EL CAMINO INVERTIDO(NARRATIVA) 5
DUNIA SANCHEZ
De la mano. Sí, de la mano, con mi hijo. Nos vamos del parque. Aprete su fragilidad, su menuda mano, pero fuerte, con la calidez de los años que vienen. Le doy toda mi energía, toda esa energía para que la valentía y la dignidad pisen sobre él. Presiento que algo nos protege, que algo nos ha protegido a lo largo de estos años. Y me ciño a ello. Caigo en la creencia de que algo vuela en nuestra atmósfera, en nuestra alma. Y no es ramificación de alguna religión, de algún dios. Caminamos contra corriente en este país de oportunidades falsas, en esta ciudad donde el tacto se vuelve terco, áspero…a veces…Otras no, se dibuja una gloriosa armonía entre los que conviven y ello me lleva a seguir adelante, a impulsar toda mi existencia en esta nuevo techo. Llegamos a casa, dejo a mi hijo acostado, reposando sus cavilaciones a través del tiempo que ha vivido. El se siente seguro conmigo, una seguridad que tal vez se desquite en el paso de los años. Me miro al espejo de esa habitación que compartimos. Las canas son bosquejo de cada angustia, de cada sufrimiento en el pasado, en el hoy…Sí, en el hoy, me molesta y me desanima que el se ausente cuando yo no estoy. Mis ojos miran mis ojos. Una lagrima retoza por mi faz y entiendo el cansancio. Suplico a mi madre que donde quiera que este me de ganas, ganas de continuar esta travesía de chinchetas atravesando mi
pecho. Hay que luchar, crecer, creer en
uno misma y ser participe de las vivencias que te rajan la respiración para
después emerger como alada ave en los pies de lo hermoso, lo bueno que es la
vida. Se que hay gente de remotos aires
que no comprenden, que son inquisitivas con lo que discurre ante sus manos. Se
que hay gente de remolonas en la tibieza de gentes de otros lugares de este
mundo. Se que hay gente que en lo extraño, en lo no conocido son odio, son
encabezadas por una guerra sin fin. Se ha quedado dormido. No lo despertaré. No
hay prisa. Mis ojos miran mis ojos. Una compresión acaricia mi corazón, un vago
olor de mi madre me llega y me llena. Se que está conmigo. Sé que ella sabe
cada pasada que firmo. Su rostro se pinta tras de mí. No te olvido madre mía,
nada más y no tengo ganas de olvidarte. Ahora que te siento pienso que frío
invierno azota en las miradas de los que me ven como algo ajeno, algo
distanciado a su cultura. No te olvido madre mía. El niño duerme...CONTINUARÁ
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