domingo, 30 de enero de 2022

 NOSTALGIAS HITLERIANAS DEL PP

ANÍBAL MALVAR

Cuando España se alistó en el trío de las Azores y colaboró con EEUU en la invasión ilegal, sanguinaria y mentirosa de Irak, recuerdo con horror la justificación que dio el entonces gurú intelectual de José María Aznar, Miguel Ángel Rodríguez, para convencernos de que había que mandar sargentos a matar niños en el Golfo:

--Para una vez que vamos con el Séptimo de Caballería...

Al margen de lo ignaro de la referencia, basada en mitos cinematográficos y no en evidencias históricas--el general Custer era un psicópata que llevó al Séptimo a la masacre en Little Bighorn: con esos quiso MAR ir a la guerra--, es resaltable el paletismo vasallo que transpira la frase. El patriota MAR venía a decirnos que ser español y mucho español viene a consistir en hacer lo que nos mandan los yankis.

 

La historia se vuelve a repetir con el conflicto ucraniano. Simplificaba ABC nuestras dudas volterianas este miércoles con un editorial titulado Con la OTAN o con Podemos. La traducción civilizada de este aserto sería Con la guerra o con la paz. Pero eso son interpretaciones buenistas, y aquí de lo que se trata es de bombardear chavalas desde drones y reírse de su desmembramiento desde los puestos militares de mando, que es lo que nos mostró Julian Assange que sucedía realmente. Que este hombre continúe bajo tortura y prisión sigue siendo de lo más ignominioso que he contemplado en nuestra civilización tan avanzada, librepensadora, ilustrada, cool y occidental.

 

Según el torcuatiano diario, la nuestra es "una izquierda tan inadaptada a la democracia que siempre anda necesitada de ídolos autoritarios y antiamericanos, desde Stalin a Putin, pasando por el islamismo radical". Ningún político español de nuestra reciente democracia, que yo recuerde, ha vindicado jamás desde la izquierda el estalinismo. Pero dilo en ABC, que cuela. Y los cuñaos y las Olonas y los espinosos de las monterías ya tienen copada su neurona para unas cuantas semanas y unos cuantos Al rojo vivo.

 

Los periódicos modernuquis como este no tenemos editoriales, pero si los hubiere me parecería inadmisible que se escribiera que Pablo Casado apoya la invasión de Rusia por nostalgias hitlerianas. Y para joder voy a a titular este texto Nostalgias hitlerianas del PP, pues es lo que se merecen (a ver, jefa, si ellos lo hacen, nosotros también: descendamos a su infantilismo mendaz).

 

Todos sabemos del daño que está haciendo a la democracia el tráfico de bulos interesados. Reconocen Google y Facebook que la inmensa mayoría de bulos que triunfan en redes obedecen a intereses de la ultraderecha y calan húmedamente en todo el arco conservador. No voy a especificar las razones por las que creo yo que la mentira funciona mejor entre los fachas que entre los rojos, porque sería un insulto tan colectivo que apestaría todo aroma de razón.

 

Pero al bulo hay que añadirle como cáncer de la verdad el epíteto tabernario elevado a categoría intelectual, que es lo que hace ABC llamando estalinistas a los coaligados de la izquierda española. Como observaréis, estoy obviando la acusación nada velada de que nuestra izquierda apoya también al terrorismo integrista islámico.

 

Los periodistas hitlerianos --ahora le voy a llamar yo así a los voceros de nuestra derecha, como llaman ellos estalinistas a los que no quieren bombardear países-- simplifican la realidad goebbelsianamente, en un ejercicio de irresponsabilidad que sonrojaría si no diera tanto miedo.

 

Por supuesto, el argumento no solo ha sido utilizado por ABC, sino por toda la cohorte de hitlerianos informadores antiestalinistas, cual es el caso de Eduardo Inda en La Razón: Podemos, siempre con los dictadores, titula un texto que no me pienso leer para que no se me suba el tránsito intestinal al cerebro.

 

Y poco más.

 

Ya que nos obligan a simplificar, asumamos nuestra condición de estalinistas por decreto como válida y veraz, pero, ya que lo hacemos, adoptemos también la costumbre de tildarlos a ellos de hitlerianos, de videlistas, de franquistas, de pinochetistas.  El pinochetista Pablo Casado y el hitleriano Santiago Abascal pactan tal y tal, titularemos nuestras crónicas. La semántica, la cultura, el pacifismo y la racionalidad van a sufrir mucho. Pero hay algunos juegos, como el de la guerra, en los que te ves obligado a meterte aunque no quieras jugar.



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