EL PAPA FRANCISCO Y LA "DISCRIMINACIÓN DE GÉNERO"
LUIS M. GARCÍA
El Papa Francisco I cae bien. Como dicen algunos, "el otro daba mal rollo", en alusión a su predecesor en el cargo, Benedicto XVI, que renunció en 2013. El argentino Jorge Mario Bergoglio es el Papa número 266 de la Iglesia Católica y, aunque parece más joven, el 17 de diciembre cumplió 86 años y en 2023 cumplirá una década como Papa.
Francisco es diferente y no solo porque es el primer Pontífice originario de América y el único no europeo desde el sirio Gregorio III, que fallecido en el año 741. Bergoglio es el "Papa moderno" para la mayoría por su humildad, su sensibilidad con los pobres, porque es dialogante, por su reforma de la curia romana o por su lucha contra la pedofilia y los abusos sexuales, al margen del género, y la protección de los menores y los migrantes.
Sobre los abusos
que padecen las monjas, concretamente, dijo en 2019 en un encuentro con cientos de ellas que
"es un problema serio y grave y yo soy consciente, y también existe en
Roma por la información que llega". Se lo dijo a las religiosas en el aula
Pablo VI del Vaticano.
Ahora se ha
referido a las mujeres en general y a la "la brecha salarial de
género" que sufren y se ha preguntado "¿por qué una mujer tiene que
ganar menos?". Y es que este mes de diciembre, Francisco I también ha
arremetido duramente "contra todas las prácticas en las que la dignidad
humana es pisoteada por la discriminación de género".
Lo hizo durante la
audiencia al sindicato mayoritario italiano Confederación General Italiana del
Trabajo (CGIL). El Papa lamentó que en demasiadas ocasiones se despida a las
mujeres que deciden quedarse embarazadas, a las que "echan del trabajo
para no pagarla la maternidad", lo cual igualmente le honra. De hecho, ha
denunciado estas prácticas como "distorsiones del trabajo".
No lo tiene fácil
el Papa Francisco en su objetivo de acercar la Iglesia a la sociedad,
especialmente a los jóvenes, y aunque parece lleno de buenos propósitos, que un
Pontífice aluda a la discriminación de la mujer es algo que sigue chocando.
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Porque, ¿a qué
puede aspirar una mujer dentro de la Iglesia? Si hay un colectivo que ha
discriminado a las mujeres a lo largo de los siglos, sin duda son las
religiones y, por supuesto, de manera destacada la Iglesia Católica. Obviamente
las hay peores, pero sus dirigentes jamás van a citar la "brecha de
género" de la mujer ni que se las discrimina.
Pese a las palabras
de Francisco y su preocupación por la "brecha de género" y porque la
"discriminación de género" las impida avanzar, a pesar de sus buenos
propósitos, la religión católica que él lidera desde el Vaticano, sigue
considerando a las mujeres meras comparsas y reserva para ellas dentro de la
Iglesia la posibilidad de ser monjas y poco más. Madres superioras, como mucho.
En la Iglesia las
mujeres no pueden ser Papas ni cardenales ni obispos. No tienen ningún papel
relevante en cuanto a la organización eclesiástica y ni siquiera tienen la
opción de celebrar misas, como hace cualquier sacerdote.
Francisco lo tiene
difícil, pero hablar de "discriminación de género" desde su poltrona
del Vaticano, sin plantear cómo va a colaborar él a que se deje de discriminar
a las mujeres dentro de la Iglesia, cuanto menos es chocante. Bien por
Francisco, pero sería más práctico pregonar con el ejemplo. Si la Iglesia está
evolucionando y las mujeres mantienen su escueto papel de acompañamiento del
hombre, igual sobran las palabras.
No se trata de que
las monjas tengan que ser más que monjas por norma. La cuestión es que si una
religiosa tuviese la intención de ir más lejos dentro de la Iglesia, no podría.
No tienen esa opción y tendría que enfrentarse a ella, puesto que son los
hombres y solo los hombres quienes siguen rigiendo sus destinos.
Solo sería legítimo
que las religiosas pintaran algo si los religiosos lo propiciaran, y plantearan
y diesen ese paso en favor de la no discriminación por razón de género de las
mujeres dentro de la Iglesia. Y deshacer eso es algo cuanto menos complicado,
ya que viene siendo la norma desde Adán y su costilla Eva.
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