AL COLEGIO LAS MUCHAS, GRANDES Y LIBRES
ANA PARDO DE VERA
MADRID, 19/09/2023.- Detalle de unos auriculares de traducción en
el hemiciclo, el pasado martes. EFE/ Juan Carlos Hidalgo
Por fin el Congreso ha aprobado la oficialidad del uso, en la sede de la soberanía nacional, de todas las lenguas oficiales del Estado, valga la redundancia; porque no hay lenguas de primera y de segunda, sino lenguas oficiales y no oficiales, que éstas las hay y en otro momento hablaremos de ellas.
Llevamos dando vuelta a este asunto -más cercano a la realidad que, por ejemplo, la asignación presupuestaria anual de la Casa Real- desde hace muchos años, demasiados siempre. Ya lo intentó Zapatero, no digamos los nacionalistas de todo pelaje, y nada: como si hablaran uyghur en China.
Algunos y algunas,
concentrados en pastillas de caldo de (ultra)derecha de enorme magnitud y sabor
extracondensado -esto es, de muchos votos-, no acaban de entender que España ha
cambiado tanto como para que hoy estemos en "É a ostia falar galego",
en lugar del "Hablar gallego es de paletos" que decía Rouco Varela a
un buen amigo de mi padre en Lugo. Un sacerdote ya difunto, sí, que estudió con
el ex arzobispo de Madrid en Múnich, Alemania, donde coincidió que estudiaba
Xabier Arzalluz, nada menos, éste en Fráncfort. De los tres, me quedo con el
amigo de mi padre, con el que asistí a algún concierto de música celta en la
provincia de Lugo y me tumbó por goleada, en todo y, sobre todo, bailando. Esto
lo conté hace años y seguíamos igual hasta esta semana.
Algunas llegamos a
creer que, este jueves, el diputado del PP que se había equivocado al votar era
Borja Sémper; es muy difícil asimilar que los conservadores de fuera de Madrid
no compartan con el resto de esos/as foráneas la necesidad y la virtud que
supone hablar gallego, euskera y catalán en el Parlamento. Quien se equivocó,
en cambio, diputada y gallega, de Ourense, Rosa Quintana, no podrá convencerme
nunca de que lo hizo sin querer. Hay cosas que van en el ADN del dedo índice y,
aunque dicen que en Ourense todo es posible, votar en contra del gallego no
está en ese "todo". No; me niego.
Hay, de todas
formas, una manera mucho más prosaica de convencer a España entera -sin forzar
en absoluto con letra que entra con sangre, como antaño- de que las lenguas
oficiales que acoge están mejor habladas que en silencio, y se llama
(¡sorpresa!) educación. Metan en ésta, la educación secundaria, y en las
optativas de todo el Estado la obligatoriedad de estudiar catalán, gallego,
euskera ... y lo que venga, al menos, dos cursos. Con su literatura, su
gramática, su ortografía, su historia, su cultura... y su represión que tuvo,
bien clarita. Las lenguas, cada una de ellas, su conocimiento, es un valor
añadido: hay que hablarlas y hacerlas hablar. "De paletos" ya tiene
bastante España con Alfonso «Torrente» Guerra. Enhorabuena a esa inmensa parte
de España.
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