LEGUINA, ROSA DÍEZ Y ADANERO: LA TRIPLE
A ARMA EL CONTRAGOLPE
JUAN LOSA
De 'izquierda' a derecha;
Joaquín Leguina,
Rosa Díez y Carlos García
Adanero.- EP
Una suerte de triunvirato anda suelto. La Triple A –entente conformado por Arrimadas-Abascal-Álvarez de Toledo– ultima, según algunos medios, los flecos de una moción de censura a Sánchez por lo de su "autogolpe". Para ello requieren de un "candidato neutral" que arme el "contragolpe", alguien que reúna, en la medida de lo posible, el consenso de todos y adquiera el compromiso de convocar inmediatamente elecciones generales. Sabe dios en quién andarán pensando, qué perfil considerarán neutral los alzados, qué aspirante logrará aunar las diferentes sensibilidades que se agolpan en la caverna. El casting dextropopulista está servido. Hagan sus apuestas.
Las redes barajan
ya hipotéticos aspirantes. Por el momento son todo conjeturas. A nadie se le
escapa, por ejemplo, que la laxitud moral de un Leguina en el candelero podría
perfectamente aglutinar el sentir de muchos. Por no hablar de Rosa Díez, que si
bien se echó al monte hace ya un tiempo, podría, llegado el momento, bajar de
nuevo al ruedo para encabezar un movimiento que ponga coto a la
"perversidad sanchista". Gana enteros, en cualquier caso, la figura
del diputado Adanero, que con su jugada maestra en el infausto sainete de la
reforma laboral certifica, y de qué manera, la virtual sagacidad de las mentes
que urden la opereta que nos ocupa.
Y a todo esto hemos
sabido esta semana que Aguirre, Girauta y Vidal-Quadras andan a vueltas con un
'think-tank' que aplaque el "izquierdismo radical". Una
"plataforma no política" (sic) nacida para combatir el "fundamentalismo
woke" que cuenta ya con estiletes de la talla de Marcos de Quinto, Daniel
Lacalle o Alfredo Timermans.
El contragolpe
ultra me tiene preocupado. Lo que era regocijo prenavideño se ha tornado, de un
día para otro, pura inquietud y desconcierto. Y es que la historia de la
civilización está sembrada de instantes de agitación, momentos en los que
alguien, en algún momento, tiene a bien decantarse por la sacudida, ya sea de
un tablero, de un superior o de un país entero. Me tranquiliza, eso sí, que buena
parte de los alzados contra el sanchismo lo fueron antes contra sus propios
partidos, almas libres que hicieron de la deslealtad su credo. Por eso el
contragolpe ultra podría devenir en mascarada. Y es que nadie es lo que parece
en este enredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario