PARA CONCIENCIA DE CLASE, LA DE FEIJÓO
SATO
DÍAZ
Alberto
Núñez Feijóo, líder del PP, y Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso,
en el Congreso, durante la segunda jornada del debate de investidura fracasada
del primero. / Alberto Ortega (Europa Press)
"Señores del PNV y de Junts. A mí no me han votado para entregarles la autodeterminación o la amnistía. ¿Les han votado a ustedes para que apliquen la política económica de Podemos?". Esta es una de las frases que mejor representa el debate de investidura que se ha dado en el Congreso este martes y miércoles, el fracaso de Alberto Núñez Feijóo como candidato a presidente del Gobierno. Para conciencia de clase, la de Feijóo. En solo una frase sintetizaba, el líder del PP, la debilidad del propio PP. No es capaz de hablarse ni con los suyos.
Feijóo tiene un
grave problema y se llama Vox. El PP depende de la ultraderecha nacionalista
española para gobernar en un puñado de comunidades autónomas y decenas y
decenas de ayuntamientos, pero esto le dificulta sobremanera la gobernabilidad
en el Estado. El nacionalismo español es excluyente con otros nacionalismos. La
derecha nacionalista vasca (PNV), pero también la catalana (espacio
posconvergente ahora liderado por Junts), no pueden llegar a acuerdos con un PP
que compite y se coaliga con Vox. La aritmética es tozuda, gobernar España sin
los soberanismos periféricos es difícil.
El líder del PP lo
sabe y, desde que llegó a la zona noble de la sede de Génova hace ya un año y
medio tras la defenestración de Pablo Casado por parte de Isabel Díaz Ayuso, ha
intentado sin éxito desmadrileñizar el partido y dotarle de tonos menos
estridentes, más sosegados, a su discurso. Sin embargo, cada vez que ha dado un
paso en este sentido (acercamiento al PNV, uso por parte de Borja Sémper del
euskera en el Congreso, etc.) el ala dura del partido, capitaneada por José
María Aznar y Ayuso y aupada por buena parte de los medios conservadores con
sede en Madrid, han frenado en seco el intento del gallego.
Tras un duro cara a
cara entre Aitor Esteban, portavoz del PNV, y Feijóo este miércoles, el gallego
se ha acercado al escaño del vasco y han estado departiendo entre risas.
Conciencia de clase. En algún momento PP y PNV pueden volver a estar en la
misma órbita si la cuestión territorial baja de voltaje. Previamente, el
candidato fracasado había recordado a Esteban el retroceso de su partido en
Euskadi, al que EH Bildu le está comiendo la tostada electoral.
Contra el PNV,
Feijóo ha usado argumentos económicos, lo que más contradicciones genera en el
seno de la formación jetzale: "Hay un votante de PNV moderado a quien le
causa desazón que PNV vote con Bildu, que sigue apoyando que tengan capacidad
de influencia en la política del Estado y están convencidos de que la mejor fórmula
en este momento es un gobierno en solitario del PP , frente a uno del PSOE
donde son un satélite más en esa galaxia".
Más ejemplo:
"Nosotros le decimos a los vascos que apostamos por la ‘Y’, y que si
ustedes no nos hubiesen echado del gobierno probablemente lo estarían
disfrutando". "¿Cuál es el proyecto compartido que los lleva a los
dos -con respecto a PNV y Bildu- a ser puntales en una mayoría eventual de
Sánchez? ¿Comparten proyecto económico? ¿Van de la mano de la política fiscal?
¿Le dirán a la industria vasca que su modelo es el mismo que el de Sánchez?
¿Comparten ideario en materia de vivienda?", añadía el expresidente de la
Xunta.
Con Junts, la
distancia es abismal en estos momentos. Al fin y al cabo, el PNV mantuvo al PP
de Mariano Rajoy en el Gobierno hasta junio de 2018, cuando protagonizó un giro
de 180 grados y pasó de apoyar los presupuestos de Cristóbal Montoro a apoyar
la moción de censura de Sánchez contra Rajoy y sumarse a la mayoría progresista
y plurinacional que hasta hoy sustenta la gobernabilidad en el Estado. Y pese a
que la distancia es abismal con los de Carles Puigdemont, el PP ha tocado a su
puerta estas semanas (también a la del PNV) y les ha tanteado de cara a esta
legislatura antes de que José María Aznar reventara en ira.
A la derecha
nacionalista catalana, Feijóo le ha recordado que la tercera fuerza en las
elecciones del 23J en Catalunya fue el PP, por encima de ERC y, también, del
espacio heredero de CiU. Una parte de la burguesía catalana quiere
"tranquilidad" después de unos años convulsos. "Esta matraca de
que vamos bien, ¿en qué?", preguntaba el candidato del PP desde la
tribuna. "¿Está la economía catalana mejor que antes? No",
sentenciaba.
La legislatura que
viene, si Sánchez consigue ser investido presidente, puede tener un marcado
carácter territorial, donde la cuestión nacional adquiera un papel
protagonista. Pero las aguas bajan turbias de Europa y la economía pasa por
momentos complicados derivados de la crisis energética e inflacionista como
consecuencia de la guerra de Ucrania.
"¡Es la
economía, estúpido!", parecía querer decirles Feijóo a los diputados de
Junts y el PNV en el Congreso. Para conciencia de clase, la de Feijóo. Pero
claro, el PP tiene como socio prioritario a un partido, Vox, que, cada vez que
puede, amenaza con ilegalizar a los soberanistas. El problema de Feijóo se
llama Vox.
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