TONI CANTÓ SE PEGA OTRA
COLLEJA A SÍ MISMO
DAVID TORRES
Toni Cantó abandonó
la profesión de actor para dedicarse a tiempo completo a hacer el papel de Toni
Cantó, un personaje mucho más complejo y absorbente que cualquier otro que haya
interpretado sobre las tablas. Hacer de Toni Cantó no es nada fácil, aunque muchos
aseguran que él cuenta con la ventaja de ser Toni Cantó en la vida real, algo
que en buena ley debería considerarse un hándicap. Algo parecido les ocurría a
Robert Mitchum o a Humprey Bogart cuando tenían que interpretar a un borracho,
que la crítica solía decir que los tumbos, los balbuceos y los hipos ya venían
interpretados de fábrica. Para esos actores que están mamados las 24 horas del
día, el alcoholismo resulta su estado natural hasta tal punto que, de no estar
sobrios, serían incapaces de recitar el papel sin tropezar con los muebles.
Además, ni Bogart
ni Mitchum (que cuentan en su historial con algunos de los más grandes héroes y
villanos que haya dado el cine) tuvieron nunca que enfrentarse a un personaje
de la complejidad psicológica de David Pérez Pérez, el camarero tonto del culo
que encarnaba a la perfección Toni Cantó en la teleserie Siete vidas y cuyo
arco dramático se limitaba a soportar collejas. En la ficción, Toni Cantó se
quedaba en coma dieciocho años después de caerse en la ducha y recibir un golpe
en la cabeza al oír por la radio los tiros del coronel Tejero en el Congreso de
los Diputados. En la realidad todavía no se ha despertado y por eso a veces se
tropieza en los bares con Santiago Abascal, Ortega Lara y otros fervientes admiradores
del franquismo.
Las malas lenguas
afirman que la cantidad y la calidad de collejas propinadas por Amparo Baró
-que en paz descanse- en la nuca de Toni Cantó propiciaron una lesión cerebral
permanente que llevó al futuro diputado de Ciudadanos a expectorar sandeces una
detrás de otra. Como aquella vez que se puso a opinar sobre la violencia de
género, diciendo que la mayoría de las denuncias son falsas, que un tercio de
las víctimas mortales son hombres y que las estadísticas están sesgadas. O aquella
otra en que se preguntaba por qué Otegi tenía acceso a internet ya que creía
que el propio Otegi estaba tuiteando desde prisión. O aquella en que se tomó en
serio un chiste de El Mundo Today en que un portavoz de Vodafone se echaba a
llorar al anunciar las nuevas tarifas de la compañía.
Ayer mismo Toni
Cantó consiguió quizá su clímax en el papel estelar de Toni Cantó al explicar a
Ximo Puig que Miguel Hernández no podría haber publicado en castellano en la
Comunidad Valenciana cuando Miguel Hernández fue a morirse de tuberculosis,
hambre y asco en una cárcel franquista precisamente en Alicante. Las collejas
le cayeron a Toni Cantó por todos lados y de todos los colores, pero ninguna
más sonora, tremenda y elocuente que la que se metió él a sí mismo al poner de
ejemplo nada menos que a Miguel Hernández. Hay que aplaudirle.
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