IÑAKI Y NICO WILLIAMS: EL DURO CAMINO AL
ÉXITO QUE EMPEZÓ EN ÁFRICA
Los dos hermanos han conseguido su sueño de jugar juntos en el primer equipo del Athletic Club. Hace algunos años, cuando sus padres salieron de Ghana, esta hazaña parecía impensable
RICARDO URIBARRI
Que dos hermanos lleguen a la élite del fútbol no es muy habitual. Que lo hagan en el mismo equipo, menos aún. Y si, además, destacan por sus buenas actuaciones, es lógico que se ponga todavía más el foco sobre ellos. Pero para llegar al buen momento que atraviesan actualmente Iñaki y Nico Williams, que son de quienes hablamos, en el Athletic Club, tuvieron que pasar muchas cosas antes y todas ellas relacionadas con sus padres. Su caso es un ejemplo de cómo se puede cambiar el destino que la vida parecía tener guardado para unas personas. Nada hacía imaginar hace casi tres décadas que podían vivir la situación actual, con sus dos hijos siendo jugadores reconocidos en uno de los mejores campeonatos a nivel mundial, pero su determinación y esfuerzo lo ha hecho posible.
Esta historia
comienza a principios de los años 90 en Ghana, país africano donde se
conocieron Félix Williams y María (cuyo nombre original es Comfort) Arthuer.
Decididos a buscar un futuro mejor, tomaron la decisión de intentar llegar a
Europa. En un primer momento pensaron en ir al Reino Unido, pero un amigo de
Félix le dijo que por mil dólares podían viajar a España. Ahorró y, como tantos
otros, se pusieron en manos de unos traficantes de personas para hacer el viaje
hasta la frontera. Pero el trayecto estuvo plagado de vicisitudes. Después de
recorrer una parte en una camioneta, les hicieron bajar sin haber llegado al
destino. Les dejaron abandonados sin comida, ni bebida, hasta el punto de tener
que beberse su propia orina. Durante días tuvieron que caminar por el desierto,
lo que dejó como recuerdo heridas en la planta de los pies de Félix. Algunos
murieron y los tuvieron que enterrar. “Si llego a saber lo que íbamos a vivir,
me habría quedado”, ha reconocido María años después. Antes de la pandemia,
toda la familia fue de vacaciones a Dubai y en una visita a las dunas María
empezó a llorar recordando aquel desierto atravesado años atrás.
Esperaban ser
deportados, pero les visitó un abogado de Cáritas que les dio una solución:
Decid que sois de un país en guerra y que solicitáis asilo político
Finalmente llegaron
a Melilla, donde saltaron la alambrada que entonces delimitaba la frontera con
la particularidad de que ella lo hizo, sin saberlo, estando ya embarazada de su
hijo mayor. Pero alcanzar el destino no suponía que se acabaran los problemas.
Fueron detenidos, encarcelados y mientras esperaban ser deportados por ser
inmigrantes en situación irregular, les visitó un abogado de Cáritas que les
dio una solución: “Decid que sois de un país en guerra y que solicitáis asilo
político”. Rompieron los papeles que traían de Ghana y dijeron que procedían de
Liberia, que entonces atravesaba una contienda civil. Iñaki ha contado que le
gustaría encontrar a aquella persona para darle las gracias porque sus padres
no se acuerdan de su nombre y nunca más volvieron a tener contacto con él.
Muchas veces la
voluntad para lograr una meta no es suficiente si no das con alguien que te
ayude en un momento determinado. “Si no es por gente buena que mis padres
encontraron en el camino, quizá yo no estaría aquí”, ha reconocido el mayor de
los hermanos Williams. Tras pasar de forma breve por Málaga y por Madrid,
Cáritas llevó a Félix y María a Bilbao, donde conocieron a otra persona clave
para ellos. El misionero Iñaki Mardones fue el encargado de ir a recogerles a
la estación de tren a finales de abril de 1994. Sabía inglés y eso le permitía
comunicarse bien con ambos. Tras una estancia en una pensión, les facilitó un
piso de Cáritas. Como no tenían tarjeta sanitaria también les buscó personal
médico que vigilara el embarazo de ella. Poco después, el 15 de junio, María
daba a luz en el hospital de Basurto a su primer hijo y, agradecida, le puso de
nombre Iñaki. El sacerdote, actualmente en África, donde trabaja como
voluntario, fue también el que regaló al niño su primera camiseta del Athletic.
En 1995 la familia
se trasladó al pueblo navarro de Lerín al conseguir Cáritas un trabajo a Félix.
Cuando a Iñaki le llegó la edad de empezar a ir al colegio se mudaron al barrio
pamplonés de Rochapea, donde les dieron una vivienda. Allí nació en 2002 el
segundo de los hijos, Nico. En 2007 lograron acceder a un piso de protección
oficial y para poder pagarlo el padre decidió marcharse a Londres, donde tenía familia,
en busca de nuevas oportunidades laborales, quedando María y los dos niños en
la capital navarra. En la capital británica desempeñó distintas ocupaciones, y
mandaba parte del dinero que ganaba a su familia. Mientras, María también
compaginaba varios trabajos, siempre que salían. Pero a veces escaseaban y los
problemas se agravaban. Alguna vez les cortaron la luz y se quedaron sin
comida. En aquella época, Iñaki, ocho años mayor que Nico, tuvo que hacer
muchas veces de padre de su hermano pequeño.
Iñaki se federó con
seis años y empezó a disputar partidos. El chándal del equipo se lo compró su
primer técnico
Desde muy pequeño,
Iñaki empezó su relación con el fútbol. Gracias a un vecino cuatro años mayor
que él con el que jugaba en la calle y que pertenecía al Club Natación
Pamplona, llegó a esa misma entidad. Con seis años se federó y empezó a
disputar partidos. El chándal del equipo se lo compró su primer técnico, Javier
Serrano. Cuando fue un poquito más mayor, Iñaki incluso hacía de árbitro en encuentros
de las categorías menores y así se sacaba en un día hasta 25 euros, de los que
daba una parte a su madre. El Natación tenía relación con Atlético Osasuna y
fue a probar con ellos, pero en aquel momento no les convenció y no se quedaron
con él. En 2008 pasó a otro club de la ciudad, el Club Deportivo Pamplona. Su
presidente, Manolo Larumbe, ha recordado en varias entrevistas que “cuidamos
mucho de él. Le íbamos a buscar, le llevábamos, se quedaba en el club el tiempo
que hiciera falta…hasta le llevábamos de vacaciones alguna vez”. Fue entonces,
cuando Iñaki tenía 14 años, que le dijo a su madre que iba a ser futbolista de
Primera división para evitar el sufrimiento que vivían ella y su padre.
El Pamplona es un
club que tiene convenio con el Athletic Club y Larumbe habló a los responsables
del equipo vasco de Iñaki, que ya había dado el estirón y que destacaba por sus
cualidades físicas, especialmente por su velocidad. Pese a algunas reticencias
iniciales, fue a probar a Lezama, la ciudad deportiva de los bilbaínos, y
decidieron ficharle. Era 2012 y empezó a jugar con los juveniles rojiblancos,
donde anotó 35 goles en su primera campaña. Apenas dos años después, en
diciembre de 2014, debutó con el primer equipo. El hermano pequeño, Nico,
siguió los pasos de Iñaki, jugando también en el Pamplona, aunque él sí que
estuvo un año con Osasuna. Pero en 2013 el Athletic se hizo con sus servicios
llevando a toda la familia a Bilbao. Fue entonces, ante la insistencia de
Iñaki, que ya tenía 19 años, en saber la historia de sus padres al ver por
televisión la llegada de inmigrantes en pateras, cuando su madre le contó la
realidad de cómo habían viajado a España, muy alejada de la versión que le
había dicho, “en avión, en avión”, con anterioridad.
Una vez que tuvo contrato
con el primer equipo, Iñaki pudo traer a su padre de Londres, y de esa manera
juntar a la familia de nuevo. Desde entonces, se ha convertido en la referencia
del conjunto vasco. En 2018 tuvo ofertas de Inglaterra, pero decidió quedarse
en el Athletic, que le renovó hasta 2028, le hizo el jugador mejor pagado de la
plantilla y le puso una cláusula de rescisión de 135 millones de euros. Entre
otras marcas, ha logrado ser el futbolista con más partidos seguidos en España.
Actualmente lleva 220. Desde abril de 2016 no se pierde un encuentro por un
problema físico ni por una sanción. “Hasta los 300 no voy a parar. ¡Soy de
Bilbao!”, señaló el pasado mes de octubre cuando superó la anterior marca.
Su color de piel
nunca ha sido un problema para Iñaki en su vida diaria, aunque sí ha tenido que
vivir situaciones lamentables en algunos campos. En agosto de 2016 un sector
del fondo sur del estadio El Molinón, en Gijón, profirió gritos contra él de
“¡uh, uh, uh!”, imitando el grito del mono. Lo mismo le pasó en el campo del
Espanyol en enero de 2020. “Ha sido un día un poco triste. No deben ocurrir
estos acontecimientos porque están fuera de lugar”, señaló entonces. En el
juicio celebrado un año después le dijo al juez que se sintió “humillado”.
Sensibilizado con los problemas de los inmigrantes, cuando en el programa
Salvados le pusieron un video en el que Santiago Abascal, líder de Vox,
criticaba que inmigrantes sin papeles lleguen a España, contestó que “si dijera
lo que pienso realmente me metería en un problema. Espero que la gente no haga
caso a semejante sandez”.
Iñaki ha logrado
ser el futbolista con más partidos seguidos en España (lleva 220). Desde abril
de 2016 no se pierde un encuentro por un problema físico ni por una sanción
El pasado 28 de
abril de 2021, ambos hermanos coincidieron por primera vez en el primer equipo
gracias al debut de Nico en la máxima categoría, y se hizo así realidad una de
las grandes ilusiones de la familia. “Siempre había deseado esto. Jugar los dos
juntos es un sueño hecho realidad”, reconoció Iñaki aquel día. Pero ha sido en
la presente temporada cuando el pequeño de los Williams ha empezado a destacar,
haciéndose un habitual del equipo que entrena Marcelino y completando grandes
actuaciones, como en la pasada Supercopa de España, cuando hizo el gol de la
victoria ante el Atlético de Madrid. Eso le ha valido tener ya su primer
contrato profesional.
“No hay que olvidar
de dónde vienen tus padres, gracias a ellos estoy aquí, se lo debo todo. Ellos
han dado todo lo que tienen en la vida por nosotros”, confiesa Iñaki cuando se
le pregunta por sus progenitores. Ambos hermanos tienen muy claro que lo que
son ahora se lo deben, en gran parte, a sus padres. Por eso, en el momento de
máxima alegría que vivieron al acabar la semifinal de la Supercopa, fueron
rápidamente a abrazar a su madre, que lloraba en la grada del estadio, pero
esta vez, de felicidad
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