CUANDO LA FAMILIA DE ALMEIDA PIDA
QUE SE BORRE SU NOMBRE
DAVID BOLLERO
La misma semana que
la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica se ha hecho con el
dominio www.franco.es para relatar los crímenes del Franquismo (con foto del Borbón
junto al dictador), el nuevo alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida
(PP), da muestras de su nostalgia por tiempos pretéritos. El regidor
intensifica la censura a que nos tiene acostumbrada la derecha.
Los términos de un
bochornoso pacto con la extrema-derecha no es lo único que la PP y Ciudadanos
han hurtado a la ciudadanía en Madrid; la campaña reivindicativa del Orgullo
LGTBI ha sido amputada, eliminando los lemas que recordaban a l@s grandes
activistas que conquistaron derechos hacia una igualdad que los sectores más
conservadores negaban y siguen negando.
No es lo único
contra lo que está arremetiendo la tríada PP-Cs-Vox: además de volver a
perjudicar gravemente la salud de l@s madrileñ@s recortando el alcande de
Madrid Central, el Consistorio arrasa con la agenda cultural que el equipo de
Manuela Carmena había preparado. A la derecha no le importa el grado de
colaboración con la ciudadanía que había detrás de ese programa, desde los
tangos en Ópera a la emblemática La Gasolinera, el espacio vecinal promotor de
cultura.
Los de Almeida y
Villacís no sólo censuran sino que, además, lo hacen adoptando una postura
cobarde. Por ello han de recurrir a la mentira, a las excusas, en lugar de ir
de frente y decirle a la ciudadanía que Vox les ha abierto las puertas del
Ayuntamiento para imponer sus doctrinas que, para nuestro dolor, son contrarias
a la libertad y los Derechos Humanos (DDHH).
Labores de
mantenimiento, exigencia de solicitud de permisos con 40 días cuando antes
bastaban 10… todo mentira. La derecha y los neofascistas han pasado, es cierto,
y lo han hecho con la misma soberbia con que lo hicieron antaño. Volveremos a
plantarle cara, no consentiremos que nos arrebaten a libertad, que pisoteen la
cultura y la unión vecinal. Estos partidos han llegado con la mercantilización
bajo del brazo, con su acostumbrada inquina ante gestos desinteresados e
inclusivos, con su alergia a la solidaridad. Sin embargo, van a toparse con
ración doble, porque el pueblo ya no está dispuesto a que se le imponga el
Gobierno como si él fuera quien sirve y no a la inversa. Eso se acabó.
Almeida podrá
mantener la memoria a Franco, como ya ha indicado que hará, o acabar con los
foros locales, esos espacios de participación ciudadana que expandían la
democracia por los cuatro costados de la ciudad, pero no lo hará gratis. Lo
vamos a retratar, lo haremos entre todas y todos. La mancha que va a dejar en
la Historia avergonzará a sus hijos e hijas, que ya vendrán después pataleando
para que se borre su vergonzante nombre de los artículos académicos. Y
permanecerá.
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