ANOCHECE, QUE NO ES POCO
GUILLEM MARTÍNEZ
SUBIDÓN-SUBIDÓN.
TS. Informes finales de las defensas. La cosa consiste en que cada carácter
individual de la defensa evalúa lo que el juicio ha probado y lo que no.
Cargarán sobre la prueba de cargo, y plantearán la de descargo.
Es el momento del subidón-subidón de las defensas, el momento en el que los acusados aparecen desde su lado mejor, cargados de verdad y de derecho. Ese lado permanecerá en la percepción hasta que, glups, llegue la sentencia. Momento en el que vete a saber qué percepción impera –los informes de las acusaciones, tan fuera de madre, no ayudan a prever un futuro en el que no nos invadan los Transformers–. Cada abogado tiene para todo ese pack una hora por cliente. Algunas defensas se han quejado de ese escaso tiempo –que no está mal; el TEDH ofrece media horita a sus usuarios–, si bien el tiempo, en esta franja, como en la vida, no es tan importante como la genialidad en su uso. Un informe corto, repleto de efectos, con vigor narrativo, con juego de piernas, seductor, con capacidad intelectual, empático, y con una frase chachi con levantamiento de ceja en el momento indicado es mejor que un discurso largo y plomizoZzzzzz y, por lo tanto, afuncional. Estos discursos, para el caso, serán/deben de ser técnicos, pero en alguna defensa también serán políticos. Posibilidad que no debería excluir lo de la genialidad que les decía antes. Pero que, visto lo visto, no ayudará.
Es el momento del subidón-subidón de las defensas, el momento en el que los acusados aparecen desde su lado mejor, cargados de verdad y de derecho. Ese lado permanecerá en la percepción hasta que, glups, llegue la sentencia. Momento en el que vete a saber qué percepción impera –los informes de las acusaciones, tan fuera de madre, no ayudan a prever un futuro en el que no nos invadan los Transformers–. Cada abogado tiene para todo ese pack una hora por cliente. Algunas defensas se han quejado de ese escaso tiempo –que no está mal; el TEDH ofrece media horita a sus usuarios–, si bien el tiempo, en esta franja, como en la vida, no es tan importante como la genialidad en su uso. Un informe corto, repleto de efectos, con vigor narrativo, con juego de piernas, seductor, con capacidad intelectual, empático, y con una frase chachi con levantamiento de ceja en el momento indicado es mejor que un discurso largo y plomizoZzzzzz y, por lo tanto, afuncional. Estos discursos, para el caso, serán/deben de ser técnicos, pero en alguna defensa también serán políticos. Posibilidad que no debería excluir lo de la genialidad que les decía antes. Pero que, visto lo visto, no ayudará.
EL CASO DE LA COSA.
Lo político, en este juicio, está resultando en ocasiones contraproducente.
Salvo, diría, en la defensa de Cuixart, centrada en derechos fundamentales,
como el de asociación, reunión, manifestación. En el resto de las defensas que
han apostado por esa vía, no se ha apostado por esa vía. Los tramos políticos
son como discos dedicados. Han tendido a ser, en este juicio, fragmentos
orientados, antes que a la defensa, al espectador procesista. A otra defensa en
otro frente, vamos. En ellos se recurre a un temario y a una épica que la
defensa técnica se come con patatas para construir una defensa más efectiva. La
defensa técnica, en este juicio, ha consistido en explicar y demostrar que los
acusados mintieron a su sociedad. Así como suena. Literalmente. Ni más ni
menos. Cuidadín. Este juicio, que nunca se tenía que haber llevado a cabo, y
nunca jamás con los cargos que han dibujado las acusaciones, tiene esa
contradicción. Un Estado y unos medios de comunicación –por aquí abajo, el
Estado es eso: lo que uno quiera, pero con unos medios de comunicación Ultra
Sur– defienden que hubo un golpe de Estado. Otra instancia del Estado y otros
medios defienden que hubo un proceso de autodeterminación. No pasó nada de eso.
Y creo que este juicio lo ha demostrado para quien lo quiera oír. Es decir,
para nadie. Este juicio es, pues, una pelea entre dos instancias del Estado. Una
de ellas, con garrote y capacidad de llevarte a galeras. La otra, incapaz
incluso de eso. Es difícil practicar la defensa en este juicio buscando el
máximo beneficio para tu cliente –algo sagrado– y, a la vez, apostar por el
derecho penal –ese mal rollo– como fuente ética de solución a un conflicto
social en el que chocan dos mentiras, pocos políticos y millones de ciudadanos.
En ese sentido, hoy les hablaré de Javier Melero.
LA INSOPORTABLE
MELERIDAD DEL SER. Melero empezó este juicio, hace 51 sesiones, a su bola. Fijó
que aquí se juzgaban derechos fundamentales. Pero que esto era un juicio penal.
“Ni más, ni menos”, dijo. Y agregó que este juicio podría ser cualquier otro
juicio penal, “como el de una estafa, como el de una alcoholemia”. Podría haber
citado, en lugar de esos ejemplos, otros más edificantes. Pero dijo “estafa” y
“alcoholemia”. Ahora creo comprender que, con esos ejemplos, daba una
descripción de lo sucedido, un posicionamiento moral ante ello, a través de dos
sinónimos: de mentira y euforia. No son delito. Son una región de la política.
Por aquí abajo, pronunciada, autosuficiente. El informe inicial de Melero
finalizaba planteando el absurdo de la situación, lo absurdo de los cargos.
Durante el juicio, a través de esa defensa técnica, y de esa broma para consumo
propio –estafa, alcoholemia–, Melero ha puesto contra las cuerdas a la
Fiscalía. Y a su planta superior, que no es lencería, sino todo lo contrario:
Gobierno y Estado. Ha solventado, con habilidad, la defensa de su cliente –es
más, diría que la ha ampliado al resto de acusados–, y el posicionamiento ético
desde el derecho penal. Hoy, con su informe final, lo ha bordado. Simplemente.
Ahora mismo estará en casa, con los pies sobre la mesa, tomándose un Cardhu, o
lo que sea que se metan los Melero.
FAULKNER. Ha
empezado alto. Ha explicado el Derecho Penal como Derecho Constitucional
aplicado. Ha explicado lo poco que ha participado la disciplina en los sucesos
–tortazo con la mano abierta a instrucción y Fiscalía–, y que eso, tachán-tachán,
es lo que va a pasar ahora. Se pela los cargos de rebelión y sedición –figura
que ni trae a colación–. Para ello utiliza “los brillantísimos” informes de las
acusaciones –plaf–. Explica que Fiscalía trajo a colación la pirámide de Kelsen
para “traer a colación a los nazis”. “Y en una discusión, el primero en citar a
los nazis, pierde”. Explica el absurdo de una rebelión por parte de la Gene, en
tanto que “aunque esto puede no gustar a alguien” –los acusados, el público
consumidor de procesismo–, “la Gene hizo todo lo posible para abandonar el
poder” –el 27O; plaf–. Vamos, que hizo lo contrario a lo comunicado a su
sociedad. Establece aquí qué hechos no son relevantes para la causa. No lo son
todos los hechos que se inician en 2012, mucho antes de que se abriera la
instrucción, y que han aparecido en el informe de Fiscalía como pruebas. No lo
es el Llibre Blanc, no lo es ningún programa electoral. No lo es la actuación
policial –de todas las polis– los días en los que se ha centrado el juicio.
Habla de un “gravísimo déficit de organización policial” –y “a la policía no se
la defiende dándole coba, sino explicando la ineptitud de sus mandos”–. Explica
que el 1O, las policías coordinadas por Pérez de los Cobos –una figura cuya
singularidad de coordinador sin mando que mandaba supone otro plaf–
incumplieron el mandato judicial. Plaf. Optaron, vamos, por un objetivo
político, no por el encargado. Plaf.
Por otra parte, la ciudadanía, el 1O, “no
estaba ejerciendo ningún derecho, pero tampoco ningún delito”. Habla de lo que
sí debe de ser objeto de enjuiciamiento. Y alude a la desobediencia. Asume el
delito de desobediencia –exento de cárcel– para su cliente. “Desobedeció al TC,
pero dispuso los Mossos para el 1O, reforzó los servicios tal y como pedía
Fiscalía y el TSJC” –plaf–. Más sobre rebelión: no pudo haberla cuando no hubo
Estado de Sitio, ni refuerzos en estructuras críticas, ni el Gobierno tampoco
hizo informes de adjudicación de armamento a los cuerpos policiales. No la hubo
porque hubo reversión: desde el primer momento, no hubo resistencia
gubernamental cat al 155 –plaf–. No hubo rebelión porque el Fiscal General
declaró, el 27O, que no habría cargo de rebelión si no se declaraba DUI, y que
no la declaró –“la Gene incumplió todo para declarar una República”; plaf–. No
hubo rebelión porque esas cosas se hacen con armas, y en el articulario se
detalla que quien las deponga tendrá beneficios jurídicos, a los que no pueden
acceder los acusados, al no tener, precisamente, armas. Habla de la creciente
desconfianza del Estado hacia cualquier institución catalanista, desconfianza
que lo ha impregnado todo y, en primer lugar, las actuaciones policiales. Habla
de delitos producidos en aquellos días: contra el orden público, y actos
concretos y aislados de resistencia a la autoridad. Habla de que una
manifestación, por molesta o ruidosa que sea, debe de ser asumible en
democracia. Habla de que todos los planes policiales para el 1O fueron
inútiles, pero que sólo el de los Mossos tenía aspecto de plan –hojas, grapas,
lógica–. Se pela la malversación –“los presupuestos de mi cliente fueron
aprobados por Consejo de Ministros”–. Para finalizar, arquea una ceja y cita un
fragmento de la peli Amanece que no es poco. La GC detiene a un vecino porque
ha plagiado a Faulkner. Y reivindica una Esp en el que las polémica sean esas.
Es decir, equipara lo que aquí sucede a un problema forzado o absurdo en una
peli absurda, como plagiar a Faulkner. Por otra parte, un genio en lo suyo,
pero un racista. Quizás es el último plaf de Melero.
ORACIÓN Y CIERRE.
Melero, más brillante que este pálido resumen, crea empatía, sobriedad
intelectual, atención. Y se pela los cargos a través de las pruebas facilitadas
por la Fiscalía. En mi opinión, con solvencia. Para ello dibuja la gran mentira
procesista, su “estafa”, su “alcoholemia”. Lo lógico, si ese discurso ha
suscitado el interés y la lógica del Tribunal, es que mañana, cuando todo esto
acabe, el Tribunal levante la prisión provisional de los acusados. Ya veremos.
Hoy Larra, por cierto, no trabaja. Le ha dado un telele cuando Melero,
aludiendo a la violencia del 20S, ha explicado que “se tiró una lata de cerveza
y una botella de agua. Conociendo al tipo de manifestantes, la lata estaría
vacía, y la botella de agua, llena”. Ahora mismo voy al Centro de Atención
Primaria para Fantasmas “Vuelva Usted Mañana”. Hasta mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario