JM AIZPURUA
Pues para ser mía,
yo debí haber dicho algo y entre lo que me presentaran para votar debían contar
nuestra verdadera historia, pero ni siquiera me dieron la oportunidad de
rechazar ese papel que, a usted, señorito, le sirve para seguir manteniendo sus
negocios, pero a mí; ni me va ni me viene.
¿Autonomía Canaria;
sin mares, puertos ni aeropuertos? No cuela.
No importa el color
del gato; pero el nuestro no caza ratones.
El Estado
democrático de derecho en este siglo XXI debe ser posnacional, o fracasará en
su destino. Los ciudadanos de otra nacionalidad diferente a la pretendida españolista
por el Sistema78, ya sean ibéricos, coloniales o migrantes, no pueden ver sus
raíces despreciadas y limitadas por un Estado excluyente y monolítico.
Una humillación
nacional, un origen de perdedor, una historia excluyente; no son bases para un
Estado democrático de derecho. Y los mitos deben tener base científica y
respetuosa por lo que la invasión, genocidio y colonización de las islas
canarias, deben ser revisadas, compensadas, y adaptadas a un siglo XXI. El
destino del Estado no puede ser ya la exclusión, si no la inclusión respetuosa.
El miserable
supremacismo nacionalista español que deja en el limbo a vascos, catalanes,
gallegos y canarios que se sienten ajenos a esa “nación inventada” que celebra
el día de la raza, que se enorgullece del esclavismo americano, que levanta la
mano en señal de fascismo, que aboga por expulsar al migrante, que cree en
Franco como benefactor olvidando su golpe de Estado, su dictadura, su millón de
muertos, es hoy material de desecho para construir un Estado de la UE.
¿Dónde está el
problema para reconocer la verdad histórica? ¿Quién se siente mal por aceptar
la realidad colonial de Canarias? Solo aquellos que quieren mantenerla pues en
ello obtienen sus metropolitanos negocios tutelados, son los renuentes.
Porque no está en
el pasado la problemática canaria, que es la que es, sino en ese futuro que nos
aleja cada vez mas de Baviera por muy R.U.P. que la UE nos defina, pues
montados en el tren de las Comunidades Autónomas en el furgón de cola; llegamos
tarde y mal a todas las estaciones.
Se rescatan los
bancos, se rescatan las autopistas, ¿y por qué no se rescata Canarias? No hay
duda de su estancamiento social y su distancia europea ¿Por qué no se la
rescata? Nunca se le dio un Plan Marshall y por ello se resiente de su
sobrexplotación y abandono propios de los regímenes coloniales. Hay
generaciones de familias marginadas a través de los tiempos, que nunca salen de
la pobreza y la supervivencia, faltos de toda posibilidad distinta de la
migración. No es justo ni merecido.
¿No encuentran
diferencia de “colonización” entre el gibraltareño y el guanche? pues allá
ustedes y que Muiños los asista.
Dejemos ya las
monsergas, los falsos relatos y los perros de la bandera, Canarias es algo
vivo, con pasado y con futuro, y es la responsabilidad del señorito soltar sus
amarras y que la institucionalidad del siglo XXI, en sus términos insulares, estatales
y europeos, le ofrezcan la mejor versión para que sus habitantes puedan aspirar
a la dignidad vital y laboral a la que su posición les acredita. No es pedir
demasiado
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