LAS VOCES QUE
NO CALLARON
POR MAITÉ CAMPILLO
No me pregunten quien soy
y si me habían conocido
los sueños que había querido
crecerán aunque no estoy
ya no vivo pero voy
en lo que andaba soñando
y otros que siguen peleando
harán nacer otras rosas
en el nombre de esas cosas
todos me estarán nombrando.
[‘Milonga del fusilado’ del periodista uruguayo
Carlos Mª Gutiérrez]
LA MEMORIA: portavoz de la historia
¡Ay! (Las
lindes del olivá / anchas pa’ los don mucho / estrechas pa’ los don ná).
Escribe Enrique Mariño: <<Primero fue el yugo de la miseria y
después las flechas de Franco. El flamenco como vómito de las penurias, un
quejío que sobrellevaba el fardo del explotado. Nació este arte como
contestación del oprimido ante la injusticia. La mina, el campo, la fragua…
Exigía esa voz del sin tierra la sobriedad del cante jondo, profundo como el
agujero del bolsillo de un pobre. Y así, desnudos como la necesidad los trajo
al mundo, cantaron contra el señor lo que no podían espetarle ni esputarle a la
cara ¡Ay! (En el viaje de la vida / van los ricos a caballo / los caballeros a
pata / y los pobres arrastrando) De lo folclórico, a lo político, Manuel Gerena
lo pagaría con una persecución implacable: Dicen que cavo mi fosa / cuando le
canto a mi pueblo / pero forjo libertad / y por esta causa muero. Como al
principio de los tiempos, las letras volvieron a ser sutiles en los años
cuarenta y cincuenta, por no decir vacuas. España de Franco y pandereta: el
nacionalflamenquismo, como lo acuñó Francisco Almazán en la revista Triunfo. El
régimen despojaba el flamenco de rabia y conciencia: un cante sin garganta, una
guitarra sin cuerdas, un zapateado sin suela, un baile sin vestido. El cinto y
la censura acallaron la disidencia, transfigurada en una muñeca con traje de
sevillana sobre el televisor>>.
La memoria
llega como un oleaje sacudiendo mis sentidos sumiendo en el día el amanecer, es
mi causa un ideal innata agarrada a la piel que me ofreció el marco de llegada
a este mundo, el imposible va más allá, siempre más allá de los que
presentándose en aparente compromiso, posible, nos desvíen. Dicen que el
carácter es como un destino que nos acompaña toda la vida, se muestra en
nuestras aversiones, antipatías, gustos y preferencias, es la forma de sentir y
pensar forjando nuestro perfil en la defensa ideológica como en las actitudes,
inclinaciones y conductas, pero sobre todo el carácter lo manifestamos en
dichas pasiones, que una y otros acreditan inconfundible donde la copia ajena
huelga. La memoria arropa refleja los ideales da significado a la vida, pasa
por la creatividad de no dilatar más el tiempo en la nada y empujar pa`lante la
historia, hacia la cima idílica donde otro mundo es posible sin perder la vida
entre lo superfluo que acosa e impone. Educada en los retos que elevan un
origen en familia, defino nuestra clase, siempre seguirá habiendo gentes en
ella que creen en lo imposible. Por ello es que me sigo encontrando a mi misma,
reconociendo las diferencias y distancias, dando valor a las salidas, a las
irrupciones, ningún cambio que no confirme la regla allí donde me encuentro lo
que en toma de conciencia conlleva la llegada al punto de partida: observar,
retener e interpretar el caminar sobre el mundo que rodea mi vida. Valoro mi
adelante en ella contra el sentimiento de extranjería e impotencia, empeño
donde el conocimiento forja la conciencia y en cada paso cobra sentido la
responsabilidad invertida, y la entereza como la destreza se acalora, vibra y
se encabrita (equilibra) contra lo superficial dando por bueno lo impersonal lo
mediático del estar ‘porque hay que estar’ y seguir lo que en boga la corriente
lleva al desconociendo absoluto de la sustancia real transformadora de los sin
tierra –errantes por la trampa de la gran ciudad cerrada en
estamentos de escalofrío– clamando justicia que en siglos nos
niegan.
No es fácil
formar parte del mismo fuego de los que no sufren en sus venas la
inconsciencia, del inconsciente, y hasta de la consciente que no quiere
distinguir jugando a lo sordo y se ciega e impone igualar a los unos con los
otros, sobre la atrocidad, sin saber ni importarle ni conocer ni sentir la
altura de nuestras huellas, ni combatir por los mismos derechos hasta atreverse
aconsejar como ayudarnos a reconducir nuestro ‘fracaso’ ortodoxo por sectario:
tal son los esfuerzos prestados incrustando la bajada de principios por doquier
¡Ay! (Triana, Triana / que bonita está Triana / cuando le ponen al puente
/ banderas republicanas). Viene a cuento la entradilla al son de los
vientos del sur del cante obrero, en recuerdo a la figura de un joven de origen
y sentimiento muy rondeño, y Ronda (dicen) que se olvidó de él. El tiempo el
implacable, vence tinieblas y sentimientos, impulsos y nostalgias, pasa sin
mirar atrás. El mío no es sino una pausa un atrevimiento un desafío un acto de
aprecio contra el sedentarismo silencioso presto al olvido. Recordar a Luis
Marín es recordar la miseria, que por igual implacable, sigue cambiando las
formas en estocada inalterable, siempre alerta ni tan lejos ni tan cerca al
acecho entre las sombras, generando nuevos suburbios como telón de fondo sobre
las ciudades de la trampa y sus patrimonios en especulación permanente. Del malagueño
es la Cantata de Andalucía y Nuestra Palabra (El anarquismo Andaluz) como
cantautor del flamenco revolucionario, que a igual que ‘El Cabrero’, Manuel
Gerena, José Menese, Enrique Morente, Juan Pinilla y más decenas esparcidas por
su tierra, fueron, aún son llave y testigo dando rienda suelta al compromiso
político forjado en otro implacable: el de la dignidad, con toda su cultura y
toda su voluntad revolucionaria más fuerte que lo imposible, escudo de
identidad del reivindicando al son de un futuro más allá del ‘General’ y la
transición que le revindicó, conscientes, de que nada cambia si no lo haces
cambiar. El rondeño (desde Vallecas) ofreció múltiples recitales en barriadas
obreras y a estudiantes pues de tanto ir a cantar a la universidad dicen que se
puso a estudiar, y sobre todo siguió cantando, trabajando y pensando en sus
composiciones literarias. Perteneció a la vanguardia del flamenco crítico
reivindicativo durante los años de esterilidad y privación donde todos los
sueños de vida están prohibidos. Dos discos le dio tiempo a grabar, hasta que
le arrebataron la vida, que no deberían perderse en el olvido, crónicas
cantadas impregnadas de historia que forman parte de su huella: muere joven,
asesinado por militares en el paseo de Calvo Sotelo, cuando regresaba de
visitar una exposición de Joan Miró.
Se mantiene
la palabra vigilada, la esperanza incierta, la libertad sumida en un letargo,
sigo reivindicando perfumando los días en el intento de forzar las cerraduras
de los que engrillan la libertad, ejemplo de la resistencia del abrir caminos
al andar prestos a limpiar el poder de corrupción y corruptos que anidan hoy al
respaldo de la Comunidad Europea, látigo impostor hiriendo todo un continente
en la falsa identificación mediática, apostando por un poder bélico ajustando
la especulación y las guerras a los talones al amparo inducido del yanqui
imperialismo. Siguen imponiendo el antagonismo, como en era de Luis Marín,
emigrante como miles de andaluces que como bandadas de pájaros amenazados por la
sequía y el hambre buscan desesperados fuera de sus tierras en manos de
caciques desquebrajando su cultura y sus familias en busca de un camino una
salida que llega al Madrid de las chabolas, donde un 20 de junio de 1978,
cumplidos los 30 años lejos de su tierra porque ni todo es España, ni toda tu
tierra ni tu gente ni tu cultura ni son las mismas inquietudes ni inspiración
ni sosiego: Luis Marín es asesinado, atropellado por un coche a velocidad
puntual coordinada y precisa en el que viajaba la indumentaria militar. Había
nacido en Ronda en 1948 poco duró sobre el camino de la búsqueda como emigrante
en el barrio de Vallecas, hecho a las faenas del campo empieza en la
construcción compatibilizando jornadas a la descarga de mercancías apurando los
ratos libres cantando sus ducas. Pocos días antes de ser asesinado había sido
entrevistado por la revista Triunfo: <<A los diecisiete años, desde
Morón, a donde tenía que ir a vivir con mi madre, mientras que mi padre se
venía a Vallecas para intentar mejorar nuestra situación económica. Fue así
como me tocó, o nos tocó, reunirnos a toda la familia aquí, en el Pozo. Los
problemas de desarrollo, de adaptación, el ver una realidad urbana y proletaria
tan absolutamente dramática aceleraron mi toma de conciencia. Cantar se
convirtió en algo lleno de contenido, algo que me podía servir como herramienta
o como vehículo de expresión de todos estos problemas que yo veía a mi
alrededor>>.
En el mismo
sentido sin cortar el hilo conductor del renacer de jóvenes impregnados de cultura
propia y compromiso el cantante flamenco Juan Pinilla (cantaor y periodista),
invita en sus reflexiones escritas a un paseo literario que considera
necesario, dentro de la historia comprometida de artistas flamencos que han
seguido durante una parte de su vida la senda de la reivindicación social o
directamente han estado comprometidos con la República y su Revolución cultural
en una escala superior que les ennoblece. Representan la memoria cantada de los
últimos años del dictador, transición y preautonomía analizando la influencia
de la canción de autor andaluza en período de explosión reivindicativa: la
falta de trabajo, la explotación rural, la emigración, el problema de la
propiedad de la tierra, el latifundismo, el analfabetismo y el acceso a la cultura
por parte de las clases populares serán cuestiones recogidas por dichos
trovadores en respuesta colectiva: la reivindicación de una autonomía política
para el territorio andaluz y el canto a esa Andalucía futura, donde la rebeldía
y el flamenco, no siempre han ido de la mano. Según el talentoso cantaor Juan
Pinilla: ”obviar en la historia del flamenco la importancia del pensamiento
crítico y la acción política es eliminar de un plumazo lo que siempre se quiere
quitar de la historia el compromiso del arte por cambiar el mundo”. Tanto el
cantaor y periodista citado como Luis Marín, en su memoria, me llevan a la
pregunta del: cómo afrontar el paso del tiempo dentro de un paisaje tan
contrastado tan carente en lo político y tan fuerte en lo bélico tan inmutable
tan quien sabe…
Me duele las
canciones heridas muere la poesía y otros eslabones se imponen como un misil
dirigido. Hay palabras que pareciera que nacen muertas se autoreprimen
conscientes así mismas. Hay vida que desde que naces no tienes derecho a
sentirla ni derecho a decir lo que piensas ni lo que ves, así se desquebrajen
los muros de la casa de tus padres, dejando al desnudo las heridas del adobe
sangrando el dolor de los que fueron suyos. La cuna de los sueños imposibles
filtra la voz de una reforma agraria su <<revolución
agraria>> la que el poder de hoy como el cacique de ayer prostituye
como una necesidad insoslayable atentar contra lo más indefenso de la sociedad.
Y la voz de los gobiernos continuistas de las falsas democracias se convierten
en agua de borrajas. Se trata de repostar a la sombra de su paz cotizada en
banca, coge impulso y salta a las calles sin importarle el golpe a dar, en
breves días determinará el calibre de su estado de bienestar, su estatus
social, su liderazgo mediático como portavoz de reserva blandiendo el miedo, el
voto útil, arma poderosa lanzada como ventosa en grandes dosis de impotencia,
desfigura tu acontecer en la vida y el arte que de ti brota, trastoca tu
identidad, la descompone débil e insegura, anula tu personalidad convirtiéndote
en masa dando paso ante tus ojos el mundo que te aplasta: el poder absoluto. Se
eterniza como evolución política intercambiando rondas sobornables a forma de
galería de charlatanes: las democracias. Donde los imposibles sigue sumando
impotencia entre más rondas de gobiernos portadores de sus demencias y
catástrofes eternizando su dominio: poder absoluto intocable. No apuesto por un
suicidio colectivo hago que el desafío tome cuerpo: la insumisión política es
un derecho. Nuestras vidas no les pertenecen ni su ideario ni sus intereses, no
te enredes en las ramas, agárrate al tronco no sueltes el timón: el Cuarto
Reich no es la solución.
Maité
Campillo (actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)
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