MEMORIAS
Todos guardamos recuerdos en nuestra memoria, ese disco duro que dicen se aloja en alguna parte de la cabeza. Y ahí vamos acumulando vivencias, momentos, encuentros, palabras compartidas, besos recibidos o la rabia de los que nunca llegaron. De vez en vez y sin pedir permiso, te ves trasladado a esos momentos vividos años atrás y los revives con la misma alegría que cuando tuvieron lugar. De igual manera, los olores, los sabores o los sonidos, son también otras vertientes de nuestra memoria y así me sucede con los compases de una canción porque, escuchar Noche de Ronda, es ver a mi madre cantándomela de niño como canción de cuna en un intento de que conciliara el sueño o “El Sapo de la Noche” me acompaña desde la
adolescencia y me trae el recuerdo de esa etapa en la que se sellan los amigos
de vida, esos que siempre están. Y al igual que está la memoria auditiva, qué
decir de la gustativa. Los sabores de esos platos que tanto nos gusta comer no
sólo los disfrutamos por el placer de lo sabrosos que son, sino porque nos
trasladan a otros momentos en los que compartimos esos mismos, con otras
personas, en instantes que nos hicieron felices. Y qué decir de los olores, los
recuerdos olfativos que permanecen en tu memoria e igualmente te trasladan a
sitios, a paisajes, a momentos vividos, disfrutados con felicidad. Y por eso digo que el romero, ese de olor
intenso, huele a Los Rodeos, pero al de mi infancia, al pequeñito, al que tenía un jardín con
bancos de piedra y una baranda en la que te apoyabas y veías los aviones de
hélices. Pues lo dicho, mi memoria
olfativa, cuando huelo a romero, me traslada a Los Rodeos a donde mis padres me
llevaban a ver aviones cuando usaba pantalón cortito.
quicopurriños
o
No hay comentarios:
Publicar un comentario