EL REINO QUE
HABITO, NUEVO LIBRO DE POEMAS DE CONSUELO RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ
ROSARIO
VALCÁRCEL
Aún veo
la noche/ que habitó el lujurioso candil de las estrellas. / Y pido que no
olvides las sutiles flores/ que poblaron los caminos, las amapolas.
El pasado
miércoles 9 de agosto presentamos en la Taberna La Luna, Los Llanos de Aridane
el último libro de Consuelo Rodríguez Rodríguez
Ella soñó
siempre con ser escritora, por eso desde el año 2007 comenzó a publicar poesía. Una poesía que es
memoria y dolor, celebración y extrañeza. Una poesía que se convierte en su
vocación literaria, en la meta de su vida.
Escribir poesía para Consuelo es como tomar píldoras salvadoras. Un refugio, tanto que no percibe y no entiende el mundo si no es a través de metáforas, a través de sus poemas. Disfruta recitando y hablando sobre su inspiración y sus sentimientos y lo hace con tal convicción y entusiasmo que al escucharla nos parece que su alma se le va desgajando poco a poco.
En el
territorio del Reino que habito, la poeta
nos presenta el amor y la soledad sometida a una vida que no comprende, a
paraísos rotos, cruzados por la memoria y los deseos. Nos presenta una
reflexión en un mar donde nunca falta el esplendor del misterio, los oleajes
inesperados, la intuición y las emociones, como en este poema:
El mar calzará tus zapatos entre ortigas,
/soñaran las orugas su sueño/entre las verdes hojas/y quedarán los nombres que
dimos en la playa/ como el zángano cuando fecunda la reina abeja.
Y me confiesa la poeta
-Mi
poesía es un acto de escape, de rebeldía y rabia contra mí misma. De dolor por
encontrar el verdadero amor.
Un dolor
que es fuerza y coraje ante la insatisfacción y el enamoramiento que alberga el
corazón humano. Escrito con un tono personal–literario, nos muestra una
reivindicación del desconsuelo, sus sentimientos, y sus deseos de alejarse del
abismo, saltar el espacio y volar, convertir el dolor en redención, en una
búsqueda tan perseverante que la lleva a un destino ciego, a cerrar los ojos
para seguir las huellas de los sueños.
Si tú no quieres iré yo, no te olvides de
cerrar los cerrojos
y si me traes el limón que entristece las
partidas,
yo te querré, por eso mismo, cabalgando como un
potro, daré
al unicornio alas… y de noche diré, ha habido
razones y por eso
llegaré a la orilla náufraga pero vivo,
entonces entenderás mis relojes,
la pulsera amiga que mi hizo detener y como
caracola serpenteó en mi
cabeza para hacer del recuerdo un instante
único, cimbreante
calculado, llana vez olvidado.
Nos
sumerge Consuelo en visiones del pasado, en imágenes y recuerdos, en la belleza
del momento íntimo unido al amor que transciende a su tierra, al paraje poético
de Fagundo a la fuerza del paisaje
en Puntagorda, a La Palma, su lugar de
nacimiento. Un lugar donde vivió su infancia y, que ella rememora con un
intenso deseo de búsqueda y una fuerza que la mueve a transformar en espiritual
lo sensible, a gozar con las palabras, e igual que hacen los surrealistas, a
expresar sus ideas sin la intervención de la conciencia. Escuchemos la voz de
la poeta:
Te detuve, como queriendo decir algo/ con la
flaqueza/con la que caen las hojas de los árboles/ y vuelven a respirar con la tierra/ en su hojarasca/ y
volví a los encuentros/ peleando hasta la última huella de las botas/ que
humedecen los lirios/a la entrada de aquel jardín de la casa…
El Reino que habito, lleva en su portada una obra de su hermana Goretti
Rodríguez, otra artista, que tan bien sabe expresar el paisaje de la isla
bonita.
Consuelo
Rodríguez da cabida a la ternura de la memoria, a la mirada sin encuentro, al
amor y la muerte detenidos en los recovecos de su inocencia. Y nos incita a
penetrar en su mundo interior, conmovedor y sutil, que solo una poeta puede
alcanzar.
Rosario Valcárcel es narradora y poeta.
Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com
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