LA PAPA, TAN LEJOS Y TAN CERCA
WLADIMIRO RODRÍGUEZ BRITO
JUAN JESÚS GONZÁLEZ
Hace poco más de un año, el treinta de junio del 2022, un buen grupo de mujeres de Benijos (La Orotava) se presentaron a las puertas de una gran superficie de alimentación en La Laguna intentando llamar la atención sobre las duras circunstancias que estaban viviendo, con buena parte de la cosecha sin vender, al mismo tiempo, se seguían importando papas de varias partes del mundo sin el más mínimo gesto de solidaridad hacia la producción local. Y
Nuestros campesinos se vieron con la cosecha sin vender y no solo en la comarca del Valle de La Orotava, sino en muchos otros puntos de Canarias mientras a las grandes superficies no paraban de llegar papas de fuera, nada menos que 64,8 millones de kilos en el año 2022 -en torno al 80% del Reino Unido- lo que viene a representar la importación de papas algo así como el 50% del consumo total.
En esas
circunstancias los precios que se pagaron por las papas locales en muchos casos
no cubren ni el 40% de los costes de producción, según denunciaron estos
campesinos de Benijos y nos vimos pagando al productor menos incluso de lo que
se pagaba vente años atrás. Situación insostenible de todo punto de vista y, en
cierto modo, de aquellos polvos en parte provienen muchos de los problemas con
los que nos encontramos hoy día de escasez y precios desorbitados a poco que
han surgido dificultades, esta vez en forma de escarabajo, con la importación
ya que la semilla que sembramos en las islas desde finales del siglo XIX
procede de las Islas Británicas.
Todo esto ocurrió
en medio de una coyuntura de aumento generalizado de los precios de semillas,
fertilizantes, combustibles y demás. La cuestión llegó a tal extremo que en
estas últimas cosechas parte de esas semillas importadas en el año 2022 se
quedaron sencillamente sin vender y muchas tierras balutas por aburrimiento del
sector y, sobre todo, por las pocas expectativas de cara a una rentabilidad
mínima. Sí, buena parte de esas tierras se quedaron en este 2023 convertidas en
zonas combustibles en forma de zarzales, helechos o cenizos en el mejor de los
casos y por donde en algunas zonas de los altos de La Orotava progresó sin
dificultad el último gran incendio, factor no menor a tener en cuenta en este
asunto.
En este contexto a
nadie debe extrañar que en este último año se haya reducido la superficie
cultivada drásticamente, en torno al 25% pasando de algo más de 4.000 hectáreas
a algo menos de 3.000 mientras en los años 70 estábamos hablando de más de
15.000 hectáreas sembradas. Al descenso brusco de la siembra se han unido unas
condiciones meteorológicas difíciles que obligaron a retrasar ésta por las
lluvias de enero y febrero, contratiempo que vino acompañado de unos meses
posteriores secos donde hubiera sido fundamental disponer de redes de riego con
las que no contamos en la mayoría de los casos. Condiciones meteorológicas por
otro lado, donde progresa con más facilidad la polilla guatemalteca, otra de
las grandes amenazas para nuestra producción local.
¿Es razonable que,
en ocasiones, hasta los propios importadores de la papa de semilla, inunden el
mercado de papa de consumo foránea en el momento justo en el que se hacen
efectivas nuestras cosechas locales? ¿Podemos permanecer pasivos ante esta
importación masiva de papas en marzo o abril cavadas en septiembre en el Reino
Unido como nos hemos encontrado por ahí? Pues francamente, cualquiera diría que
no estamos hablando de situaciones razonables para nadie ni justificables en un
mundo que habla de cambio climático, kilómetro cero, autoabastecimiento y
demás.
Canarias fue
pionera en la introducción de la papa en Europa hace 500 años (s. XVI), de aquí
fueron para Inglaterra y Holanda, de hecho contamos con variedades desconocidas
en el continente europeo con las papas de color, papa andina adaptada a nuestro
clima. Contamos, en el caso de Tenerife con toda una comarca, entre Vilaflor y
Agache pasando por San Miguel y demás, desde la que se exportaron muchos
millones de kilos porque mientras en invierno media Europa está congelada aquí
somos capaces de producir bajo jable sembrando en octubre y cosechado en
febrero o marzo. Qué decir de las medianías húmedas del norte de las islas,
incluso Lanzarote cosecha en verano.
Durante todos estos
siglos la papa ha sido un cultivo de gran arraigo para nuestros agricultores
que la han cultivado sobre polvo o sobre barro, desde Lanzarote hasta El
Hierro, o sobre jable o mazapé llegado el caso. Jables, por ejemplo, sacados en
cuevas por mulas y camellos en el sur de Tenerife y todo ello las más de las
veces de espaldas a nuestras universidades que casi nunca ha aterrizado en esta
parte de nuestra riqueza cultural y biológica. Quizás, fruto de ese olvido, nos
encontramos en Perú y Bolivia con miles de variedades de papas perfectamente
conservadas mientras nosotros seguimos dependiendo de las semillas que nos
envían las Islas Británicas pese a que se han intentado hacer cosas en ente
sentido mediante iniciativas como Cultesa y demás.
Las papas son algo
básico en la alimentación de los canarios, por eso el empeño, además del de
buscar papas por todos lados para intentar salir del atolladero en el que nos
encontramos y que está provocando ya un alza de precios casi desconocida en un
alimento básico como éste, debe ir encaminado a un cambio profundo en la manera
de entender nuestro mundo rural y la necesaria apuesta por la defensa de
nuestras producciones locales que, en el caso de la papa, podrían permitirnos
el autoabastecimiento porque ciertamente hoy día sobran tierras para sembrar
papas.
Es tiempo de
motivar y no de desmotivar, hay jóvenes agricultores que quieren apostar por
esto y se están modernizando y capitalizando la agricultura, pero debemos
garantizarles un mínimo de rentabilidad y ser capaces de proporcionarles agua y
bancos de tierra. Es inviable, todos lo sabemos, poner a competir al agricultor
por el agua con el consumo urbano, industrial o turístico. Hay que mejorar las
infraestructuras hídricas. El agua para regar papas no puede competir en
precios con el agua del turismo.
Porque además, en
el caso de la papa, necesitamos hacer rotación de cultivos y aportar a la
tierra materia orgánica, eso que llamamos combustible ahora pero que en otros
tiempos nos llevó a tener los montes literalmente barridos para darle
fertilidad a nuestras tierras de cultivo y cama para el ganado. Y no, no se
trata de volver a eso no sólo porque no son situaciones medioambientalmente
deseables sino porque hoy afortunadamente disponemos de otros recursos, pero no
debemos olvidar que tenemos un problema de gestión forestal que no tendría que
perder de vista el papel que tanto la agricultura como la ganadería puede y
debe jugar al respecto.
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