AZNAR Y EL COMPROMISO HISTÓRICO
PABLO IGLESIAS
Me mandaba esta mañana Enric Juliana un mensaje por Telegram con un link. “Te va a interesar esto”, me decía. Y, efectivamente, me mandaba una pieza suya muy interesante en la que se hacía eco de la reflexión de un amigo italiano a propósito del último discurso de Carles Puigdemont en Bruselas, el pasado 5 de septiembre. El italiano amigo de Juliana señalaba una expresión usada por el expresident catalán en su discurso: compromiso histórico. Para el italiano, este era el elemento principal en la reflexión de Puigdemont.
Leo la pieza
completa de Juliana y encuentro muchas claves de lo que podríamos llamar
ciencia política italiana y ciencia política chilena. Por el artículo desfilan
cineastas como Marco Bellochioo o Peter Weir. Bellochio es un veterano director
de cine de izquierdas, autor de la reciente serie Exterior Noche, que trata
sobre el secuestro y ejecución del líder democristiano Aldo Moro por parte de
las Brigadas Rojas. En la serie se apunta una cierta complicidad de los
dirigentes de la Democracia Cristiana y de los servicios secretos de Estados
Unidos, que no habrían hecho gran cosa en favor de una solución negociada al
secuestro, porque calculaban que la ejecución de Moro por parte de los
brigadistas de Mario Moretti alejaba aún más la posibilidad de un entendimiento
entre los comunistas y los democristianos italianos. Weir, por su parte,
dirigió en los ochenta El año que vivimos peligrosamente, una película sobre la
represión anticomunista en Indonesia con nada menos que Mel Gibson y Sigourney
Weaver. Desfilan también por la pieza de Juliana el prudente secretario del PCI
Enrico Berlinguer, autor intelectual de la estrategia eurocomunista,
consecuencia del fracaso de la experiencia de Allende, y el cattivo maestro
Toni Negri, inspirador y referente en las experiencias autónomas del norte de
Italia. En el artículo de Juliana aparecen hasta pintadas en Santiago de Chile:
‘Yakarta se acerca…’. El desfile se completa con Felipe González y Alfonso
Guerra, en su versión juvenil durante nuestra Transición y momificados pero
activos como peligrosos zombis en nuestra actualidad. Aparece Adolfo Suarez,
los pactos de la Moncloa... Ya conocen ustedes el universo julianesco.
Respondo a Juliana:
“Muy interesante, Enric, pero no sé si muchos vamos a entender lo que quieres
decir. Quizá Comín sea uno de ellos por ser hijo del comunismo catalán que, a
fin de cuentas, es casi comunismo italiano. Las derechas empujarán el golpe.
Será un golpe 2.0, pero golpe”.
Permítanme que
intente ahora traducir la ciencia política italiana y chilena de Juliana a
ciencia política española. Sale en escena Aznar. No tiene la sofisticación de
los chacales golpistas de la democracia cristiana italiana ni tampoco de la
chilena. Su estilo es español en modo Fernando VII. Aznar es la espada de Roma
que bien a gusto rebanaría el gaznate al papa Francisco. Aznar se esforzó más
en aprender inglés que en estudiar ciencias políticas complejas y practica una
ciencia política española, cuya gramática parda comparten jueces, empresarios y
los pistoleros de nuestra derecha mediática. A la calle contra la amnistía, ha
ordenado Aznar a una derecha española que cada vez se parece más a los arditi
mussolinianos y a los escuadristas chilenos de Patria y Libertad.
Y aquí va la
traducción de lo que yo creo que quiere decir Juliana: lo que vamos a ver en
las próximas semanas en España, como respuesta castiza a las sutilezas de un
Puigdemont que cita a Berlinguer, es a la derecha española en su estado
golpista natural. Y lo preocupante no es que saquen a la calle a sus bases
sociales, sino que ya tienen listo a su ejército de jueces, mandos policiales y
militares y pistoleros mediáticos, frente a un PSOE que no parece entender que
esto va mucho más allá de la investidura. Esto va del fin del régimen del 78 y
del enfrentamiento con una derecha que es mucho más poderosa que los 171
escaños que suman PP, Vox y UPN.
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