RESCATANDO FANTASMAS
ANÍBAL MALVAR
Seguimos a vueltas
con Bildu. Olvidando que es un partido democrático. Que abertzale no significa
lo mismo que etarra. Que ETA ya no existe. Que no se puede estigmatizar una
ideología. La Razón de hoy nos advierte de que el gobierno de Pedro Sánchez ha
pactado con los batasunos “el traspaso inmediato de 36 transferencias al País
Vasco y de 25 a Navarra”. Transferencias que están prescritas en nuestro
ordenamiento autonómico. Que, sencillamente, no se han descentralizado. Y
vuelve el diario de Planeta al mantra sobre Bildu: “el brazo político de ETA”.
Una cosa que no existe no suele tener brazos. “Son proetarras pero no tontos”,
añade el diario de Francisco Marhuenda. Y apostilla que “negociar con Batasuna
sí ensucia las manos y el alma”.
En El Mundo, el columnista
Rafa Latorre se pregunta “si no son más democráticos sus secuestradores que
Ortega Lara” al cavilar sobre la posible abstención de Bildu en la investidura
de Pedro Sánchez. En su página editorial, habla de “el infame apoyo de Bildu” y
de unos “encuentros secretos con Pablo Iglesias” que, de haber existido, no
serían en absoluto secretos si los cuenta el periódico. En El País, se nos
advierte de que “Pablo Casado insta al PSOE a ‘no vender Navarra”. Y en este
plan.
La derecha se cree
que los viejos estribillos aun funcionan. Nadie demonizó a Alianza Popular por
el hecho de que fuera un partido de origen franquista. Los siete magníficos que
lo fundaron habían sido ministros del dictador y sus crímenes fueron no solo
olvidados, sino ocultados por nuestra prensa y nuestra historia. Eso fue lo que
cimentó esa “pacífica transición” que estos mismos medios tanto ensalzan cada
vez que, en los calendarios, Franco se vuelve a morir.
En los malos
tiempos se decía que la existencia de ETA favorecía a según qué partido
político. Tras el 11-M, el PP demostró cómo el terrorismo vasco podía ser
incluso vestidura de un impudor electoralista sin precedentes (después hablan
de populismo). Ahora se reavivan los tópicos, los mantras, las estupideces de
siempre para ensuciar la investidura inevitable de Pedro Sánchez.
Los habituales
trolls vociferarán que esas mismas izquierdas que pretendemos blanquear a Bildu
queremos vacunar a la democracia contra Vox. Como si la política, la historia,
se pudieran blanquear como las coladas de ropa de cama. Bildu quizá sea el
recuerdo de una amenaza, pero Vox es una amenaza de presente y futuro.
Ya en 2015, tras
las elecciones, los sectores más radicales del abertzalismo –Iraultzen
Bilguneak y Herri Gorri– habían criticado a los nuevos abertzales de Bildu y
Sortu por abandonar el “movimiento más combativo”. Y, salvo que uno sea muy
malpensado, no se referían a poner bombas.
Lo malo del
discurso del miedo es que resulta cansadísimo inventar cada noche un nuevo
fantasma. Y esto de repetir viejos fantasmas, resucitar a Josu Ternera, alertar
de dudosas ventas de Navarra (¿cómo se vende o compra un territorio, y a
quién?) yo no sé si tiene ya mucho recorrido. Pero ahí siguen. Será que les
funciona.
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