EL CAMINO INVERTIDO (NARRATIVA )12
DUNIA SANCHEZ
El mediodía reaparece, una calima intensa converge en esta urbe. Mi hijo luce un rostro contento, relajado en este diciembre donde los niños se ilusionan por la festividad de esta religión, una navidad causa de algo en contra en el pasado. Lo veo crecer, alargase en el sentido de la bondad, de la hegemonía de sus sentimientos y se entrega y es absorbido por el movimiento de esta cultura. Me alegro hijo, no olvidarás, pero nuevas expectativas se reactivan en tus emociones. Los sueños es un lujo que muchos pueden alcanzar y que pocos dejan atrás. El sueño de soñar de una vida mejor, de un mundo benevolente donde talentosos emergemos entre los escombros del ayer. Me alegro hijo porque si, porque eres mi hijo, no hay duda. Yo te he de escoltar hasta que aprendas volar, a volar solo como las gaviotas en los océanos de sus vidas. Pasaras dificultades, lamentarás en tu destino, pero siempre la mirada al frente, tus ojos fuentes de nuevas ilusiones, siempre...siempre.
Nos acercamos al parque,
abrazamos al árbol de todos los días. Me alegro hijo, te vas expandiendo en lo
grande de este árbol. Continuamos de camino hasta casa. De reojo lo observo y
aun su alegría es latente, es la presencia de una paz en la reconditez de mi
pulso y por esos momentos olvido…olvido todo dolor, cada sacudida letal de esta
existencia. Planeo con mis ojos el cielo, un sol estridente y punzante danza en
ellos y mi madre vuelve y le doy gracias. Porque no estar agradecida, todo lo
que soy se lo debo al ayer, a esas mareas nefastas del ayer. En todos los
escaparates se detiene, pega su nariz respingona en todos los cristales dejando
una señal de él. No tengo ganas de llamarle la atención, son instantes donde
disfruto con su juego. Una voz conversa con mi espíritu, una voz me dice que
todo saldrá bien. Un revoltijo de seguridad se despliega sobre mis hombros, mis
hombros cansados. Me inflo de una verdadera positividad y vuelo y vuelo donde
los sueños puedan llegar. Me alegro hijo, ya estamos en casa, descansa hasta
que la comida esté, como quieras. No interpongo barreras su imaginación y lo
dejo correteando, divirtiendo por este pequeño piso que vivimos. Yo, en la
cocina, lo siento reír ¡Reír¡ y alcanzo
la plenitud de mi verticalidad y alcanzo la belleza de vivir y alcanzo todo mi
ser como entereza de este presente que se va trenzado perfecto…CONTINURÁ
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