RADIOGRAFÍA DE LA VUELTA AL TRABAJO,
SI TIENES DÓNDE VOLVER
JOSÉ MANUEL MUÑOZ PÓLIZ
Millones de personas regresaban al trabajo con el fin de agosto. Sin embargo, muchas de ellas ya no tenían dónde volver. Que agosto sea un mes malo para la creación de empleo no es algo nuevo, pero sí algo contradictorio con algunas de las promesas que se hicieron con una reforma laboral que venía a terminar con la estacionalidad laboral a través de la fijeza. Cuestión que ha quedado pendiente al igual que otras características de la precariedad laboral que se han mantenido con una reforma tan poco ambiciosa en su articulado como grandilocuente en su propaganda.
El año 2023
en España ha mostrado una creación de empleo más débil que en años anteriores y
el desempleo se mantiene en niveles altos siendo el país de la UE con la tasa
más alta de paro registrada con un 11,7%, seguido por Grecia con un 10,8% y
lejos de la media de la UE, en un 5,9%. Esta tasa de paro es 3 puntos superior
en el caso de las mujeres, lo que muestra que, a pesar de la reducción en estos
últimos años, se produce una cronificación de la brecha de género de acceso y
sustentabilidad del trabajo, además de la brecha salarial1.
El desempleo
ha aumentado territorialmente, con respecto al mes anterior, en Melilla
(3,62%), Illes Balears (3,27%), Euskadi (2,34%) y Catalunya (2,27%)
especialmente arrastrado por el sector servicios al igual que en el conjunto
del Estado. La única Comunidad que ha mejorado sus datos es en La Rioja con un
ligero 0,37 menos de paro, con 49 personas menos registradas como paradas.
Por sectores
de actividad, como es habitual Servicios ha sido el más damnificado con 23.097
parados más, mientras que las campañas de recogida han impulsado el empleo en
la Agricultura con 2874 personas paradas menos..
En cuanto al
paro juvenil, a pesar de la reducción en los últimos años, ha aumentado en un
0,23% con especial peso entre las mujeres (+0,55%) y mantiene a España como el
país de la UE con el paro juvenil más elevado con un 27,2%, seguido por Grecia
con un 23,2% y Rumanía con un 22,3%.
Los contratos
indefinidos del mes de agosto han sido 171.886 a tiempo completo (-21,06%),
94.546 a tiempo parcial (-20,51%) y 152.495 fijos discontinuos (-10,32%).
En cuanto a
la calidad del trabajo, hay indicadores cualitativos y cuantitativos
suficientes para mantener una justificada preocupación. Incluso el think-tank
neoliberal Fedea, en su último análisis, advierte que “empezamos a ver indicios
de que la caída de la temporalidad contractual no está viniendo acompañada, del
todo, de una reducción de la precariedad laboral real. Es decir, hay un
segmento de los trabajadores, que a pesar de que su contrato ahora tiene la
etiqueta de indefinido, sigue siendo muy precario cuando miramos al número de
días trabajados, a su salario, al tipo de jornada y a los elevados periodos de
inactividad que presentan” 2
Si bien las
primeras causas de baja en la Seguridad Social siguen siendo debidas a la
finalización de un contrato temporal o al pase a la inactividad de un
indefinido fijo discontinuo, podemos advertir una intensa rotación de contratos
con los despidos en cifras récord 476.220 hasta junio, lo que representa un
39,9% más que en el mismo periodo de 2022 y el máximo desde 2013 cuando se
inicia la serie histórica. Por su parte, tanto los despidos disciplinarios (un
55% del total de despidos) como los ceses por no superar el periodo de prueba
(despido libre y gratuito) suben un 16,9% en un año, con un total de 468.914.
Estas fórmulas se ven beneficiadas por la amplia flexibilidad de los despidos,
favorecida por la legitimación que ha hecho de ella la reforma laboral. Así, la
mayor parte de los despidos se producen por causas disciplinarias y objetivas,
obligando al trabajador a litigar para obtener una compensación exigua y sin
optar a los salarios de tramitación por despido irregular que retiró el Partido
Popular en 2012 y con lo que parece estar de acuerdo el gobierno “progresista”
que mantiene esta agresión a los derechos laborales. Se está observando una
alta creación y destrucción diaria de empleo síntoma de una alta rotación e
intermitencia o discontinuidad en el empleo o la menor duración de los
contratos indefinidos.
Según un
informe encargado por el MITES, “la precariedad laboral afecta a 11,9 millones
de personas, de las cuales 8,1 millones son asalariadas (34,7%), 1,2 millones
trabajadores autónomos (5%) y 2,6 millones desempleados que han trabajado
previamente (11,2%). Del total de trabajadores/as precarizados/as, dos tercios
forman parte de la población asalariada, casi una quinta parte son
trabajadores/as en paro y el restante 10% es población trabajadora autónoma sin
trabajadores/as a su cargo”3. La precariedad se ha instalado en
el trabajo durante décadas de una apuesta por el abaratamiento salarial, la
flexibilidad, temporalidad y jornadas parciales y las novedosas reformas tan
solo la reconfiguran con estas mismas premisas.
Los contratos
fijos-discontinuos estaban llamados a ser los sustitutos de los temporales, así
se reconocía desde el propio Ministerio de Trabajo y Economía Social, los
sindicatos del régimen, la CEOE y las empresas de recursos humanos, las cuales
lanzaron múltiples manuales y formaciones para la conversión de estos. Con esta
premisa, el fijo-discontinuo ya representa un 36,4% de todos los contratos
indefinidos en agosto. Una cifra relativamente baja, debido a la posibilidad de
temporales ante las campañas de verano, si lo comparamos con el 50% que
representaron en abril. En cuanto a la sobrestimación de empleo indefinido que
puede producir la utilización de este tipo de contrato, parece indicarse por
los datos proporcionados por el gobierno que sí podría producirse una
sobrestimación de personas ocupadas aunque en realidad están sin actividad. Un
fenómeno creciente tras la reforma laboral. Así se desprende de la contestación
del gobierno a una pregunta parlamentaria, ya que aún no disponemos de los
datos mensuales que el gobierno se comprometió a ofrecer. Y es que en España el
pase a la inactividad de un fijo discontinuo es la segunda causa de baja de los
trabajadores, solo por detrás de la finalización de un contrato temporal.
La pérdida de
poder adquisitivo en España sigue siendo la más alta de la OCDE desde la
pandemia con más de un 7% del salario medio que tienen de menos las familias
trabajadoras hoy. Esta situación ha mostrado un ligero retroceso si tomamos en
cuenta la moderación de la inflación general y un ligero aumento de los salarios
en convenio, pero no si tenemos como referencia la inflación subyacente. El
alza de los precios se encuentra en una tercera fase, tras la primera
relacionada con el aumento de los precios energéticos, una fase posterior
protagonizada por las consecuencias de la guerra y actualmente una fase de
traslación de precios finales muy superiores a los costes donde los márgenes de
ganancias de las empresas (especialmente las grandes) están sometiendo al
conjunto de la población a un estrangulamiento de su salario disponible por la
avaricia de unas pocas personas. Los márgenes empresariales se encuentran en
niveles récord, un 13,3% según el Observatorio de Márgenes Empresariales. Según
el informe del Banco de España, los beneficios han crecido siete veces por
encima de los salarios. Las crisis acentúan el efecto Robbing Poor4, detrayendo recursos de quienes
menos tienen para aumentar las ganancias de quienes ya son ricos.
Así, no es
extraño encontrar que el 70% de las personas están descontentas con su sueldo y
es que llevamos décadas acumuladas de pérdida de poder adquisitivo en España
que en la situación actual hacen muy difícil mantener un proyecto de vida
digno. Todo ello mientras observamos beneficios récord en grandes empresas que
se están aprovechando de las situaciones adversas para el conjunto de la
población para incrementar los beneficios. El porcentaje de trabajadores en
situación de pobreza en España marca la tercera cifra más alta de toda la U.E.
con un 11,7%, solo por detrás de Rumanía (14,5%) y Luxemburgo (12,9%) y a 3,2
puntos de la media de los 27. Como consecuencia de estos fenómenos el ahorro,
que durante la pandemia subió hasta el 21%, actualmente ha caído hasta el 9%,
por lo que de seguir esa tendencia buena parte del consumo interno se reducirá,
provocando así un ralentización de la economía que puede tener una fuerte
repercusión en el futuro del empleo. Un efecto derivado las familias están
retirando su dinero de los depósitos bancarios al mayor ritmo desde 2012, la
clase trabajadora tira de ahorro para hacer frente a la pérdida de poder
adquisitivo retirando 12.286 millones de los bancos. También debemos tener en
cuenta que las herramientas utilizadas por los poderes financieros como son los
Bancos Centrales lejos de aliviar la presión de las personas trabajadoras se
carga la inflación en sus espaldas con subidas de intereses desorbitados,
creando una financiación más costosa para los que más la necesitan y más
restringida. Este mes ha vuelto a subir el Banco Central Europeo los intereses
25 puntos, situando el euribor por encima del 4%.
Por su parte,
a pesar de que el empleo público está coloquialmente asociado a mejores
condiciones laborales, y en muchos casos se cumple, los datos nos muestran que
en la realidad no siempre es así. El empleo público tiene una amplía bolsa de
personas en situación precaria, con índices de temporalidad muy superiores al
conjunto del empleo privado y niveles de pérdida de poder adquisitivo similares
a cualquier otro empleo.
La
temporalidad en el empleo público duplica la del empleo privado y se ha
mantenido en 2023 desde el repunte que muestra desde 2013. Actualmente el
sector público se encuentra 16,7 puntos por encima del privado en temporalidad
con un 31,3% de contratos temporales. Ésta tiene, además, un fuerte componente
feminizado, ya que afecta en mucha mayor proporción a las mujeres, donde los
contratos temporales representan el 36% respecto a los hombres que lo hacen en
un 24%.
El volumen de
masa salarial de los empleados públicos en comparación con el aumento del coste
de la vida se ha deteriorado desde los años 80. Tanto es así que hasta 2015
llegaron a acumular unas pérdidas de poder adquisitivo de casi un 40%. Este
fenómeno es multifactorial, pero no debe esconder una realidad y es que la
contención salarial en el personal público ha sido una estrategia premeditada
por diferentes gobiernos y de diferentes colores políticos desde hace más de cuatro
décadas.
Si atendemos
a los años recientes, los salarios públicos han tenido un comportamiento
similar en cuanto a la pauperización de la capacidad de compra de los salarios.
La escasa capacidad negociadora de los trabajadores públicos debida a la dejadez
de los representantes mayoritarios, sumada a una visión negativa por parte de
los medios y partidos de la derecha del empleo público, hacen que estos tiendan
a considerar innecesaria o perjudicial la movilización más allá de casos
puntuales y particulares asumiendo un estigma que el neoliberalismo impone. Sin
embargo, como hemos visto en estas escuetas líneas, hay motivos suficientes
para que, como colectivo, se de una lucha para recuperar buena parte de los
derechos perdidos en estos años y una ocasión que no puede dejarse pasar es
este ciclo de negociaciones de convenios que se abre en los próximos meses. Hay
por delante una oportunidad para, en unos meses de esfuerzo colectivo, ser
capaces de recuperar años de agresiones a la dignidad de millones de trabajadoras
y trabajadores.
En este
somero análisis, hemos visto algunas de las cuestiones por resolver en el
trabajo en este país. Frente a los discursos triunfalistas, la realidad muestra
importantes deficiencias y carencias para la clase trabajadora. No en vano, los
problemas relacionados con el empleo son, en su conjunto, la primera causa de
preocupación de la población. Según el CIS, la crisis ocupa la primera posición
con un 33,7%, seguida muy de cerca por el paro (33,5%). En tercer lugar, siguen
los problemas políticos (22,3%) y la cuarta es la calidad del empleo, que pasa
del 11,8% de mayo al 16% y escala dos posiciones. El 90% de los españoles no se
sienten comprometidos con su trabajo y los españoles somos los europeos menos
felices en el lugar de trabajo. Al final, todas estas condiciones laborales
tienen consecuencias en la salud de las trabajadoras, al incremento de la
siniestralidad laboral tras la vuelta a la actividad post-pandemia se le ha
sumado un dato relevante a tener en cuenta desde ahora: los expertos nombrados
por el MITES calculan que el 33,2% de los casos de depresión que la población
activa sufrió en 2020 tuvieron como consecuencia la precariedad laboral.
También en el apartado de la salud mental dentro del trabajo, hemos conocido que,
al menos, un 15% de los trabajadores en España reconocen haber sufrido al menos
una situación de acoso laboral a lo largo de su vida. En el caso de las mujeres
este dato casi duplica al de los hombres. Esta cifra hay que considerarla como
un mínimo, ya que aún existen deficiencias para la identificación y actuación
frente al acoso. Así mismo, muchos empleados esconden los problemas derivados
(ansiedad, depresión…) ante la posibilidad de ser represaliados por las
empresas a través del mobbing o el despido.
El
conformismo de los representantes políticos, sindicales y, por supuesto,
empresariales está cronificando la realidad diaria de millones de familias
trabajadoras condenándolas a un salario cada vez menor, peores condiciones
laborales y una absoluta disposición al albedrío de los jefes. Es necesario
abordar un plan de choque para la calidad del trabajo que permita revertir los
altísimos niveles de precariedad, mejorar la capacidad de las finanzas
familiares, disponer de un mayor tiempo libre y de mejor calidad, fomentar la
salud en el trabajo e in itinere, mejorar la prevención de los
problemas de salud mental y equilibrar la balanza de la riqueza que ahora queda
en muy pocas manos, mientras millones ven cómo cada vez cuesta más llegar a fin
de mes.
De nuevo es a
la clase trabajadora, como sucedió en 2008, a quien le hacen cargar con todo el
sufrimiento desde los poderes económicos y políticos para resolver los
problemas que nos genera el capitalismo. No es asumible que la receta sea
siempre la misma motivo por el cual se hace necesario una inmediata
recuperación de derechos que pase, al menos, por una serie de medidas de
mínimos que protejan a las familias trabajadoras.
- Se
hace imprescindible recuperar las protecciones al empleo con el aumento de
la indemnización por despido y la vuelta de los salarios de tramitación
ante todo tipo de despidos que sean declarados irregulares.
- Abordar
la reducción de jornada laboral para fomentar el acceso a más personas a
la vez que se amplía la disposición de tiempo propio.
- Iniciar
una verdadera persecución de las horas extras irregulares y no pagadas que
permitan a las trabajadoras y trabajadores recuperar su salario y su
tiempo a la vez que se favorece la reducción de la parcialidad no deseada.
- Recuperar
el poder adquisitivo de los salarios, reconociendo la deuda generada en
2022 e introduciéndola en los incrementos interanuales además de la
inflación actual en las negociaciones de los convenios colectivos.
- Extender
la cobertura de los convenios colectivos a grandes capas de la población
trabajadora que se mantiene ajena a estos.
- Impulsar
la estabilización del empleo público.
- Establecer
medidas y reformas legales para identificar, prevenir y castigar el acoso
laboral.
- Reducir
el poder de las mutuas privadas en la salud laboral.
1 https://in-formacioncgt.info/la-brecha-07-realidad-salarial-mujeres/
2 https://documentos.fedea.net/pubs/fpp/2023/09/FPP2023-05.pdf?utm_source=wordpress&utm_medium=portada&utm_campaign=estudio&_ga=2.30494204.2103410266.1693831465-1881247834.1693831465
3 https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/trabajo14/Documents/2023/170323-informe-salud-mental.pdf
4 https://elpais.com/elpais/2013/07/16/3500_millones/1373952120_137395.html
José Manuel
Muñoz Póliz
Secretario
General de CGT de 2013 a 2022
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