LAS BUENAS NOTICIAS NO SON NOTICIA. O SÍ.
JUAN TORTOSA
La vicepresidenta
segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz (i) durante el
encuentro que ue ha mantenido con el secretario general de la CCOO en Catalunya
Javier Pacheco. EFE/Enric Fontcuberta
Yo lo siento, pero aún a sabiendas de la existencia del viejo dicho periodístico con el que titulo mi artículo de hoy, voy a arriesgarme a transgredirlo para hacerme eco de algunas cosas que han sucedido esta semana que ahora termina y que a mi juicio merecen gozar de mucho más eco del que han conseguido en los medios. Solo en un día, el pasado jueves 27 de enero, se produjeron tres noticias de primera magnitud:
1. La EMA (Agencia
Europea del Medicamento) aprobó el uso de una pastilla contra el COVID. Se
llama Paxlovid y según Pfizer, la farmacéutica que la ha desarrollado, tiene un
89 por ciento de efectividad contra el coronavirus. Como nos ha explicado José
Carmona en este mismo periódico, se puede administrar a "pacientes con un
riesgo alto y durante los primeros cinco días desde que aparecen los síntomas
para evitar así que se eleven las complicaciones de la enfermedad".
2. Se ha anunciado
un detector precoz del cáncer de páncreas, el tumor de peor pronóstico. El
equipo de investigadores del Hospital del Mar de Barcelona que lo ha
descubierto afirma que podría ser detectado con un simple análisis de sangre.
3. Los laboratorios
Moderna han comunicado el descubrimiento de una nueva vacuna contra el Sida que
ha comenzado a experimentarse también estos días en Washington.
Pues bien, ninguna
de estas noticias ha merecido los honores de la primera página en los diarios
tradicionales de papel que todavía sobreviven y se distribuyen por toda España,
ni en una esquinita siquiera. Solo dos de ellos, El País y La Vanguardia,
destacaron en primera otra buena nueva conocida este jueves, a mi entender de
suma importancia: que el empleo en España ha alcanzado el nivel más elevado
desde la crisis financiera de 2008, lo que se traduce en la disminución del
paro en 615.900 personas y la creación de 840.700 empleos, récord desde el año
2005. En total existen ahora mismo en nuestro país más de 20 millones de
personas trabajando.
El PP y sus
acólitos mediáticos resultan patéticos intentando retorcer estas cifras para
minusvalorarlas olvidando que para que esos datos sean posibles intervienen
muchos factores que no son solo políticos, entre ellos el dinamismo de la
sociedad civil, que tiene unas ganas locas de sacudirse la pesadilla del covid
cuanto antes, también la voluntad empresarial y, por supuesto, el espíritu
individual de superación del la ciudadanía media, nada dispuesta a dejarse
tumbar por la adversidad. Es verdad que sin las decisiones adoptadas en materia
laboral y económica por el gobierno no hubiera sido posible, pero aunque
resulta condición necesaria, sabemos de sobra que no es suficiente. Está bien
que Moncloa presuma de los efectos beneficiosos de la subida del salario mínimo
o del éxito de los Ertes, pero el mérito no es solo atribuible al ejecutivo, lo
mismo que cuando los datos son malos la culpa no es exclusivamente de quien
ejerce el poder político en ese momento.
El PP, como partido
de gobierno que ha sido, y que imagino aspira a continuar siendo, sabe de sobra
que esto es así. Por eso resulta más difícil de entender todavía el infantil
empeño de un desnortado Casado y su cohorte de pelotas intentando buscarle las
vueltas a unos datos cuyo carácter positivo es irrefutable. Como lo es también
el aumento de la pensión que las personas jubiladas han empezado a cobrar a
partir de este mes de enero, o el crecimiento de la economía un 5 por ciento en
2021.
Se me ocurre que
igual podría no ser tan mala idea celebrar algo juntos de vez en cuando y no
dejarse cegar siempre por la distancia corta, por la cercanía de unas
elecciones, o por la obsesión enfermiza de derribar al Gobierno de coalición a
toda costa. Estoy soñando, ¿verdad? No solo van a tener veleidades infantiles
los muchachos del PP. Empieza a ser demasiado cansino tanto frentismo permanente
y gratuito. ¿De verdad que es obligatorio andar permanentemente cabreado y
atacar a muerte al adversario para ganar votos?
Si en vez de
hacerse selfies diarios entre ovejas y vacas, si en lugar de mentir tanto y
soltar tantas memeces cada vez que les ponen un micrófono delante, los chicos
de las derechas se dedicaran a proponer cosas, a decirnos cuál es su idea de
futuro para este país, igual a la larga saldrían ganando ¿No hay nadie que les
diga el ridículo tan espantoso que hacen con el raca raca de los fondos
europeos, o con los palos en las ruedas que le ponen a la reforma laboral, a la
ley de vivienda y a toda iniciativa que el Gobierno de coalición propone para
mejorar la vida del común de la ciudadanía, la de todos, voten a quien voten?
Si a los hooligans los tienen seguros, ¿qué voto es el que aspiran a captar en
Castilla y León con ese mal rollo que se gastan?
Están pasando cosas
buenas en nuestro país en el mundo del trabajo, en el de la economía, en el de
las pensiones, los nuevos descubrimientos científicos son todo un alivio… Pero
claro, como bien proclama la vieja máxima periodística, las buenas noticias no
son noticia. O sí.
J.T.
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