SUAM 11
DUNIA
SANCHEZ
Puede ser que este amanecer sea el regreso de tus ojos. Todo puede ser, el amor asciende corriendo tras los riachuelos que vienen de la cumbre, esa cumbre donde tus besos eran buenaventura, era un sutil frescor a mis deseos, a mi pasión que eras tu. Han pasado unos años y desde este faro donde rompen las olas te veo en la distancia de lo que no pudo ser. No sé porqué nos alejamos, nos ausentamos de nuestras manos enlazadas hasta el adiós. Pero he de decirte que te recuerdo, una memoria vaga en mis venas anunciando tu nombre, tu bello nombre y yo me siento caer en un profundo sueño donde te siento, te veo como si fueras parte de mi en estos instantes ¡Ah, querida¡ Tal vez la culpa haya sido mía. Puede ser que mis adentros apegados a este faro hayan sido lo de nuestra lejanía. Ya sé que no querías venir aquí, donde las olas rompen, donde los cetáceos conversaron los Dioses de la madre tierra. Lo siento, esta es mi vida y tu eres libre. Como ya sabrás, te pienso, te amo. Amores que se empequeñecen en la nada cuando nuestros cuerpos no pueden consumar el abrazo, la caricia. Sin embargo, te quiero. Hasta luego amada mía.
Yo Suam por orden
cronológico leo esta carta, su primera carta y en mi se produce una tristeza.
Que triste debe ser amarse con las tapias del destino. Esté hombre la quiso,
fuera quien fuera. En esta cuartilla hay restos de humedad, de alguna lágrima
lanzada al vacío de su soledad. Doy por sentado que este lugar no lo habitó
nadie más, solo él. Yo Suam miro la gaviota y digo que doloroso tiene que ser
estar aislado, con las ganas de amar a quien te compensa en el devenir de los
días. Y el se enamoró. Un amor huido por lo impetuosidades de la vida. Y este
hombre se quedó con ese amor, en sus recuerdos, en esa memoria estática que lo
yerta a cada momento de su vida. Yo diría se autolesionó ante lo imposible de
tenerla y su castigo fue no volverse a enamorarse, quedarse sola ante el
imperio del universo. Después vino los caminos de la vida. Después vino el
olvido. Después vino la guerra. Después vino la paz. Todo se repite, todo es
una vuelta atrás de donde no hemos aprendido, donde no nos hemos parado para el
aprendizaje. Yo Suam, sentado en este sillón que tiene ojeras me revuelvo, no
por su muerte sino por esta carta dejada en su desorden en este hábitat donde
rompen las olas.
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