LA SUPERCOPA Y EL DISFRUTE MASCULINO
EN EL PAÍS SIN MUJERES
BARBIJAPUTA
Ansu Fati
y Casemiro dialogan con el colegiado durante un Barcelona - Real Madrid.-
EUROPA PRESS
Ayer, miércoles, comenzó la Supercopa de España. ¿Dónde se juega? En Arabia Saudí. Sí, la Supercopa de este país se juega en uno de los países más represores y violentos del mundo con las mujeres. Represión y violencia, especialmente, institucional. ¿Por qué se juega un torneo de clubes españoles en otro país? Porque los directivos de la Federación Española de Fútbol (RFEF) decidieron que 30 millones de euros por parte de Arabia Saudí eran suficientes para tomar la decisión, e incluso renovar la vinculación hasta 2029. En total, la RFEF se embolsará, como mínimo, 240 millones de euros, que se repartirán como buenos hermanos entre federación y los clubes que participan, que son Athletic de Bilbao, Atlético de Madrid, Fútbol Club Barcelona y Real Madrid. Los 4 clubes, con unos códigos éticos que sobre el papel quedan preciosos, jugarán en el país de las violaciones de derechos humanos de las mujeres, y uno de ellos acabará alzando orgulloso el trofeo.
En 2019, Luis
Rubiales, presidente de la RFEF, presentaba ante la prensa la decisión con
frases como "La Supercopa de la igualdad" o "oportunidad para
cambiar las cosas". Para sorpresa
de nadie, y tal como cuenta Marisa Kohan "dos años después y tras un breve
lavado de cara, ningún avance real se ha producido en materia de derechos humanos
y de los derechos de las mujeres en los últimos dos años, sino todo lo
contrario".
Dinero y disfrute
masculino. No existe ningún matrimonio mejor avenido que el del capitalismo y
el patriarcado. Se juntan los intereses económicos con la toma de decisiones
por parte de hombres (entre los 12 puestos más altos de la junta directiva de
la RFEF encontramos 12 hombres y una mujer), con un deporte de consumo casi
exclusivo masculino. Se acaba así apretando manos de dirigentes represores en
países de cualquier parte del mundo. Allí donde esté el dinero.
Desde hace años la
RFEF acumula titulares de vergüenza, relacionados precisamente con este acuerdo
con Arabia Saudí, porque este sería el segundo año en el que se celebrará allí
esta competición española (antes fue en Marruecos, de la huella de carbono
hablamos otro día). Pero eso ya lo
sabían en la RFEF. Sabían que serían duramente criticados, sabían que habría
titulares que empañarían su reputación, sabían que ONG de todo tipo clamarían
al cielo, como lo han hecho, sabían todo esto y más. Pero también saben que los
forofos no fallan a la cita con el televisor cuando juegan clubes grandes. Que
su audiencia no se resentirá, que con las millonadas, tanto unos como otros,
taparán sus vergüenzas.
Es un ejemplo de
cómo el matrimonio capitalismo-patriarcado funciona a la perfección, bien
engrasado cada engranaje, con combustible para llegar al fin del mundo y dar la
vuelta. Y a los clubes, los recibirán con vítores en los aeropuertos, héroes,
bravos, superhombres. Los de abajo aplaudirán la gesta épica de los que vuelven
con los bolsillos abultados.
Ninguno de ellos
pensará en que las mujeres en Arabia Saudí son eternamente menores de edad y
que necesitan un guardián masculino para todo. Ninguno de ellos pensará que el
gobierno saudí ha creado una aplicación móvil para que los hombres
"tutores" de las mujeres controlen sus movimientos desde sus
teléfonos (que dicho sea de paso, tanto Apple como Google, se han negado
siempre a eliminar de sus respectivas tiendas). Nadie pensará en la lista innumerable de atropellos y violencia
contra las mujeres saudíes.
Y así es como se
contribuye, por dinero y sin freno de nadie ni nada, al blanqueamiento y
normalización de los regímenes más violentos con las mujeres, con las del
segundo sexo, con las parias, las de segunda categoría, las agredibles, las
controlables, las asesinables. Aquí y allí, el enemigo de las mujeres es
siempre el mismo: el sistema que dirigen y del que se nutren de poder los
hombres; el sistema que les permite a ellos alianzas millonarias mientras ellas
van desapareciendo, difuminándose con el paisaje.
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