LA ESVÁSTICA Y LOS JUECES
ANÍBAL MALVAR
La líder del grupo neonazi Hogar Social Madrid (HSM), Melisa Domínguez,
durante el juicio por el ataque a la mezquita de la M-30, en la Audiencia
Provincial de Madrid. E.P./Juan Barbosa
Yo no sé a qué tanto revuelo con las modificaciones del Código Penal, pues la experiencia nos señala que los jueces españoles poseen una facilidad lisérgica para reinterpretarlo, desinterpretarlo y hasta corromperlo todo sin mancharse las puñetas. Esta misma semana nos hemos enterado de que la Audiencia Provincial de Madrid ha absuelto a la líder del neonazi Hogar Social Madrid, Melisa Domínguez, por considerar no punible que organizara un asalto con bengalas y botes de humo contra la Mezquita de la M-30 el 22 de marzo de 2016. Quizá la cruz gamada que lleva o llevaba tatuada en el tobillo (la entrevisté hace años) le sirvió de eximente ante sus señorías.
En esta España en
la que se encarcela y exilia a raperos por cantar la obviedad de que los
borbones son unos ladrones, en la que se condena a Rita Maestre por protestar
en sujetador en una capilla, resulta que lo que sí se puede hacer es lanzar
bengalas y botes de humo contra un centro de culto musulmán.
Un apunte. No se
sabe de nadie que haya sido muerto por una canción, ni siquiera de José Manuel
Soto. Pero es flagrante que las bengalas y los botes de humo pueden matar. Ha
sucedido más de una vez en eventos deportivos y conciertos. Sin embargo,
nuestros togados consideran más peligrosa un copla rapera que una dosis de
pólvora fascista. No se puede negar que son pacifistamente originales.
No voy a decir yo,
siempre tan respetuoso con nuestras instituciones, que ser un poco fascista en
España te da un plus de respetabilidad que convierte tus bengalas no en una
amenaza, sino en un amable alumbramiento navideño contra el moro, alumbramiento
que regocijaría incluso a Abel Bombillo Caballero.
Ítem más: lanzar
bengalas y botes de humo contra una mezquita, y después calentar el ambiente
racista en redes sociales con la excusa de un atentado, no prueba, según la
sentencia, que "la intención de los acusados fuera la de provocar algunos
de los comentarios de carácter islamófobo". Visto lo que le gusta la
pirotecnia a nuestros jueces, dan ganas de acercarse y bombardear, con bengalas
y humos, la Audiencia Provincial de Madrid. Seguro que la Delegación del
Gobierno mandaba a los antidisturbios a aplaudirnos.
He de reconocer que
mi indefectible respeto a nuestros jueces se ve empañado en ocasiones por mi
amor a la racionalidad. A veces me resultan incompatibles, y supongo que será
defecto mío, y no de los jueces ni de la racionalidad. Uno tiene sus
limitaciones.
Si a nuestros
jueces les parece bien que se lancen bengalas contra una mezquita, o contra una
iglesia católica, o contra la casa de un diputado, pues no volveré a comprar
bengalas, porque no es mi estilo. Pero no tendré argumentos, ni personales ni
jurídicos, para reprobar esas actitudes. Quizá es que los musulmanes de la
mezquita M-30 llevaban las faldas muy cortas
y provocativas y no cerraron las piernas cuando les metieron las bengalas por
los antifonarios. Hay interpretaciones judiciales para todo. No sé. No soy, ni
quiero ser, jurista.
Por otra parte, la
Red Española de Inmigración y Ayuda al Refugiado, que presentó la acusación
contra el Hogar Social Madrid, ha sido condenada a pagar el 50% de las costas
judiciales. No llevaban una esvástica en el tobillo, lo que significa que no
deben ser del todo fiables.
Yo no digo que haya
que normalizar lo de tatuarse la esvástica, pero te da más seguridad que
Legalitas Direct, que te cobran mensualidades. No como los tatuadores de
esvásticas, que te cobran una vez y punto, y ya estás protegido para toda la
vida de las injerencias de la justicia, de la poli y de la hacienda pública. Y
además es que la esvástica, tanto en la piel como en el cerebro, al contrario
que los amores eternos, es para toda la vida. Que se lo digan a España. Y a
Europ
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