12 TESIS (DESESPERADAS) SOBRE
PODEMOS Y SUMAR
JUAN
CARLOS MONEDERO
Podemos se equivocó en la forma en la que decidió la sustitución de Pablo Iglesias por Yolanda Díaz. Lo cuenta con cierta levedad Iglesias en su libro Verdades a la cara, donde dice que "con el paso del tiempo creo que es difícil cuestionar que fuera la decisión correcta". No había elementos para que saliera bien porque no había acuerdos. Sirvió para que la salida de Iglesias fuera menos traumática, pero dejó una situación complicada al no existir ningún tipo de compromiso acerca de cómo iba Díaz a ejercer esa sustitución. De las dos tareas legadas -la vicepresidencia y la coordinación del grupo confederal de Unidas Podemos- Díaz sólo se encargó de la primera.
Yolanda Díaz se
equivocó al aceptar el ofrecimiento de Iglesias. También al aprovechar la falta
de compromisos con Podemos para desentenderse de la organización. La señal de
alarma fue la asistencia a un acto en Valencia de mujeres de En comú, Más
Madrid, Compromís y Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía, a donde no se
invitó a ninguna mujer de Podemos. Esto enturbió la confianza entre la nueva
dirigencia de Podemos -Ione Belarra e Irene Montero- y Yolanda Díaz, que a
partir de entonces no haría sino empeorar. Pablo Iglesias sintió igualmente la
lealtad traicionada. Todo se hizo mal, todo salió mal.
Yolanda Díaz trazó
una hoja de ruta propia. Su desentendimiento de la suerte de los partidos de
izquierda en las elecciones municipales y autonómicas de 2023, junto a la
decisión de Más Madrid y Compromís de ir en solitario a los comicios -con el
consentimiento de Díaz-, cavó otra trinchera. Mónica García y Joan Baldoví
consiguieron sus objetivos -consolidarse como las principales fuerzas de la
izquierda en sus respectivas comunidades-. Pero el objetivo era magro. Se
perdió la Comunidad Valenciana y no se ganó la Comunidad de Madrid, donde
Isabel Díaz Ayuso sacó mayoría absoluta. La estrategia particular de estas
fuerzas, que configuran dos importantes pilares de Sumar, primando su suerte
particular antes que el objetivo de derrotar a la derecha, siguió echando
ceniza sobre los futuros pactos. Nadie en esos partidos siente en verdad la
necesidad de ir juntos.
La derecha
judicial, junto con el PP y VOX, acompañados del oportunismo del PSOE,
protagonizaron una despiadada campaña contra Irene Montero con motivo de la ley
Sólo sí es sí (no olvidemos que lo más controvertido de la ley, la rebaja de
penas, fue una responsabilidad del entonces ministro de justicia del PSOE, Juan
Carlos Campo, que fue el que dio el visto bueno). Aunque es cierto que la
reciente dimisión de Luis Rubiales es una victoria de la Ministra Montero y de
la idea del consentimiento, la brutalidad de la campaña la golpeó duramente.
Montero tuvo que ver incluso cómo el partido judicial, encarnado en el Tribunal
Supremo, sancionaba la liberación evidentemente ilegal de violadores justo el
día que se estaba discutiendo si ella iba en las listas de Sumar. El equipo de
Yolanda Díaz, adversario feroz de Montero, encabezado por la propia Díaz, usó
ese fallo judicial para consumar el veto a la Ministra de Igualdad de Podemos.
Otro error que alejaba de Sumar a los militantes y votantes de Podemos.
El desencuentro
entre Yolanda Díaz y la dirección de Podemos, donde se mezclan estilos, proyectos
políticos y filias y fobias personales, se ha ido convirtiendo en una cuestión
política. Incluso aunque la animadversión fuera extrema, no se debieran nunca
confundir cuestiones personales con cuestiones políticas. Visto que Sumar sacó
un peor resultado que Unidas Podemos, los vetos en las listas a algunas
personas relevantes de Podemos son ahora vistos, con mayores argumentos, como
un error, pues no mejoraron el resultado anterior. Aunque se argumente
echándole la culpa a Podemos -por no haber participado más en una campaña en
donde se le invitó a no participar- o justificando la caída con el deterioro
general previo del espacio político, que se perdieran cuatro diputados se ha
convertido en una clara señal de que la estrategia no tuvo los frutos esperados.
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El desencuentro del
espacio de Podemos con Yolanda Díaz se alimenta en los medios constantemente.
Por un lado, con el apoyo que recibe Sumar de los canales que atacan a Podemos;
en la otra ribera, en Canal Red, la televisión por internet alternativa
dirigida por Pablo Iglesias, porque que ya no le parece a Iglesias que el papel
de Yolanda Díaz sea el más correcto de los posibles. Ese juego de
animadversiones aleja a los votantes de izquierda del espacio, porque no
terminan de entender las razones para estar ahora peleados. ¿No viene Yolanda
Díaz del propio corazón de Podemos? Desde Sumar se desentienden de cualquier
gesto de amabilidad. Así, rehúsan
mostrar el más mínimo apoyo a la gente de Podemos en sus cuitas judiciales o
cuando reciben ataques del sistema -por ejemplo, han ignorado la desimputación
de Podemos del juicio-farsa conocido como Neurona, y lo han hecho de una manera
tan generalizada que parece una consigna-; igualmente se percibe en la
incapacidad de reconocerle ninguna victoria a Irene Montero o a Ione Belarra,
desentendimiento tan escandaloso como los clamorosos silencios de Sumar -y del
resto de partidos del espacio- cuando tocaba mostrar solidaridad ante algún
ataque-. Todo esto contrasta con la solidaridad que siempre ha mostrado Podemos
antes los ataques de cualquier candidatos de la izquierda, desde el PSOE a
Compromís, pasando por los Comunes o Más Mádrid. Desde Podemos también se
alimenta el desencuentro repitiendo hasta la saciedad todo tipo de variaciones
del popular dicho "no es de bien nacidos ser desagradecido".
Sumar es, a día de
hoy, una carcasa a la que aún no se ha dotado de democracia interna, programa u
objetivos, de manera que pivota en torno a la figura de Yolanda Díaz. Destaca
que carece de los equilibrios parlamentarios internos que tuvo Unidas Podemos.
Improvisa y se equivoca. Dejar sin portavocías parlamentarias a Izquierda Unida
y a Podemos es, peor que una cacicada, un error. Un error de bulto. Igual que
negar la soberanía que tuvieron en la anterior legislatura los diferentes
partidos, donde se respetaba, incluso, su capacidad de presentar leyes
alternativas, como hizo en alguna ocasión, por ejemplo, En Común. Sumar existe
por la existencia de organizaciones políticas y sindicales que, tarde o
temprano, van a exigir respeto por las mismas. Sumar parecer querer ganar
tiempo para configurarse como partido -Movimiento Sumar-, de manera que le
puedan entregar al nuevo partido la mayor parte de las responsabilidades. Esa
tensión es bastante probable que se zanje con la ruptura de Sumar como
coalición electoral.
Podemos no ha
resuelto bien su incorporación a Sumar. El brutal ataque mediático y judicial
contra los morados, especialmente contra Irene Montero (después de ataques
anteriores a otros miembros, a los que no se les prestó la misma relevancia),
les llevó a incorporarse a la coalición en malas condiciones. Si bien en
términos económicos se les otorgó el 23% del presupuesto, los vetos y luego los
puestos de salida reales -mínimos, apenas los cinco diputados que se
alcanzaron, e incluso, contra pronóstico, como se ve con el escaño ganado en
Granada por Martina Velarde- seguí abonando el desencuentro. Podemos nunca ha
dejado de expresar su malestar por ese trágala. Se les podría reprochar que, si
no estaban de acuerdo con la propuesta, no hubieran aceptado. Sin embargo, la
dirección de Podemos leyó correctamente que la presentación de listas separadas
de Podemos no solo era un riesgo importante para un partido tan golpeado -podía
desaparecer-, sino también para las posibilidades de un gobierno que parase los
pies al PP y a VOX. De manera que si se negaba a ir en Sumar, se le echarían
las culpas del gobierno de la derecha y la extrema derecha -no sería culpa de
una gestión cobarde del gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez-, y
si accedía a ir, sería en una clara posición subordinada. Lo que, una vez más,
volvía a alejar a votantes y militantes morados. Podemos fue mucho más
responsable que Sumar, que ha dado la sensación de que estaba empujando a
Podemos a la vía solitaria.
El maltrato de
Sumar a Podemos se ha añadido al maltrato mediático, judicial, policial,
empresarial y de pandillas de fascistas -como los que rodearon durante un año
la casa de Montero e Iglesias- al que se ha sometido a la formación morada.
Como cuenta James Harris en El gran miedo (sobre las purgas de Stalin), uno de
los logros del asedio del poder a la izquierda es someterles a un proceso de
agresión que logra generar una cultura política enrocada, enfadada, donde se
terminan viendo adversarios incluso entre los propios compañeros. Como en el
poema de Brecht "A los que vengan después" (An die nachgeborenen),
los que luchan contra el sistema deben dar por cierto que se les enronquecerá
la voz y se les agriará el carácter. Al final, decía Brecht, son los tiempos
sombríos los que generan el mal carácter, por lo que termina pidiendo
indulgencia. Si es cierto, como parece, que Sumar no sea capaz de superar como
Frente Amplio todas las contradicciones que se están viendo, finalmente
solamente servirá para el nacimiento de una nuevo partido -Movimiento Sumar-.
De manera que una buena parte del entorno actual de Sumar buscará nuevos rumbos
al no querer incorporarse en esa nueva formación que, con bastante
probabilidad, estará formada por antiguos militantes de Podemos que, por unas
razones u otras, abandonaron la formación morada. Si no hay cambios
sustanciales, la entropía terminará devorando todo ese espacio que alguna vez
tuvo cinco millones de votos. Es imposible que Podemos logre interesar a esos
votantes que se desencanten de Sumar si no recupera el atractivo inicial y deja
de lado el enfado. No se trata de rebajar el "ruido". Sin conflicto
no hay política, pero no es lo mismo la radicalidad alegre de Allende que el
enfado airado -aunque lleno de razón- del último Julio Anguita. Puedes tener
toda la razón y quedarte electoralmente solo. Ese es el principal riesgo de
Podemos, lo que indica que no siempre está escuchando correctamente lo que pasa
en la calle.
A Podemos no le ha
ido bien electoralmente desde la salida de Iglesias -aunque a Iglesias tampoco
le fuera bien en su contienda en Madrid contra Ayuso-. Por lo que podría
colegirse que hay algo en su estrategia que no está funcionando -dando por
descontado el comportamiento antidemocrático del régimen y la guerra sucia
contra la formación morada-. Por tanto, en la nueva etapa que ha anunciado Ione
Belarra, parece lógico que, para obtener resultados diferentes debe probar
cosas diferentes. Una de ellas, sin duda, son las formas. La otra, la
participación. El anuncio de una asamblea política es un avance, igual que las
cinco propuestas políticas, que quieren salir de la interna (aunque reivindicar
la figura de Montero es una manera de regresar a la interna). Está abierto si bastará
esa asamblea política o será
insuficiente. Entre otras cosas, porque el documento original de debate
tendría que haberse hecho participativamente. Le corresponderá a los círculos
intentar enmendar ese déficit de partida redoblando el debate. Porque son
muchos los temas a debatir (entre otros, si no debiera Podemos ir en solitario
a las elecciones europeas, como forma de decirle a Sumar cuántos apoyos reales
tiene, con los riesgos que eso implica). A Podemos le falta mucho recorrido en
la cultura democrática interna, y el hecho de que esa cultura sea aún peor en
Sumar no le exime de trabajar por ahondar en la participación.
Por su parte, sería
necesario que Sumar enmendara igualmente sus errores de partida. Un Frente
Amplio debe tener un funcionamiento democrático, y la importancia de las
diferentes fuerzas debe corresponderse con las que realmente tiene cada
partido. Las primarias son un referente democrático, y la negativa de Sumar a
hacer primarias le lleva más hacia la vieja política que nuevos lugares. De la
misma manera, en un Frente Amplio los diferentes partidos son soberanos. Es
evidente que los principales partidos de Sumar, esto es, Podemos e Izquierda
Unida, deben tener Ministras o Ministros -Podemos nació con voluntad de
gobernar- y les corresponde a los partidos elegir quién debe ocupar ese lugar.
Como ocurrió en el anterior gobierno de coalición donde, por ejemplo Izquierda
Unida, decidió que su Ministro fuera Alberto Garzón igual que los Comunes
eligieron como Ministro de Universidades a Manuel Castells. ¿No le corresponde
ahora lo mismo a Podemos? Lo contrario sería un fraude a la democracia interna
y seguiría ahondando la brecha. Los Frentes Amplios reclaman generosidad y
amplitud de miras. De todos. No se logra la unidad con trágalas. A quien le
pesen en exceso las fobias personales, debiera irse a su casa. No tiene entidad
suficiente para hacer política de altura.
La unidad de la
izquierda es la única posibilidad de ahondar en la unidad popular. Es
importante recordar que cada error, en cualquier lugar de la izquierda
alternativa, acerca el gobierno de la ultraderecha. Y la ciudadanía no se lo
perdonará.
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