TELEFÓNICA Y LOS DILEMAS DEL
INVERSOR SAUDÍ
JULEN
BOLLAIN
La entrada de Arabia Saudí en Telefónica ha desencadenado un debate que se extiende más allá de las fronteras empresariales. Lo que comenzó como una transacción comercial ha evolucionado hacia una preocupación estratégica para el Gobierno español, que ahora se encuentra dividido entre quienes ven en esta inversión una oportunidad y quienes temen que Arabia Saudí pueda acceder a información confidencial y poner en riesgo la seguridad de datos sensibles.
La ministra de Economía, Nadia Calviño, ha enfatizado que el Gobierno español velará por “la defensa de los intereses estratégicos de España”, pero hasta el momento no ha proporcionado detalles concretos sobre cómo se abordará la inversión saudí en Telefónica. Esta falta de claridad refleja la división que existe en el Gobierno. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha sido clara en su rechazo, argumentando que España debe asegurarse el control de empresas que manejan datos sensibles.
Dentro del propio PSOE existen
desacuerdos sobre cómo abordar esta operación. La diferencia de opinión entre
Margarita Robles y Nadia Calviño es notoria. Mientras la ministra Robles
enfatiza la necesidad de priorizar la defensa nacional y la seguridad en
relación con las inversiones extranjeras en empresas estratégicas, Calviño
aboga por una postura más abierta. Esta discrepancia dentro del Gobierno
refleja la complejidad de la situación y las decisiones difíciles que deben
tomarse en relación con una maniobra que abarca aspectos económicos, de
seguridad y diplomáticos.
No obstante, resulta paradójico
que, después de décadas de tendencia hacia la privatización de empresas
estatales en todo el mundo, España esté considerando la entrada de una empresa
pública de otro país en una de sus compañías más estratégicas. Esta paradoja
subraya el dilema entre la liberalización de los mercados y la protección de
los intereses nacionales. Durante mucho tiempo, se argumentó a favor de la
privatización como un medio para mejorar la eficiencia y reducir la
intervención gubernamental en la economía. Sin embargo, la situación actual
pone de manifiesto que las decisiones sobre la propiedad de empresas
estratégicas siguen siendo fundamentales y no pueden tomarse a la ligera.
Esta paradoja subraya el dilema
entre la liberalización de los mercados y la protección de los intereses
nacionales
En un mundo cada vez más
interconectado, donde las multinacionales pueden influir significativamente en
las economías nacionales, se plantea la pregunta de si las políticas de
privatización deben ser reevaluadas. Que una empresa pública como Saudí Telecom
se convierta en el principal accionista de Telefónica hace que nos cuestionemos
si las empresas estratégicas deben estar sujetas a un mayor control y supervisión
gubernamental, independientemente de su propiedad. Esta paradoja también
sugiere la necesidad de una mayor coherencia en las políticas económicas y
comerciales, con una consideración más profunda de las implicaciones a largo
plazo para la seguridad y la soberanía nacionales.
El torbellino saudí y su ambición
global
El movimiento de Arabia Saudí en
Telefónica no se puede entender plenamente sin considerar su papel en el
escenario global y su ambición de diversificar sus fuentes de ingresos. A
medida que el mundo avanza hacia la transición de energías renovables y busca
reducir su dependencia de los combustibles fósiles, los países proveedores de
petróleo se enfrentan a un desafío económico fundamental.
El objetivo de los países
proveedores de petróleo es sencillo: hacerse con puntos estratégicos de toma de
decisiones para seguir manteniendo su poder. Arabia Saudí, con abundantes
reservas de petróleo, ha estado en el centro de este juego de poder durante
décadas. Sin embargo, se encuentra en un proceso de transformación económica
denominado ‘Visión 2030’, que busca diversificar sus fuentes de ingresos y
alejarse de la dependencia exclusiva del petróleo.
La inversión en Telefónica forma
parte de esta estrategia de diversificación. Arabia Saudí no solo busca
adquirir activos en el extranjero, sino también influir en la toma de
decisiones y asegurarse un lugar en el consejo de administración de empresas
estratégicas. Esta ambición se alinea con su objetivo de convertirse en una
potencia inversora mundial.
Arabia Saudí no solo busca
adquirir activos en el extranjero, sino también influir en la toma de
decisiones
Sin embargo, esta inversión no es
un movimiento aislado. Arabia Saudí ha sido un importante comprador de armas a
nivel global y ha mantenido relaciones comerciales controvertidas con varios
países, incluyendo España. Esto ha generado tensiones debido a preocupaciones
sobre derechos humanos, conflictos internacionales y múltiples asuntos éticos.
La adquisición de una parte significativa de Telefónica, el 9,9%, plantea
preguntas adicionales sobre cómo equilibrar los intereses económicos y las
consideraciones éticas (los derechos humanos, y la libertad de las mujeres,
sobre todo) y de seguridad en las relaciones internacionales.
Un juego de poder
Este movimiento también pone en
el centro de atención interrogantes más amplios sobre la evolución de la
política saudí, especialmente bajo la influencia y el liderazgo del príncipe
heredero Mohammed bin Salman, en un momento crucial en el que el país busca
expandir su influencia global. En un mundo que se está reconfigurando a raíz de
la crisis financiera de 2008, la pandemia de la covid-19 y las crecientes
tensiones geopolíticas, Arabia Saudí está buscando su lugar en el nuevo orden
mundial.
Bin Salman, que según informes
oficiales de Estados Unidos encargó el asesinato del periodista Jamal
Khashoggi, ocurrido en el consulado saudí de Estambul en 2018, y de varias
docenas más, es el artífice de la hoja de ruta ‘Visión 2030’ y de las recientes
reformas económicas y sociales que tratan de modernizar el país. La inversión
en Telefónica es parte de esa estrategia de diversificación, que va más allá de
las fronteras de Oriente Medio y se adentra en el mundo de las
telecomunicaciones en Europa. Su influencia y determinación para posicionar a
Arabia Saudí en el escenario global –por ejemplo con inversiones destacadas en
el mundo del fútbol que han sembrado el pánico entre los clubes europeos– son
aspectos cruciales a considerar en esta operación y sus implicaciones para
España y el mundo en general.
Los países emergentes están
ganando influencia global, creciendo en importancia económica y política
También es reseñable la cumbre de
los BRICS celebrada este mismo mes en Sudáfrica, un hito de la reconfiguración
del orden internacional. Una cumbre en la que el grupo internacional de
economías emergentes ha acordado su expansión con el ingreso de Arabia Saudí,
Argentina, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán. Los países
emergentes están ganando influencia global, creciendo en importancia económica
y política y buscando asegurar su lugar en la toma de decisiones a nivel
internacional.
Arabia Saudí y Telefónica, una
relación controvertida
Tal y como comentaba
anteriormente, las cuestiones fundamentales sobre la ética y la seguridad
nacional no pueden dejarse de lado en todo este asunto. Si se analiza esta
operación desde una perspectiva crítica, se hacen evidentes varias
preocupaciones que deben abordarse con seriedad:
Riesgo para la seguridad
nacional. La inversión de Arabia Saudí en Telefónica podría tener serias
implicaciones para la seguridad nacional. Telefónica maneja datos sensibles de
varios sectores, entre ellos el de Defensa, y es una parte crucial de la
infraestructura de telecomunicaciones española. Permitir que un inversor
extranjero, especialmente uno como Arabia Saudí, acceda a información
confidencial plantea riesgos innegables. La seguridad de los datos y la
soberanía digital son cuestiones que no deberían comprometerse por intereses
económicos a corto plazo.
Influencia extranjera en empresas
estratégicas. También destaca el problema de la influencia extranjera en
empresas estratégicas. ¿Hasta qué punto deben permitirse inversiones
extranjeras en sectores clave de la economía? Esta pregunta es particularmente
relevante en un mundo donde las empresas manejan información crítica y
desempeñan un papel vital en las infraestructuras nacionales.
La ambición global de Arabia
Saudí: Este movimiento es solo una pieza de su estrategia más amplia de
diversificación económica y expansión global. Esta estrategia plantea
interrogantes sobre cómo los países proveedores de petróleo están buscando
mantener su influencia en un mundo que avanza hacia la energía renovable. La
inversión en empresas estratégicas es una forma de asegurar un lugar en la toma
de decisiones y preservar el poder.
Repercusiones éticas y de
derechos humanos. La política de Arabia Saudí ha sido objeto de gran
controversia debido a sus reiteradas violaciones de los derechos humanos y su
papel en conflictos internacionales. Esta inversión en Telefónica plantea la
cuestión de si España debería hacer negocios con un país donde no existe la
libertad de expresión, la igualdad entre mujeres y hombres, los derechos de las
minorías, y donde todavía se aplica la pena de muerte. Asimismo, diversas
organizaciones internacionales de derechos humanos han denunciado
sistemáticamente arrestos y crímenes arbitrarios y restricciones a la libertad
de prensa.
A pesar de que en ocasiones pueda
parecer de cajón, no siempre es así y considero importante recordarlo: las
decisiones comerciales conllevan implicaciones éticas.
Consideraciones finales
La entrada de Arabia Saudí en
Telefónica no es simplemente una transacción comercial; es un asunto que
plantea preguntas profundas sobre la seguridad, la ética y la influencia
extranjera en empresas estratégicas. A medida que el mundo avanza hacia un
nuevo orden geopolítico y económico, es fundamental que España considere
cuidadosamente las implicaciones de esta operación y tome decisiones que
protejan los intereses nacionales y la seguridad de su ciudadanía. En este
sentido, la transparencia y el escrutinio público son esenciales.
Mientras España navega por las
aguas tumultuosas de la geopolítica y la economía global, esta situación se
convierte en un peligroso juego de poder. Estamos ante una relación
controvertida entre dos mundos, el de los negocios y el de la seguridad
nacional, que nos deja con un dilema intrigante: ¿hasta dónde estamos
dispuestos a llegar en busca de oportunidades económicas, incluso cuando
enfrentamos cuestiones éticas y de seguridad?
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