FEI-JARL
En esa brecha
Madrix-Mundo Real que se abrirá durante la investidura, Feijóo correrá el
riesgo de que algún gracioso le pregunte si no ha pensado en abstenerse para
salvar España
GERARDO
TECÉ
El expresidente Rajoy, Feijóo y
el expresidente Aznar durante la concentración del 24 de septiembre en contra
de la amnistía. / PP
Dos meses después del 23J Feijóo ha llegado, por fin, a la semana de su investidura. El camino ha sido largo para todos y eterno para Feijóo. Tanto que ha tenido tiempo de celebrar su victoria, de tenderle la mano a Junts y PNV, de denunciar que otros puedan tenderle la mano a Junts y PNV, de ofrecerle un pacto al sanchismo, de buscar tránsfugas en el PSOE y de, un par de días antes de pedirle al Congreso su apoyo para presidir el país, declararse líder de la oposición. Toma ya. Lo ha hecho en loor de multitudes. O, mejor dicho, en jarl de multitudes. Porque, como en los mejores chistes de Chiquito, lo sucedido ayer por las calles de Madrid fue tan divertido como confuso. Divertido porque tenía su aquel ver a miles de simpatizantes de Ayuso arropar a un Feijóo al que miraban como se mira a un pavo en Navidad. Dicho de otro modo, como miraban a Pablo Casado. Confuso porque, si España se rompe, sólo 40.000 personas se movilizaron para evitar que se rompiese: un 0,08 % de la población. Para que se hagan una idea, horas más tarde se juntaron casi el doble en el Metropolitano para ver cómo España se rompía, en este caso mediante contundente derrota del Real Madrid. España se rompe como quiere y Aznar, madridista y organizador del bolo matinal, lo sufre como puede.
La tímida
demostración de fuerza no impidió que el PP declarase al terminar y recoger los
bártulos camino de la investidura que aquello había sido “la movilización
política más grande celebrada jamás en la historia de la democracia”. Casi
nada. Abundando en el ambiente jarl que impregnó el evento, muchos se preguntan
hoy por qué desde el PP se asegura tal cosa teniendo en cuenta que, en
sociedades como la nuestra, con antenas, redes wifi y técnicos que vienen a
arreglarte el router si deja de parpadear, es complicado que alguien dé por
válida esta afirmación. Sin necesidad de revisar la historia, este mismo
febrero 250.000 personas salieron a la calle en defensa de la sanidad pública
en Madrid. ¿Se refiere entonces el PP a la manifestación política más numerosa
sucedida nunca en aquella plaza en concreto? ¿A la más numerosa de la historia
celebrada bajo las condiciones climáticas que se daban ayer a esa hora en
Madrid? Es un enigma que en el PP no aclararán, y cuya respuesta más sensata es
que se trata de un nuevo capítulo en el Matrix al que se ha mudado a vivir
parte del electorado de derechas gracias a la colaboración público-privada
PP-prensa madrileña. Madrix podríamos llamarlo. En Madrix, Feijóo debe gobernar
España porque gobierna quien consigue un voto más que el segundo. En Madrix,
hay en marcha un golpe de Estado para evitarlo. En Madrix, España se rompe y
por ello la gente salió a la calle de forma masiva en lo que fue la mayor
manifestación de la historia de la democracia española. Qué día y a qué hora se
decidirá en el estado mental Madrix que al ganador de las elecciones,
movilizador de masas y legítimo presidente Feijóo se le ha puesto cara de Pablo
Casado es una incógnita que no tardará en despejarse.
De momento va a la
investidura. Allí, el Feijóo secuestrado por el estado mental que gobierna el
PP, tendrá que enfrentarse al mundo real. Es decir, tras un par de días de
debate, se comprobará que, en el sistema democrático español no es presidente
quien suma un voto más, sino quien reúne los apoyos necesarios en forma de
escaño. El fracaso numérico en la investidura podría no ser el fracaso mayor.
Feijóo se subirá durante horas a la tribuna, en un acto pensado para decidir si
se le hace presidente, y desde el púlpito hará oposición a un gobierno que de
momento no existe. En esa brecha Madrix-Mundo Real que se abrirá durante dos
días, Feijóo correrá el riesgo de que algún gracioso le pregunte si, teniendo
en cuenta que España está a punto de destruirse por culpa del pacto de Sánchez
con Junts, no ha pensado en abstenerse para salvar España. Las maldades que
pueden perpetrarse en esta brecha que se abre pueden ser infinitas y Feijóo,
que intenta vivir con un pie en Madrix y el otro en el mundo real, podría ser
devorado por la grieta. Mañana lo veremos. Jarl.
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