NEGACIONISTAS, DIOSES Y AUDIENCIAS
ANÍBAL MALVAR
No voy a escribir hoy sobre el tratamiento que están dando nuestros periódicos tradicionales al recalentamiento de la guerra fría entre EEUU y la URSS (no es errata ni ignorancia). Da pudor tratar el infantilismo maniqueo, de buenos y malos (los buenos somos nosotros, claro, los americanos), con que se está analizando el asunto. Volvemos a ser John Wayne. O, peor aun, cruzados ideológicos contra el terror ruso, judeomasónico y satánico. Realmente, con este tema, para informarse hay que recurrir a la prensa extranjera, como cuando queremos saber cositas de Corinna, Fasana, Juancar y tal.
La pena es que no siga en activo Pablo Iglesias, pues no tardaríamos en saber que el primo de un conocido suyo de la infancia un día visitó el Kremlin y se cruzó en los pasillos con la hermana política de una asistenta cameral de Vladimir Putin, con lo que quedaría probado que la crisis ucraniana no es más que otra liada internacional de Podemos, como lo de Venezuela.
El otro día me
quedé muy asombrado viendo el Bilbao-Barça de la Copa de sus Majestades de Abu
Dabi, antiguamente llamada Copa del Rey o del Generalísimo. Durante toda la
transmisión de Tele5, se le anunciaba al público la posterior emisión de una
entrevista con un destacado científico que acudía a los platós a demostrar que
la covid es un invento humano de laboratorio. Al destacado científico, por
supuesto, no lo conocía ni dios. Y tampoco perdí el tiempo manteniendo la tele
encendida para escuchar sus patrañas. Solo lo hubiera hecho si entrevistaran al
primo de Mariano Rajoy disertando sobre la inexistencia del cambio climático.
Esa golosina catódica sí me habría alistado en los shares.
La cuestión no es
informar, sino vender, incluso en situaciones tan extremas como esta pandemia o
la nueva crisis de los misiles rusos. La irresponsabilidad de los medios es ya
a bragaquitada. El segundo grupo catódico de España, Mediaset, aprovechando la
amplia audiencia que tiene un partido de fútbol en abierto (lo vemos hasta los
pobres) para fomentar el negacionismo. Otra vez la teoría de la conspiración,
como en el 11-M. Lo triste, ya lo escribí alguna vez, es que hay mucha gente
que se lo cree. Que se deja seducir por las lentejuelas catódicas de los Pablo
Motos, Anarrosas y Grissos entrevistando a paranoicos negacionistas cuando
todos los días muere gente. Los medios tradicionales se empiezan a comportar
como la Iglesia: niegan el valor de la ciencia porque son más fieles a su fe,
que no es otra que una audiencia ignara y seguidista. Y, a poder ser, muy de
derechas.
En la época de la
información, parece que la moda es estar aun más desinformados. Y uno no
entiende que esa fábrica de bulos absurdos llamada televisión no padezca más
controles sobre la calidad de sus contenidos, sobre todo si afectan a asuntos
tan sensibles como la sanidad pública. Uno no puede salir en la tele diciendo
gora ETA sin que le caiga un puro judicial. Sin embargo, sí puedes anunciar a
bombo y platillo que tienes las pruebas científicas de que la covid la diseñó
un laboratorio un chino malvado que quería acabar con el orden mundial, que no
te va a pasar nada. Por decir gora ETA nadie va a sacar una pistola y asesinar
a un guardia civil. Fomentando el negacionismo se mata a más gente. Volvemos,
insisto, a la anticiencia, a la superstición, en tiempos en que todos los datos
los tenemos a un golpe de clic. ¿Pero quién quiere datos habiendo dioses? ¿Y
audiencias?
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