CÁRCEL POR PAZ: UNA NOTA AUTOBIOGRÁFICA
JUAN CARLOS MONEDERO
Activistas entonan el
"no a la guerrra" frente a la Casa Blanca.
En 1936, cuando se empezó a saber que el ejército africanista había dado un golpe de Estado y cruzado el Estrecho, mucha gente se echó a las calles a pedir armas. Especialmente la gente que defendía la paz. Pese a la estupidez de la presidencia de la República, que no entendió el peligro, la gente insistió e incluso tomó algunos cuarteles. Gracias a eso, el golpe fracasó. Empezó la Guerra Civil, que ganó Franco con ayuda de Hitler y Mussolini. Muchos de los que perdieron la guerra de España, pacifistas, siguieron en armas luchando al lado de los aliados. Parte de los que sobrevivieron entraron con La Nueve a liberar París en 1944. Siguieron defendiendo la paz toda la vida. No hay ingenuidad. Y gente como Stefan Hassel, que estuvo en el Consejo Nacional de la Resistencia, luego trasladaría ese ánimo pacifista a la Declaración Universal de los Derechos
Humanos. Hay luchas para defender la democracia y luchas contra la democracia. Quien compare una guerra que quiere parar los pies a cualquier expresión del fascismo con las guerras imperialistas, agresivas, coloniales, extractivas, miente. Por eso, en el siglo XXI la única institución que puede declarar la guerra es Naciones Unidas. Y solo si puede garantizar que las potencias no le doblen el brazo.En España, el
Ejército fue el que sostuvo a la dictadura durante cuarenta años. El mando que
la Constitución de Cánovas de 1876 entregó al rey lo asumieron los dictadores
como Primo de Rivera o Franco y está todavía en el artículo 62 de la
Constitución de 1978. La guerra fue un trauma que todavía está en la conciencia
de los españoles. Me golpeó duramente leer las declaraciones de Quintana
Lacaci, el general que paró el golpe del 23F. Daban buena cuenta del régimen
del 78 y del papel del ejército:
"Soy un
franquista, que admiro la memoria del general Franco, he sido ocho años
coronel de su
regimiento, llevo esta medalla militar que gané en Rusia e hice la
Guerra Civil. Pero
el Caudillo me dio orden de obedecer a su sucesor, y el rey me
ordenó parar el
golpe del 23-F y lo paré; si me hubiera mandado asaltar las Cortes,
las asalto".
La primera querella
que tuve en mi vida me la pusieron 23 diputados del PP, entre ellos un padre de
la Constitución, Gabriel Cisneros. Fue porque financié la página web No a la
guerra, que hacían estudiantes de la facultad de Ciencias Políticas. Cuando el
100% de los diputados del PP votaron, en una votación secreta, a favor de la
intervención de España en Irak, los estudiantes que hacían la página pusieron
la foto de todos los diputados peperos -sacada de la página del Congreso- bajo
un lema: Cómplices de asesinato. En la vista previa al juicio, el abogado del
PP me dijo que si le daba el nombre de tres estudiantes me quitaba la querella.
"Si no me das tres nombres va a caer todo el peso del Estado sobre tu
cabeza. Y te vas a tener que olvidar de muchas cosas". Vamos, que, cuando
menos, me iban a echar de la universidad. Gobernaba el PP y aquella amenaza
asustaba. Como es evidente, no di ningún nombre.
Me tocó un juez
decente que dijo, textualmente, que cómo le hacían perder los del PP el tiempo
con chiquilladas. El juez archivó la querella y los cinco años de cárcel que me
pedía el PP se quedaron en nada, salvo los gritos de Jiménez Losantos, que fue
el chivato que publicó que yo había financiado la página noalaguerra.org. La
derecha chivata es una constante, durante el franquismo, bajo el nazismo y hoy,
con un payaso señalado con sorna como zoófilo que se dedica a colgar fotos de
sus adversarios políticos. Aunque ya sabemos cómo se las gastaban los chivatos
en España en el 36. Todavía no sabemos dónde está enterrado Federico García
Lorca.
Antes de aquella
querella del PP tuve otro susto. Fue cuando decidí hacerme insumiso. No tenía
sentido ser objetor de conciencia al servicio militar y hacer una
"prestación social sustitutoria" precisamente del servicio militar.
Antes del juicio, decidieron dejarnos en paz a unos cuantos cientos. Pero otros
compañeros -entre ellos otro pacifista probado, como Víctor Sampedro-
estuvieron más de dos años en la cárcel. Que hoy no haya servicio militar
obligatorio se logró porque tantos pacifistas pusieron el cuerpo. Cárcel por
paz. También intentaron detenernos el 11-M de 2004, cuando nos manifestamos
delante de la sede del PP en Génova diciendo: "Queremos la verdad antes de
votar". Contra Aznar y toda la bazofia que mintió a España, que presionó a
la Policía, a los medios y a las embajadas, para que dijeran que había sido ETA
y no Al Qaeda la que voló los trenes de Cercanías. Esa es la derecha española.
Que nos mata y miente. Como hizo Manuel Fraga con luchadores antifranquistas.
Luego, los del régimen del 78 le invitaron a escribir la Constitución. Aquella
tarde en que no queríamos que el PP se fuera de rositas, la Policía intentó
detenernos cuando aún éramos pocos. Pero estaban los ánimos calientes, Génova
estaba, por la elecciones, llena de cámaras extranjeras y una víspera electoral
no era el mejor momento para detener a ciudadanos indignados que estaban
llorando por las muertes en Atocha.
En 2004 dimos
clases en la calle contra la guerra, hasta que vino la Policía municipal y nos
pidió que nos fuéramos. La Puerta del Sol se convirtió por vez primera en una
concentración de gente escuchando argumentos contra la guerra. Era hermoso
luchar contra la guerra y usar la ciencia política para ensanchar la democracia
desde las calles. Aunque la amenaza de la detención siempre estaba ahí. Como en
cada huelga general, en cada manifestación, en cada concentración. Con la ley
mordaza, con algunos jueces como muro contra el Gobierno y con el giro a la
derecha de un sector de la Policía esto se ha vuelto más complicado. Multan,
detienen e incluso quitan escaños. Lo llaman democracia y del todo no lo es.
Si hay guerra vamos
a volver a las calles. El fin del bipartidismo lo empezó a marcar la campaña
del "No a la OTAN". El PSOE mintió y dijo que OTAN, de entrada no. De
salida tampoco. Les recompensaron y a un tipo con la conciencia sucia como
Javier Solana le nombrarían Secretario General de la OTAN. Hoy siguen invitando
a la muerte.
La gente de paz no
puede estar a favor de una guerra de agresión contra Rusia. No porque nos guste
Putin, que a mí no me gusta nada, especialmente cuando masacra chechenos y
coarta libertades. Sino porque sabemos que no hace nada muy diferente de los que
hacen los Estados Unidos, por cierto, aunque Putin tiene menos muertos a las
espaldas que Biden. ¿O nos olvidamos de que Biden era vicepresidente de Obama
en Irak? En Estados Unidos no eres presidente ni vicepresidente si no tienes
las manos manchadas de sangre. No es sensato que la OTAN instale misiles en las
puertas de Rusia cuando EEUU no permitiría algo similar en la misma distancia
que media entre Minsk y Moscú. No seamos hipócritas.
El seguidismo de
España y Europa respecto de unos Estados Unidos que está perdiendo su hegemonía
nos deja fuera de juego. Aún más cuando mendigamos atención. ¿Cómo va a llamar
Biden a Sánchez si ya antes le ha ofrecido sumisión absoluta? Llamará a Italia,
que es un país con una política exterior un poco -un poco- más independiente y
mantiene relaciones con Rusia y China que a nosotros no nos dejan.
Nos hemos jugado
muchas veces la libertad para luchar contra la injusticia de la guerra. Y
siempre hemos tenido a la mayoría de los españoles a nuestro lado. Es patético
que Abascal reúna a Le Pen y a Orban en Madrid, seguidores fieles de Putin, y
se pongan de lado respecto del conflicto en Ucrania. Vamos, que están al mismo
tiempo a favor de la guerra mientras son aliados de los aliados de Putin. Cosas
imposibles que solo pasan porque los medios de comunicación se lo permiten. La
derecha española es guerrera y siempre tiene la asignatura pendiente que no
terminó la División Azul. Lo que nunca vamos a terminar de entender es la
cobardía de un sector del PSOE -nunca de todo el PSOE-, los mismos que
obedecieron a Trump y a otros presidentes para llevar la guerra a Libia, Siria,
Afganistán, Irak o Venezuela. España, que viene del trauma de la Guerra Civil,
no quiere más violencia. Y la falta de consistencia de la izquierda solo sirve
para brindarle una alfombra roja -bueno, fucsia- a la derecha.
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