VEREMOS ANTES UN MINISTRO DE VOX
QUE DE UNIDAS PODEMOS
POR ISAAC ROSA
¿Se imaginan a
Santiago Abascal como ministro en un futuro gobierno de las derechas? No, yo
tampoco, y mi imaginación es tan pobre o tan sensata que ni siquiera se me
ocurre qué cartera podría ocupar un tipo así. Pues siendo inimaginable, háganse
a la idea de que veremos antes al líder de Vox con cartera ministerial, que a
Pablo Iglesias o cualquier dirigente de Unidas Podemos.
En mi pronóstico no
sé qué pesa más: si la naturalidad con que el neofascismo se ha metido en
instituciones y gobiernos por toda España; o el rechazo que sigue generando
Unidas Podemos después de cinco años en política. La coincidencia de ambas
circunstancias, la fácil acogida al neofascismo y el rechazo a la izquierda,
dice mucho de nuestra democracia.
En cuanto a lo
primero, me sigue pasmando la alegría con que PP (sin complejos ni disimulo) y
Ciudadanos (acomplejados y negando la evidencia) han reconocido como un actor
político más a un partido de extrema derecha, xenófobo, machista, homófobo,
neofranquista y que es una amenaza para nuestras libertades y derechos. Ningún
resquemor en negociar y firmar acuerdos de gobierno que incluyen repartos de
cargos (ni caso al teatrillo de estos días). Me pasma a mí, y pasma a toda
Europa, incluidos sus homólogos conservadores y liberales.
Lo hacen en
ayuntamientos y comunidades, así que, llegado el caso, ¿alguien duda de que el
PP estaría dispuesto a sentar a Abascal o a Ortega Smith en el Consejo de
Ministros? En realidad la pregunta tiene truco, porque ya está respondida:
Pablo Casado ya lo ofreció en vísperas de las elecciones generales, a la
desesperada.
Impresiona también
el relajo con que los grandes medios y el poder económico observan esa
normalización de la ultraderecha. Compárese con la hostilidad y el alarmismo
histérico contra Podemos en sus primeros tiempos, ¿se acuerdan? ¿Imaginan que a
Vox le aplicasen la misma lupa que al primer Podemos, a sus dirigentes, sus
vínculos, sus finanzas y sus tuits viejos? De Vox no quedarían ni las raspas, y
sin embargo ahí están, con sitio propio en cualquier tertulia televisiva.
Qué diferente la
actitud hacia Unidas Podemos. Después de cinco años de actividad institucional,
habiendo participado en los principales ayuntamientos, presente ya en gobiernos
autonómicos, y tras rebajar su ambición transformadora hasta equipararse a la
socialdemocracia clásica; pues todavía hoy la sola posibilidad de que entren en
el gobierno del Estado y tengan poder directo sobre políticas públicas,
organismos, presupuestos e información sensible, pone de los nervios a muchos,
renueva los cantos de sirena de grandes coaliciones, y hasta podría llevarnos a
una repetición electoral.
Pues mira, si yo
fuese el PSOE, no dudaría en hacer a Iglesias ministro. Más aún:
vicepresidente. Quizás fuese la vía más rápida para acabar políticamente con
él, porque un sillón ministerial puede ser un trampolín pero también una silla
eléctrica que achicharre al titular. Sobran los ejemplos. Y en el caso de Iglesias,
viene ya linchado de casa, y con la trituradora político-mediática siempre
pegada a sus talones. Desde que entrase por la puerta del ministerio se
desataría la cacería política y mediática contra él. Oye, a lo mejor es la
forma más fácil de quitártelo de encima, ¿no? Pues ni por esas quiere el PSOE
un gobierno de coalición.
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