer es ser serios y
trabajar.
La maniobra desleal
y pueril de Margarita Robles podría haber sido contestada con desdén y altura
de miras por Unidas Podemos, pero han elegido el infantilismo contestando con
un NO A LA GUERRA, así, en mayúsculas, para que quede clara la posición. Pablo
Echenique se hubo de enterar ayer que forma parte de un gobierno que dirige un
Estado miembro de la OTAN y que eso implica una aceptación directa de la guerra
como método para dirimir posturas geoestratégicas que fije EEUU como primordiales
a través de la alianza. Entrar en el gobierno llevo asociadas estas
servidumbres.
Se esperaría de un
socio de coalición una posición adulta más definida en un conflicto geopolítico
de las dimensiones de una intervención en el ámbito europeo y que tiene visos
de conformar una nueva guerra fría y la consiguiente construcción de una
política de bloques, alianzas, posiciones e intereses de los que dependerían
nuestra seguridad. Porque ese es el problema, no se conoce la posición de
Unidas Podemos en materia internacional de forma seria, serena y elaborada
sobre Ucrania y el conflicto con Rusia más allá de la opinión personal de algún
miembro del Congreso. No a la guerra, sí, pero si Rusia y la OTAN entran en
conflicto habrá militares españoles en el conflicto por mucho que nos pongamos
carteles. No se pueden mandar tropas a una guerra y defender el
internacionalismo y la paz entre los pueblos, que estas cosas ya quedaron
claras en 1916 con la disolución de la II Internacional. O a Rosa Luxemburgo, o
a Rolex. Ese es el principio de realidad que el socio minoritario del gobierno
no puede eludir. Así que por la vía de los hechos su participación en el
gobierno es un sí a la guerra. La política en estos tiempos funciona a base de
proclamas simples y banales, pero hay que exigir un poco más de profundidad
cuando suenan los tambores.
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