NEGREROS
El
sector de la hostelería, que factura 44.000 millones de euros al año y emplea a
un millón y medio de personas, es el que peor paga a sus asalariados. En 2022,
cada trabajador cobró por término medio 15.165 euros
EMILIO
DE LA PEÑA
Camarero joven
sirviendo.
En la enseñanza de la historia de España se ha hablado poco o nada del esclavismo moderno, ese que abarcó del siglo XVII hasta el XIX. Consistió en la compra de personas negras en África y su venta como esclavos, preferentemente en América. Por eso, para ocultar la vergüenza histórica, son poco conocidos los nombres de los grandes negreros españoles que acumularon inmensas fortunas con la compraventa de esclavos. Algunos fueron premiados con títulos de nobleza por el rey: el marqués de Comillas o el marqués de Ávila, aunque hubo otros muchos más. España fue el último país europeo en abolir la esclavitud en sus colonias. Fue en 1886. Pero sigue habiendo negreros. La semana pasada escuchamos a uno que parecía orgulloso de serlo: José Luis Yzuel, presidente de la Confederación Empresarial de Hostelería de España, la patronal del sector. Tal cual lo haría el dueño de una plantación de Cuba o de Alabama en el siglo XIX, ironizaba con las quejas de muchos jóvenes que trabajan en precario, mal pagados y con largas jornadas laborales sirviendo cervezas, tapas o menús: “Trabajar a turno partido, trabajar el sábado, el domingo, los festivos, ¡que hacen diez horas, joder! ¡Qué dolor! –decía el esclavista– en el sector siempre se ha trabajado media jornada: de 12 a 12”.
Desde luego, no es
el único. De hecho, si el tal José Luis Yzuel ejerce de presidente de la
patronal es porque los empresarios de la hostelería le han elegido y conocerán
su vocación de explotador. Internet está lleno de páginas o redes donde los
afectados dan testimonio del maltrato laboral en el sector de la hostelería,
especialmente en restauración, bares y cafés. Y algunos negreros buscan
trabajadores. Como este:
“1.500 euros al
mes. Un día libre a la semana. Trabajo de 9:30 hasta el cierre, que no hay hora
exacta, sobre las 11:00 de la noche”. En total, por tanto, 81 horas semanales,
más del doble de las 40 horas que establece la ley. Los 1.500 euros brutos
pueden parecer suficientes, a la vista del raquitismo salarial en el sector, pero
no es así. Ese dinero será pagado mensualmente, es decir 12 pagas y no 14, como
suele calcularse la retribución laboral en los sectores menos precarizados. De
él habrá que descontar las cotizaciones sociales, unos 1.140 euros al año, y lo
que retiene Hacienda, unos 3.000. En total, recibirá poco más de 10.000 euros
anuales. El empresario aclara que debe tener experiencia, que ya sepa trabajar,
“porque enseñar a una persona a que trabaje bien nos va a llevar un mes”. La
oferta estaba incluida en una cuenta de Twitter, titulada Soy Camarero.
Había más de 600
respuestas a esta oferta de empleo, entre ellas, una que quería más detalles
sobre el contrato y sus condiciones: ¿las cadenas con grilletes las facilitan
ellos o hay que llevarlas desde casa?
Otra, aportaba soluciones prácticas para quien
necesitase el empleo y no tuviese más remedio que aceptar.
También las había que, como consuelo, sacaba
conclusiones positivas que mejoraban la salud y los ahorros del que se resignase
a conseguir el puesto.
Alguno advertía de
la ruindad de las condiciones que ofrecía el empresario.
No son casualidad
estas quejas. El sector de la hostelería es el peor pagado de entre los
asalariados. Y representa un área laboral muy numerosa. Un millón y medio de
asalariados trabajan en ella, mayoritariamente, mujeres, 860.000, que como
media ganan un 21% menos que los hombres en este sector. En 2022, último año
completo, cada trabajadora y trabajador cobró por término medio 15.165 euros,
según la Encuesta Anual del Coste Laboral del INE. Las empresas de comidas y
bebidas, es decir, restaurantes, bares y demás, pagaron 13.386 euros anuales
por empleado y las de hoteles y otros alojamientos, 20.900 euros. Y es que,
pese a las subidas salariales de los últimos años en el conjunto de la
economía, en el caso de la hostelería sus trabajadores han perdido poder
adquisitivo, tanto en hoteles como en bares y restaurantes. Sus sueldos han
aumentado por debajo del coste de la vida, y lo han hecho menos en el caso de
los hoteles.
En cuanto a la
jornada laboral, los de la hostelería no son los únicos que prolongan la
jornada de trabajo. El caso de los medios de comunicación es otro de ellos,
pero hay más, aunque no lo hacen con el descaro de bares, restaurantes y
cafeterías. Se podría pensar que esas horas de exceso se las pagan al
trabajador. Pues no. Del millón de asalariados de este sector, sólo declaran
haber hecho horas extras 83.000, y de ellos, un tercio sin ver un céntimo más
por ello. Es decir, han trabajado más tiempo del que figura en el contrato o en
el convenio, pero sin cobrarlo. Según datos del INE, estamos hablando de un
sector que factura 44.000 millones de euros al año. Sin embargo, la inversión
para mejorar, reponer o modernizar sus equipos es sumamente pequeña, tan sólo el
2,56% de sus ingresos. Para comparar, ese año, la economía española había
invertido un porcentaje 6 veces mayor.
La revisión en
Madrid supuso el incremento más tacaño: 1,28 de subida salarial, por tanto, un
aumento del 4,18%
La precariedad
también es notable, aunque cobrar tan exiguos salarios es ya una forma de
precariedad. Gracias a los cambios en la normativa laboral, que limitan a seis
meses el tiempo en que un asalariado puede ocupar un puesto temporal con o sin
justificación, la temporalidad se ha reducido desde el 33% hasta representar el
19% de todo el sector. Como otros empresarios, se las ingenian para trampear la
norma, por ejemplo, a través de la figura de los fijos discontinuos.
Para hacer frente a
estos abusos, además de las leyes laborales están los sindicatos, tan
denostados posiblemente por eso. Pero en el mundo de los restaurantes y bares
es bastante difícil la acción sindical. El sector está muy atomizado por su
propia naturaleza, además de muy precarizado. En cualquier caso, hay algunos
convenios colectivos de empresa y territoriales, cuyas cláusulas deben cumplir
las dos partes. De acuerdo con datos proporcionados por el Ministerio de
Trabajo, se da la circunstancia de que el incremento salarial pactado en los
convenios con efecto para el pasado año era del 2,9%. La inflación fue del
5,7%. La revisión ante ese exceso de inflación en restaurantes y bares fue de
las más bajas. Tan sólo el 1,59%. Si se suma al incremento del 2,9, resulta una
subida del 4,4%, con lo que los camareros, cocineros y demás trabajadores
volvieron a perder poder adquisitivo. Peor lo tuvieron los que trabajan en
bares y restaurantes en Madrid cuya revisión supuso el incremento más tacaño:
1,28 de subida salarial, por tanto, un aumento del 4,18%. Será por el amor a
los bares de Madrid y su presidenta Ayuso.
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