EL MINISTRO GARZÓN DESMONTA LA
TRAMPA DE “LO PRIORITARIO…”
POR DOMINGO SANZ
…aunque muy
probablemente no lo pretendía.
En un escenario estoy viendo a un ministro que dice lo que piensa sobre la ganadería intensiva, a la que hay que añadir la extensiva más el agro para que en total alcancen el 3,2% del PIB que realmente suman y, de repente, se inicia un debate tan predominante en portadas y pantallas que, por momentos, he llegado a pensar que la pandemia solo fue un mal sueño. Menos mal que un tenista ha metido la pata en Australia.
Dedican tiempo a
alimentar esta polémica, con “carne” verbal de poca calidad, que todo hay que
decirlo, desde el presidente del Gobierno hasta los de algunas CC.AA., pasando
por varios ministros. Por su parte, lo de Casado y el PP solo daría para unas
risas si lo de burlarse de la gente, que es su día a día y tan caro nos sale,
no se atrevieran a llamarlo política.
En el otro
escenario estoy leyendo El Diario.es que “La agenda del Vaticano incluye por
primera vez sentarse a revisar los acuerdos Iglesia-Estado con España”. Después
a Felipe Sicilia, portavoz de la Ejecutiva del PSOE, respondiendo a los
periodistas que no ha lugar porque “la prioridad que ahora mismo tiene el PSOE
es la vacunación y la recuperación”.
Partiendo de que la
revisión de los acuerdos con El Vaticano es una de las promesas clásicas del
PSOE a la hora de llenar de palabras los programas electorales, resulta
evidente que, mientras para el gobierno “lo prioritario” es perfectamente
compatible con la polémica ganadera, rápidamente se convierte en la excusa de
conveniencia para aplazar lo de la Iglesia, un asunto que duele desde la
Transición y que en los últimos años se ha agravado por la demostrada
complicidad de los obispos con los pederastas eclesiásticos, al blindarlos
contra cualquier investigación, incluso aunque la ordene el Papa de Roma.
¿Convierte al
Gobierno de Sánchez el uso de la “priorización Covid” como excusa en cómplice
por omisión de los pederastas y sus protectores obispos, toda vez que su obligación
es perseguir también a los que se disfrazan con la sotana, y más aún cuando La
Moncloa contaría con el apoyo del Vaticano?
¿Están el Gobierno
y los obispos extendiendo, a favor de esos pederastas abusadores armados con la
cruz en la mirada, la vergonzante inviolabilidad que la Carta Magna concede al
rey de España, y que solo por eso es necesario tirar ya esa Constitución a la
papelera?
A las dos preguntas
mi respuesta es sí, porque en ninguna cabeza cabe que la pandemia esté
impidiendo realizar su trabajo al ministerio responsable de los asuntos
vaticanos, sea el que sea.
Reflexionando sobre
lo mismo, pero en otro plano, me viene que el concepto en sí de “lo
prioritario” tiene la ventaja de ser potente, intuitivo y compartido, de tal
forma que cualquiera que lo escuche de un gobernante tenderá a pensar que sí,
que hay que centrarse en ello y dejar para otro momento lo demás. Tal como
tantas veces nos ocurre a los usuarios de recursos limitados.
Pero no es el caso.
La primera crítica que merece un gobierno que justifica continuamente los
aplazamientos de sus obligaciones con “prioridades” es que el argumento no
cuadra, pues es imposible creer que con una estructura de la Administración
Pública madura, amplia, especializada y con las competencias bien definidas,
desde el Gobierno no se puedan abordar las tareas que dependen de cada
ministerio, la gran mayoría de las cuales poco tienen que ver con el de Sanidad
o el de Economía, por lo de las “prioridades” de la “vacunación” y la
“recuperación”.
Por tanto, la
falacia fácil de “lo prioritario” no se la debemos comprar al Gobierno.
Pero, más allá de
esta reflexión, el problema se agrava cuando sabemos que algunos de los asuntos
que se aplazan, en caso de abordarse, podrían contribuir a resolver, precisamente,
el problema “prioritario”. Al menos, podrían paliar las consecuencias
económicas en un país como el nuestro, con una deuda pública que ya antes
superaba el PIB anual y que se ha disparado en los dos últimos años.
Por ejemplo, lo
lógico es que la revisión de los acuerdos con El Vaticano nos lleve a un nuevo
escenario en el que la Iglesia Católica no nos cueste tanto dinero como ahora.
O, por ejemplo, que la negociación permita a muchos propietarios legítimos
recuperar los bienes que la Iglesia les “robó” a partir de las
inmatriculaciones legalizadas por Aznar.
Es evidente que
resolver este contencioso solo puede reducir gastos e incrementar ingresos.
Aunque no serán miles de millones, todo ayudará a salir de una coyuntura en la
que el Gobierno comienza a insinuar que, sin la ayuda de Europa, España estaría
arruinada.
Abro de nuevo los
digitales y aparece Aragonés reclamando una investigación a fondo del CNI en
relación con el atentado terrorista del 17/08/2017 en Catalunya.
¿También la
“prioridad Covid” tiene a todo el CNI buscando omicrones por las cloacas, señor
Sánchez?
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