AMENAZAS DE LAS REDES 5G
SILVIA RIBEIRO
Las nuevas redes de
conectividad con tecnología 5G conllevan riesgos sin precedentes para la salud
y el medioambiente, para la vida humana, animal y vegetal. Siendo éste un
aspecto fundamental, por el cual no debería permitirse su expansión, es
solamente uno de los muchos problemas que implica su desarrollo. Son un
elemento crucial de grandes transformaciones –mayoritariamente negativas– en
múltiples aspectos de la vida económica, política y social de los países.
Afectarán radicalmente, la producción de servicios y el comercio internacional,
y proveerán nuevas formas de vigilancia y control, todo ello centralizado en
manos de unas cuantas empresas trasnacionales y algunos gobiernos. Tanto para
China como para Estados Unidos, la expansión de tecnología 5G es una política
de gobierno, lo cual es trasfondo del bloqueo a Huawei, ya que China está más
avanzada en su desarrollo.
Las redes 5G,
llamadas así por ser la quinta generación de redes de comunicación inalámbrica,
prometen ser notablemente más rápidas y con más capacidad de trasmitir datos
(mayor ancho de banda), por lo que podrían cubrir una cantidad mucho mayor de
conexiones en el mismo espacio. La idea es aumentar la velocidad de descarga
hasta 20 veces más rápido que con las actuales redes 4G. La tecnología 5G no es sólo un desarrollo de
las anteriores, también cambia la frecuencia de onda con que se trasmite.
Agrega una frecuencia de ondas milimétricas, mucho más cortas que las
anteriores y con una densidad mucho mayor. Como su rango de alcance es significativamente
menor, para que sustituya a las redes actuales y expanda su potencial, sería
necesario instalar una enorme cantidad de antenas de rangos cortos, cada 100
metros (10-12 casas) en zonas urbanas. Estas estarán a su vez conectadas a una
densa red de miles de satélites de baja altura, por lo que sus promotores
aseguran que podrían conectar cualquier área en el planeta y que no sufrirán
cortes de trasmisión.
Esta capacidad de
conectar más dispositivos a las redes inalámbricas, hará dar un salto cuantitativo
al internet de las cosas, que se refiere a las conexiones inalámbricas entre
todo tipo de aparatos industriales y domésticos -desde teléfonos, computadoras,
pantallas, cámaras y autos que nos ven, máquinas de café, estufas,
refrigeradores, camas y otros muebles “inteligentes”, autos, dispositivos de
salud, todo ello conectado a nuestros
expedientes médicos, laborales, crediticios, educativos, hábitos de consumo,
actividades de tiempo libre, etc.
También en entornos abiertos o plazas comerciales, centros educativos y
de atención pública será posible una multiplicación exponencial de sistemas de
conectividad, vigilancia, rastreo e identificación, enmarcados en las llamadas
“ciudades inteligentes”, con una multiplicación de drones y vehículos no tripulados
para servicios, entregas y vigilancia.
Todo esto
representa una invasión de los espacios, las mentes y los cuerpos como nunca
antes habríamos podido imaginar, siendo además una fuente inagotable de datos
sobre nosotros y el cuerpo social, para vender a empresas de seguros, de
medicamentos y muchas otras mercancías, e incluso a entidades políticas y de
manipulación electoral, como explica Sally Burch
(https://www.alainet.org/es/articulo/197691).
Junto a ello,
aumentará exponencialmente la exposición a radiaciones electromagnéticas de las
personas y todo ser vivo, un tema ya pendiente con las redes de comunicación
existentes. Sobre estas últimas, existen numerosos estudios mostrando los
riesgos de la radiación relacionada al uso de teléfonos móviles y wifi. El Consejo de Europa, por ejemplo, declaró
desde 2011 (EC resolución 1815), que se debería informar al público sobre los
riesgos, bajar el nivel de frecuencias permitidas, limitar las conexiones
inalámbricas y sustituirlas por conexiones cableadas en escuelas, bibliotecas y
lugares públicos, porque el riesgo es mayor para las niñas y niños.
Una serie de
estudios científicos refieren que estas radiaciones electromagnéticas producen
estrés celular, daños genéticos y en el sistema reproductivo, déficit de
atención y aprendizaje, trastornos neurólogicos y por conjunción de varios
factores, potencialmente cáncer.
Intervienen además los sistemas de orientación de aves, abejas,
hormigas, ranas, entre otros animales que han sido estudiados. Katie Singer, autora
del libro Una primavera silenciosa electrónica da cuenta de varios de estos
estudios, también sobre impactos en humanos.
(http://www.electronicsilentspring.com/)
No obstante, la
densa red de microondas milimétricas y capa de radiación electromagnética a las
que nos expondría la instalación masiva de redes con tecnología 5G no tiene
precedente. Tanto por el tipo de ondas, el aumento de la cantidad de aparatos
emisores y receptores, por la continuidad y asiduidad de uso, por la red
satelital para comunicarlos entre sí y por el proyecto de expansión global a
todas los rincones del planeta. Por todo ello, un grupo de médicos y
científicos de varios países, comenzaron un llamado internacional dirigido a
Naciones Unidas, con referencia a varios estudios, para detener el despliegue
de estas redes. Urge conocer y ampliar el debate, hay demasiado en juego.
(http://www.5gspaceappeal.org/)
- Silvia Ribeiro es
investigadora del Grupo ETC.
URL de este
artículo: https://www.alainet.org/es/articulo/200428
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