La derecha saca en procesión a
Guerra y a González
JUAN TORTOSA
Felipe González y Alfonso Guerra en un
mitin del PSOE. | EFE
Me pregunto qué necesidad tienen Felipe González o Alfonso Guerra de acudir a Onda Cero o la Cope para soltar sus diatribas contra el Gobierno de coalición, contra Pedro Sánchez o contra una posible amnistía si en estos tiempos modernos les bastaría con abrirse una cuenta en instagram y convertirse en influencers de primera sin ni siquiera salir de casa. Con el hambre de protagonismo que manifiestan, alguien debería decirles que con unos cuantos metros cuadrados en un rincón, un micrófono y una cámara, igual hasta superaban en las redes a Ibai Llanos y compañía.
Todos
los días soltando doctrina, argumentario, o espumarajos por la boca, da igual.
La clientela y la redifusión las tienen garantizadas, con quienes piensan como
aquel señor que propuso fusilar a 26 millones de españoles, o con tantos
periódicos y televisiones como hay dispuestos a tirar del copia y pega para
difundir sus sabrosas diatribas. No solo Telecinco, Cuatro, la
Sexta o Antena Tres estarán
encantadas de reproducirlas: también Televisión Española,
dispuesta como siempre a proporcionar altavoz a las frases más agresivas de tan
augustos próceres contra todo lo que huela a Pedro Sánchez sin situarlas en
contexto y sin réplica por parte de nadie.
"Me
rebelo", suelta Alfonso Guerra, y el 90% de los
medios ya están frotándose las manos, ya hay titular, ya hay tema de apertura.
Como este Feijóo es un pánfilo y anda
más perdido que un pulpo en un garaje, habrá que echarle una manita. Nadie
explica por qué insisten en tratar como un problema que se trabaje
políticamente para que posibilitar un gobierno progresista que refleje la
pluralidad que el país manifestó en las urnas; nadie explica que, en estos
momentos, solo un gobierno progresista de coalición está en condiciones de
buscar pactos para consolidar una agenda de convivencia social y política.
Combaten la idea a base de trazo grueso
"olvidando" un pequeño detalle: que todo lo que no sea un gobierno de
progreso en estos momentos es fascismo, que para que los días 26-27 Feijóo
pudiera ser investido se necesita contar con los votos (que nunca serían
gratuitos) de esa ultraderecha empeñada en hacernos volver al pasado más infame.
Thank you for watching
Como
bien ha dicho José Montilla, Felipe y Guerra
nunca abren la boca cuando hay que ayudar. También Rafael Escuredo ha lamentado públicamente no
coincidir con los que él llama sus "referentes políticos". Perturba y
desconcierta este regreso a los ruedos de los dos primeros espadas que hace
cuarenta años se pusieron al frente de los destinos del país.
Resulta difícil creer que estas maniobras
orquestales encabezadas por dos antiguos amigos que al final terminaron entre
ellos como el rosario de la aurora y estuvieron mucho tiempo sin dirigirse la
palabra se deban a la casualidad. En este mes de septiembre de compás de espera
hasta la investidura, queda demasiado tiempo libre que rellenar, tanto en la
actividad política como en la periodística, así que los medios agradecen que
haya carnaza para las primeras páginas, y qué mejor que sacar en procesión a
las imágenes sagradas de la Santa Transición al grito de "que se rompe
España", que "los cimientos de la democracia están siendo
atacados" ¡Qué pesados!
Están dando tanto la matraca que hasta que
no se vote el 27 y la investidura de Feijóo fracase, si es que fracasa, no nos
vamos a poder quedar tranquilos. Que 4 de los 121 escaños socialistas acaben
seducidos por tanto canto de sirena es una posibilidad que más vale no
descartar.
Mi
compañera Ana Pardo de Vera recuerda
en una de sus más recientes columnas cómo el miércoles 20 de septiembre, solo a seis
días de las sesiones de investidura y "en plenas negociaciones para
intentar que se reedite el Gobierno PSOE-Sumar, el expresidente presenta las
memorias de su exvicepresidente en el Ateneo de Madrid, La rosa y las espinas. ¡Qué extraña coincidencia!
Lo
dicho, menudo éxito si deciden hacerse influencers en
las redes. Lo petarían soltando frases como la última lindeza de Guerra: "Esta amnistía es la condena de la Transición",
ha dicho. Tomo prestada para contestarle una frase de Emilio Silva: "Quizás la transición se condenó
a sí misma al dejar impunes miles de violaciones de derechos humanos de la
dictadura franquista y las cunetas de España sembradas de cadáveres de civiles republicanos".
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