DOLOROSAS NOTAS DE OLVIDO
Por
Eduardo Sanguinetti, filósofo, poeta y
performer, especial para NOVA
"Te arrojan al mundo como a una pequeña momia, cada cual luego sigue su propio camino y, aunque la tierra se pudra en cosas buenas, la procesión se abalanza hacia el letrero de salida, y hay tal pánico, tal ansía por salir, que los indefensos quedan pisoteados en el barro… y no se escuchan sus gritos" (Texto de mi libro "Morbi Dei", 1985, Ediciones Corregidor).
En el vasto entramado de discursos de la contemporaneidad, pueden reconocerse, como paradigmas innegables, los relatos que -desde la ficción- indagan, preguntan, representan la realidad social mediata e inmediata, coqueta y vacua de la "canalla" que rinde culto al negocio de la sumisión y la incontinencia de pueblos sumidos en la ignorancia y el temor, indiferentes a todo lo que no afecte sus sobrevidas, sin imaginar, la tan ansiada entrada de los ‘chinos en New York’, Finisterre extremo occidental, el far west definitivo de una civilización (la nuestra) eminentemente mortal, para quienes no dejan de fantasear con un final ordenado de ciclo en la pobre historia de occidente, tan limitada en sus fines.
La historia se hace
relato fabulado, biografía novelada, cómic, abandona los enunciados verificables
y la remisión a determinados y específicos hechos, comprobables de manera total
y absoluta, ¿o es que alguien ha muerto?
La indiferencia
casi siempre es mayoritaria y desenfrenada, cuando la mentira de ninguna verdad
se ha instalado. Esta indiferencia, desentendimiento, falta de observación,
fueron obtenidos sin duda mediante estrategias sigilosas, obstinadas, que
introdujeron lentamente sus caballos de Troya y supieron sustentarse tan bien
sobre aquello que propagaban -la falta de vigilancia- que fueron y siguen
siendo imperceptibles, y por ello tanto más eficaces.
La indiferencia es
feroz. Constituye el partido más activo, sin duda el más poderoso de todos.
El sistema
neoliberal es lo suficientemente flexible para adaptarse a las diversidades
nacionales, pero también lo suficientemente "globalizado" para
enviarlas poco a poco en el campo de lo folklórico. Severo, represor,
despótico, pero difuso, escasamente visible, difundido por todos los espacios,
en tendencias disuasorias de todo tipo, desde el diseño chatarra último
"grito" de la moda reciclada en films producidos en revival de lo ya
facturado y elevado a símbolo de lo que hay que vestir, ver, usar, comer, hasta
para los que están excluidos del sistema neoliberal antropófago, publicitado en
medios gráficos monopólicos, sumadas a multimedios corporativos y redes
sociales controladas promiscuamente, con sus conductores ignotos, ignorantes y
fantoches proxenetas, que conforman la opinión pública, que nutre de basura al
espectador seducido y sin voluntad de dejar su pasividad de ente inútil en
pleno acto de consumir consumiendo vacuidad.
Las hordas nacidas
en el imperio del neoliberalismo, compuestas por mascotas superstar que
responden a las corporaciones multinacionales mafiosas, reinantes en todos los
frentes de batallas libradas por un puñado de dólares, el mundial de la infamia
de Qatar incluido, nacionalismos provisorios…
Estas "moscas
de la diligencia", jamás dejan de actuar, suplantar, excluir, acechar y
expulsar del espacio del régimen despótico neoliberal a quienes se atreven a
disentir, instalar nuevos paradigmas, de inmediato remasterizados y asimilados
al pensamiento único que rige en el planeta, incitando seductoramente a una
comunidad mansa y obediente a seguir los designios de esta casta privilegiada
de recién llegados, kitsch y grosera…
Pero sus
privilegios siguen siendo objeto de las fantasías y los deseos de la mayoría.
Incluso los de aquellos que afirman combatirla desde el espacio de confort
siendo penetrados en fiestas clandestinas, lanzando alaridos de displacer, pero
con sonrisa dibujada por la comisión recibida.
Sobrevienen las
clausuras, la marginación social, el síndrome del paria se convierte en la
única realidad, acentuada por la flagrante racionalidad de un sistema insensible,
castigador y fraudulento… Así pues el pavimento, ¡menos duro, menos criminal!,
que gobiernos asimilados al sistema neoliberal, travestido de todo tipo de
ideologías muertas.
Cercados por una
discriminación tácita, pero real, los expulsados de la vida, ellos cometen la
indecencia y el delito de no integrarse… Y me pregunto, ¿integrarse a qué?, ¿al
desempleo y la miseria?, ¿a la marginación?, ¿a la futilidad del tedio, al
sentimiento de ser un inútil o un parásito?, ¿al futuro inexistente?… ¡Integrarse!,
¿pero a qué grupo marginado?, ¿integrarse al orden que niega de oficio todo
derecho al respeto?, ¿a esta ley implícita que ordena que a los pobres se le
asignen vidas de pobres, intereses de pobres (o sea ningún interés) y trabajos
de pobres (si hay trabajos para asignar)?
Estas palabras,
plenas de sentido vital inmóvil, congeladas al pie de ninguna página, se las
dedico a la neo-oligarquía, tan procaz y ávida, políticos de cualquier
extracción, conductores sin registro y dueños de corporaciones mediáticas donde
le medio no es el mensaje, que todo lo malogran, a modelitos pseudo actrices
escort con sumo poder en sus traseros trabajados en los más diversos espacios
de infiltración, galardonadas en cuánto espacio se festeja la simulación y el
simulacro, ocupando bancas en parlamentos y bailando por una pesadilla…
A sindicalistas
mafiosos, a empresariuchos, formidables testaferros, sin una idea que debieran
asistir a gym de neuronas, a los espectros que todo lo controlan y a los hijos
amancebados de estos ejemplares que he mencionado, con vidas aseguradas por ser
sólo un hijo de p., y tantos otros prescindibles, en esta sociedad del show
ultra mediático en que ha devenido la vida en este mundo, donde se desmoronan
destinos , se agotan energías, se anulan trayectorias de millones de seres
humanos, en libertad condicional.
Y siguen cayendo
las sombras, siempre a la misma hora, cuándo cada uno parece seguir su camino
hacia un horizonte inexistente... El amor y el asesinato los siento acercarse
con el crepúsculo: nuevos niños saliendo del útero, suave carne rosada, para
que luego lleguen a estar enredados en alambres de púas, griten toda la noche y
se pudran a miles de kilómetros de distancia de ninguna parte.
Vírgenes
enloquecidas empujan a hombres con collares de perro entre la mierda que les
llega a los ojos... Lo que hay, lo que está, lo que es, me hace mear de puro
susto: un nuevo mundo está saliendo del huevo y a pesar de lo muy rápido que
escriba el viejo mundo no muere con suficiente rapidez... Si tengo ganas puedo
sentarme y observar a los otros que pasan. Todos están alertas.
Ocurren cosas por
todas partes. La tensión de esperar que pase algo, es delirante. De todos modos
sigo paseando de acá para allá, con una erección capaz de reventar mi
bragueta... Y me pregunto ¿Es bueno ser feliz simplemente?
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