EL TIMO DE LA CREACIÓN DE EMPLEO
POR MIGUEL ANGEL LLANA
No hay partido
político, ni político con aspiraciones, que no ofrezca como prioritario crear
empleo y además de calidad. Así construyen su eslogan electoral que olvidan al
día siguiente para volver a instalarse en las políticas de siempre en las que
el empleo queda relegado. Solamente cuando exista la expectativa de negocio se
origina un gran movimiento para promocionarlo y, para justificarlo, argumentan
que creará empleo, cuando de lo que en realidad se trata es de empresas o
proyectos muy intensivos en capital y muy poco empleo, con la perversión
añadida de que parte del capital y de los recursos necesarios
-infraestructuras, exenciones fiscales, contaminación, etc.- serán a costa del
erario público, es decir, a nuestra costa y a mayor gloria del amo invisible
del poder económico, que es el que realmente nos gobierna a todos pero para
empobrecernos cada vez más.
En este punto estamos y parece que para seguir, porque otras expectativas ni siquiera se vislumbran, a juzgar por la esencia de los partidos en el poder o en la oposición. Todo ello regido por los principios y ética inculcada a los ciudadanos, en los que prima el poder del dinero, sin importar qué medios y a costa de qué o de quién se consigue. Nunca el fin ha justificado tanto a los medios empleados. Y no es para menos, en la cima del progreso y de la abundancia, destaca la brecha creciente entre ricos y pobres. La pobreza a la que está condenada un tercio de la población es la consecuencia inmediata, junto con la amenaza latente para otro tercio de una clase media que ha dejado de serlo, aunque siga creyendo que lo es.
En este punto estamos y parece que para seguir, porque otras expectativas ni siquiera se vislumbran, a juzgar por la esencia de los partidos en el poder o en la oposición. Todo ello regido por los principios y ética inculcada a los ciudadanos, en los que prima el poder del dinero, sin importar qué medios y a costa de qué o de quién se consigue. Nunca el fin ha justificado tanto a los medios empleados. Y no es para menos, en la cima del progreso y de la abundancia, destaca la brecha creciente entre ricos y pobres. La pobreza a la que está condenada un tercio de la población es la consecuencia inmediata, junto con la amenaza latente para otro tercio de una clase media que ha dejado de serlo, aunque siga creyendo que lo es.
Cada modelo
económico responde fielmente a unos principios y a él se supeditan las reglas
de juego de los partidos. Las diferencias entre partidos, dentro del modelo
económico imperante, son mínimas, como no podría ser de otra manera. Pueden
suavizarse los modales, pero los despidos, la precariedad, los desahucios, la
evasión fiscal, el fraude, la corrupción y, en general, el predominio de lo que
han venido en denominar “los mercados” como santo y seña y referente del
sistema económico, es exactamente el mismo para todos y cada uno de los
partidos. Y, en este sistema económico la creación de empleo, no pasa de ser un
efecto colateral, nunca prioritario, contrariamente a lo que predican los
partidos del sistema, que para esto están, aunque digan lo contrario.
Veamos. Nuestro
modelo económico, nuestra economía, se rige rigurosamente por la rentabilidad.
Si un negocio, si una empresa no es rentable, sencillamente no es viable. A
nadie se le ocurre comenzar por crear empleo si no es para obtener un beneficio
y requerirá tantos empleos como necesite para maximizar la inversión realizada.
Los negocios, las empresas se rigen por las leyes mercantiles y tienen como fin
prioritario el beneficio. Por supuesto que ni siquiera importa la necesidad ni
la utilidad social que puedan generar los productos que fabrica o el empleo que
puedan crear. El beneficio es lo esencial e incluso, si en otra actividad se
puede obtener una rentabilidad mayor, allí se desplazará la inversión. En este
modelo económico la deslocalización, los despidos, los Eres y los cierres no
obedecen más que a lo anterior, exclusivamente. Los ingresos menos los gastos son
los beneficios, y solo éstos son lo que importa al capital invertido, ninguna
otra cosa y nada que ver con la utilidad de los productos fabricados ni con el
empleo.
Para llevar a cabo
cualquier actividad económica es imprescindible disponer de recursos, quien no
los posea solo le queda buscar empleo allí en donde pueda. Nada nuevo, nada que
no se sepa, pero parece que algunos o no quieren enterarse o disfrutan
dejándose engañar con el manido discurso de los partidos políticos. Partidos
que no tienen por misión precisamente crear empleo sino “gobernar” dentro del
sistema económico cuyo fin es la maximización de los beneficios, no otra cosa.
La posibilidad de crear empleo siempre estará supeditada a quien disponga de
recursos y siempre que considere que puede rentabilizar la inversión necesaria.
Lo llamaban
capitalismo, ahora neoliberalismo, ninguna diferencia esencial, solo en
apariencia y en algún matiz que en nada cambia ni la esencia ni el fondo del
sistema. Unos posen los medios y otros no, éstos solo tienen la disponibilidad
de trabajar al servicio de los poseedores de esos medios. Muchos de estos
asalariados, en el colmo de la ausencia de conciencia de clase, han «escapado»
de su situación real mediante un recurso «imaginario»: ahora no son trabajadores,
son emprendedores.
La diferencia es
clara. Las empresas y actividades neoliberales se rigen exclusivamente por la
rentabilidad, nunca por los beneficios sociales. Para las empresas públicas
cuenta la rentabilidad social y su utilidad, no los beneficios. Pero sucede que
los servicios prestados son de la mayor demanda, de la mayor necesidad, y por
ello son tan apetecibles por las inversiones privadas para obtener una
rentabilidad económica tan cuantiosa como segura. La perversión política y de
los políticos o del partido al que pertenecen, es privatizar los servicios
públicos con el argumento de que no son rentables económicamente, como si éste
fuera su objeto.
El modelo descrito
es insaciable y tiene una sustanciosa posibilidad de progresar si consigue privatizar
servicios públicos, lo que implica el recorte de prestaciones sociales. En ello
están y a ello están colaborando los partidos de la derecha y los de la
izquierda. Unos de forma clara y directa y otros aceptando la situación como
mal menor, cuando no colaborando directamente o dejándose embaucar con la
trampa de la creación de empleo.
Con este modelo
económico, nunca se ha creado empresa alguna ni para dar empleo ni para cubrir
necesidades. Y, aunque sea una simpleza repetirlo, en el modelo neoliberal, el
empleo solo se crea para beneficio de la inversión. Pero todavía hay más, los
beneficios están ligados a los salarios, de modo que éstos están amenazados,
siempre a la baja, ante cualquier merma de los beneficios e incluso sin merma,
todo dependerá de la correlación de fuerzas. La precariedad es la esencia del
sistema y el paro es necesario para garantizar la precariedad.
En medio de este
panorama, tanto la derecha como la izquierda, dicen que apuestan, de un modo o
de otro, por mejorar el sistema. Sistema que está condenado a una tasa
decreciente de ganancia, dada la creciente necesidad de capital constante
(medios de producción) y la decreciente necesidad de capital variable (fuerza
de trabajo, salarios).
El timo de la
creación de empleo: el sistema no tiene por misión crear empleo, sino
beneficios, solo beneficios, el empleo realmente es un “mal menor”.
El tema no se agota
con estas breves reflexiones, por supuesto, pero de momento, huyamos de la
demagogia de los partidos y del juego de los progres
No hay comentarios:
Publicar un comentario