PEDRO SÁNCHEZ COMO EL CAPITÁN
DEL COSTA CONCORDIA
"Nadie
que ha mamado un mínimo de compañerismo en la izquierda se atrevería a dejar su
seguridad en manos del presidente, porque es consciente de que le venderá en
cuanto vengan mal dadas".
ANTONIO MAESTRE
Pedro Sánchez en una sesión en el Congreso | EFE (Archivo)
Pedro Sánchez no tiene una cultura política en la que la lealtad sea un valor destacable. No conoce el odio primitivo que se le tiene en la clase obrera consciente de sí misma a un esquirol y lo que importa entre los de abajo saber que tienes al lado alguien en quien confiar y entrelazar los brazos. Nadie que ha mamado un mínimo de compañerismo y fraternidad en la izquierda se atrevería a dejar su seguridad en manos del presidente, porque es consciente de que le venderá en cuanto vengan mal dadas. No sé si son conscientes en Moncloa de que la imagen que está transmitiendo el presidente de forma rutinaria es que no es una persona en la que se puede confiar porque a la mínima optará por salvarse a sí mismo y abandonar a los suyos.
El mundo de los
liderazgos se puede medir aprendiendo de la actuación de diferentes personajes
históricos frente a las crisis que tuvieron que afrontar. Imitar a los que
actúan con honestidad y de manera ejemplar no es fácil, por eso solo los más
importantes quedan en nuestro recuerdo. Alguien del equipo de Pedro Sánchez que
no sea my servil tendría que regalar un libro sobre la historia del Endurance y
la odisea de Ernest Shackelton para que aprendiera lo que hace un capitán de
barco con su tripulación cuando vienen mal dadas. Se puede resumir en que nunca
se les abandona. A ver si se le pega algo.
Se entiende y se
nota que a Pedro Sánchez los ministros de su gobierno de Unidas Podemos no le
gustan, que no está cómodo con ellos, que aquello de no dormir bien iba en
serio pero que no le queda otro remedio porque los españoles le dieron un
mandato claro que no le permitía gobernar en solitario. Pero a pesar de sus
deseos e ilusiones ahora son sus ministros, y él es el líder del gobierno, o al
menos tendría que serlo. Porque un líder no abandona a los suyos a la menor
muestra de debilidad o ataque del adversario. Tampoco pertenece a la cultura
política del presidente la memoria partisana que no dejaba atrás a los enfermos
o heridos ni huyendo de la persecución de los nazis en el río Neretva o la
batalla del Sujetska. No importa que un socioliberal como él no se sienta
concernido por valores de compañerismo y lealtad tan elevados, pero serían una
buena enseñanza para las personas que están a su lado
No se puede esperar
que Pedro Sánchez diera la cara por Alberto Garzón por defender lo mismo que ha
defendido él de forma explícita en 2019, ni por defender la acción de la
política agraria de su ejecutivo o de los planes 2030, porque para eso haría
falta hacer lo correcto y no atender exclusivamente al beneficio electoral. Una
perversión y manipulación de unas declaraciones por parte de la derecha han
hecho que abandone a su suerte a un ministro de su gobierno permitiendo una
cacería injusta que la opinión pública está dando la vuelta. Pedro Sánchez se
merece pagar el peaje por acomplejarse y no defender a quien solo ha dicho la
verdad. Es normal esa reacción, no es nueva, hablamos de alguien que ha purgado
y limpiado a miembros de su propio partido que le habían sido leales y le
llevaron a lo más alto. Ábalos sabrá de lo que hablo.
Pedro Sánchez
podría haber elegido imitar a Ernest Shackleton o los partisanos yugoslavos y
no abandonar a un miembro de su ejecutivo por decir la verdad y exponer con
rigor científico la importancia de desintensivar la ganadería, pero siempre ha
preferido ser Francesco Schettino y 'caerse' en una lancha dejando a su suerte
al resto mientras se hunde el Costa Concordia. Que se tiente bien el salvavidas,
que el día que se le pinche no tendrá a nadie a su lado que le saque del agua.
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