JM AIZPURUA
La batalla que se
plantea en el Estado, que la casta pretende “nación”, en este momento se dirime
entre una Ley que enfrentada a una Razón pone sobre la mesa la inercia de la
tradición contra la realidad del progreso racional. Los actores son siempre los
mismos: la casta contra el pueblo desinformado y manipulable, y también lo es
el objetivo perenne de mantener su negocio a buen recaudo.
¿España es algo más
que 17 trozos? ¿Sí? ¿Y qué es?
No tienen respuesta
alguna para ello y recurren siempre a la trampa saducea, a la vulneración
semántica, al trilerismo habitual que en el 78 constitucionalizaron la “nacionalidad”
diferente de la “regionalidad”, para luego salirse por peteneras al considerar
la nacionalidad como apéndice de la nación. Es decir que, las nacionalidades
vasca, canaria, catalana y gallega, son dependientes de la Nación española, que
nunca existió y que surge de esa Constitución 78, mientras que las
nacionalidades estatales hunden su existencia en la realidad histórica
peninsular o macaronésica. No se rían: lloren que no es para menos.
El reino español
fue antaño la finca exclusiva del monarca castellano a la que bajo la fórmula
“me lo robé y es mío” adjuntó territorios y naciones a los que arrancó sus
derechos usos y costumbres, allá donde pudo, y los sometió a sus leyes
supremacistas castellanas de religión inquisidora, de esclavismo racista, de
rapiña colonial, de machismo que aún continúa al colocar en su trono al pequeño
Felipe en contra de las leyes de vigentes que harían heredera a su hermana
mayor Elena.
Son tantas las
lesiones democráticas que afectan al Estado español, que es imposible
considerar su Ley como fuente de derecho en su territorio y deberá ser la Razón
la que enfoque su futuro. La operación “marchena” es el enésimo error histórico
que recuerda al franquismo parcantero “Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos
DOS” que al parecer no iba con el caudillo, monorquido confeso.
Poner razón,
racionalizar el Estado, reflejar la pluralidad dentro de instituciones comunes,
es algo sumamente difícil cuando este se ha basado en mitos y mentiras, y los
poseedores quieren hacer pasar por las horcas caudinas a los desposeídos, sean
de nacionalidad, de patrimonio o de color, raza, o sexo, y sobre todo de
religión.
La República, es
algo institucional sucesor de la obsoleta Monarquía, que permite la inclusión
sin necesidad de falsas raíces y que da juego a los países mas poderosos de la
Tierra en estos momentos: EEUU, China, y nuestros vecinos Francia y Portugal.
En la III República española cabrían todos por igual, ya sean los de la
plurinacionalidad, los nobles y los plebeyos, pero sin pasado para fijar el
futuro. Bello intento. Solo se necesita reflejar la realidad.
El infumable
constitucionalazo78 que no resuelve nada salvo el botín de los borbones y crea
una apariencia histórica que en nada se parece a la realidad de un Estado
fascista saliendo a la Europa democrática tras cuarenta años de dictadura
franquista, sin liderazgos y con la prisa e improvisación de una economía
destrozada y un movimiento estudiantil y obrero en ebullición, que obligaron,
tanteando, hasta donde podría cederse sin que se perdieran los resortes del
Poder; economía y justicia.
La Una, Grande y
Libre, es hoy 17, pequeña, y de la UE. Pero algunos no se atreven a verlo y
menos a decirlo. Seguir con su cantinela y creer en grandezas que, salvo el gol
de Iniesta, no existen en el mundo real, nos están llevando al desastre.
En mantener la
falsa monarquía, la del VI borbón que es la I francón, se esmeran ahora pues
tras él viene la casta en pleno con sus corrupciones, con su represión, y con
el robo del futuro de las gentes que tienen la desgracia de pertenecer a las
instituciones donde se puso el sol para siempre y ahora es el paraíso de las
eléctricas.
Nunca podrán
cambiar la historia y su futuro se extinguió hace ya demasiados años
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