JUAN CARLOS SE JUBILA
POR BENITO SACALUGA
“Yo aquí ni toco bola ni pinto nada. Y la
verdad es que yo creía que iba a ser como Franco, pero en Rey.”
En pleno debate
sobre el futuro de las pensiones, el rey emérito nos ha dado a todos un
magistral ejemplo para conseguir la sostenibilidad del sistema: se jubila
voluntariamente a los 81 años. Ya ves, yo pensaba que esperaría un par de años
más para que su edad al jubilarse coincidiese con la de su mentor, con la de
Franco, al fin y al cabo el dictador fué como un padre para él,
proporcionándole una corona y un trono, regalos que siempre vinieron bien a los
borbones desde que, allá por 1700, al muy francés Felipe de Borbón, Duque de
Anjou, le incrustaran en la testa la corona de España.
Nuestro Juan Carlos
fue escrupulosamente educado en los Principios Fundamentales del Movimiento
Nacional, o sea del franquismo. Como
alumno aventajado aceptó de muy buen grado todo lo que la dictadura le exigía,
incluso que para reinar se obligase a su padre a una abdicación vergonzante.
Por España, todo por España.
Al ser proclamado
príncipe heredero del trono de España, Juan Carlos fue llevado a las Cortes, y
en presencia de Franco, los suyos y los Evangelios, juró lealtad a Franco y
fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales
del Reino. Por la Corona, todo por la Corona.
La verdad es que a
Juan Carlos le decepcionó un poco haber jurado tanta lealtad y amor por el
dictador, cuando lo hizo pensaba que su futuro sería otro, pero bueno, una
corona es una corona. Así se lo confesó a Sabino Fernández Campo (exjefe de la
Casa del Rey) cuando gobernaba Adolfo Suárez: “Yo aquí ni toco bola ni pinto
nada. Y la verdad es que yo creía que iba a ser como Franco, pero en Rey.” (1)
Siendo príncipe
pasó su vida de la mejor manera posible. Hasta se casó con la hija primogénita
de un rey griego, una prima tercera suya. Una prima que renunció a sus derechos
al trono griego e incluso a su religión, ya que siendo fervorosa practicante de
la Ortodoxia griega hubo de convertirse al Catolicismo por imposición del
dictador español. Por amor, todo por amor.
Cuando el dictador
se fue al Valle, Juan Carlos se fue a las Cortes y todos los franquistas, con
sus chaquetas blancas y sus camisas azules, le aclamaron como rey de España.
Por el Franquismo, todo por el Franquismo.
Luego vino eso
llamado Transición, con intento de golpe de estado incluido. Un golpe de estado
que Juan Carlos aprovechó para erigirse como salvador de la democracia. Un
golpe de estado confuso en cuanto a sus promotores, y cuya verdad quedará tan
enterrada como la que atañe al asesinato de Kennedy. Quizás con un buen
resultado Juan Carlos habría conseguido “tocar bola, pintar mucho y ser como
Franco”, que es lo que de verdad ansiaba, corona incluida.
Desde entonces
buena vida, de la mejor, distracciones sin fin, lujos, riqueza, cortesanas de
medio pelo, cacerías, regatas, sky, amistades peligrosas… y un discurso al año.
Toda una vida dedicada a España, y al trabajo bien hecho.
Ahora dice que ya
no puede más, que quiere vivir su vida, lo poco que le queda de ella, dedicado
a hacer lo que le de la gana y sin tener que dar explicaciones a nadie.
Cualquier día nos
enteraremos de que ha fallecido, será entonces el momento de sus alabanzas, de
las que le brindarán los monárquicos y los “juancarlistas”, junto con todos los
politicos a los que se les de un minuto de cámara… El ABC triplicará su tirada.
España se pondrá de luto, los republicanos españoles no.
Benito Sacaluga
(1) La gran
desmemoria. Pilar Urbano.
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