SEÑOR PEDRO SÁNCHEZ, PERÚ SE DESANGRA
PEPE MEJÍA
Portavoz y miembro del Colectivo de Peruanxs en Madrid
Familiares de los
fallecidos en Perú por la crisis que vive el país se reúnen para honrar a sus
seres queridos y pedir la renuncia de la actual presidenta, Dina Boluarte, el
18 de diciembre de 2022 en Ayacucho (Perú).- EFE/ Miguel Gutiérrez
Cuando los conquistadores españoles llegaron a tierras del Tahuantinsuyo encontraron a los hermanos Huáscar y Atahualpa confrontados. Las tropas españolas, en su mayoría analfabetas, entendieron rápidamente que para dominar los recursos naturales y garantizar las extracciones mineras había que repartir dádivas a unos y a otros, según la conveniencia del momento y del lugar. Mientras los hermanos, sus familias y allegados se peleaban, la Corona española tenía asegurado su peculio.
A día de hoy,
después de más de 500 años, el sistema se mantiene. Refinado y moderno, pero el
sistema es el mismo. Las empresas transnacionales extractivas –entre ellas las
de España- utilizan el soborno, la corrupción y las coimas para mantener sus
amplios márgenes de beneficios. Las grandes empresas transnacionales ganan
mientras la población se queda con sus ríos contaminados y sus pueblos
diezmados.
En el interior de
Perú hay representantes de la oligarquía blanca, cómodamente instalados en
Lima, herederos del colonialismo más rancio y del racismo más mísero, que
siguen viviendo de esos diezmos que les proporciona el capital extranjero.
Muchos diputados y diputadas –representantes de esta oligarquía- reciben coimas
con una mano y con la otra votan leyes que benefician a los intereses de estas empresas.
El pueblo, en su
día, eligió como presidente a Pedro Castillo. Pero esos sectores oligárquicos
se conchabaron para echar al maestro venido de zona rural. El pasado 7 de
diciembre, el Congreso destituyó a Pedro Castillo como Presidente de Perú.
El presidente del
Congreso fue señalado, en su día, como miembro de la cadena de mando que
asesinó a 61 personas, 23 de ellos niños, en Accomarca, Ayacucho y estuvo en la
incursión militar en la embajada de Japón, donde fueron ejecutados
extrajudicialmente miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
El presidente del Congreso, José Daniel Williams Zapata, es firmante de la
Carta de Madrid impulsada por VOX.
Pues en este
Congreso, pilotado por este personaje, se sientan corruptos declarados, corruptos
con proceso judicial y presuntos violadores de trabajadoras en las oficinas
parlamentarias.
El Congreso está
totalmente desprestigiado. Cerca del 86% de la población del Perú rechaza la
gestión del Congreso, según los resultados de una encuesta de finales de
noviembre del Instituto de Estudios Peruanos (IEP).
Pero no solamente
el Congreso es un nido de corruptos y corruptas. La corrupción corroe al Poder
Judicial y a la Fiscalía.
Por lo tanto,
enaltecer la "institucionalidad" en el Perú es una broma de mal
gusto.
En siete años
habido seis presidentes. La población está harta y lleva movilizándose desde
hace muchos años. La población quiere y demanda soluciones a sus problemas y lo
que reciben son balas. Mueren a balazos o mueren de hambre.
La represión es
especialmente virulenta contra una población que solo defiende sus escasos
derechos. Las Fuerzas Armadas (FFAA) y Policiales han recibido órdenes -de la
presidenta no electa, Dina Boluarte- de disparar al cuerpo.
Al momento de
escribir este artículo, se reportan 27 personas fallecidas a nivel nacional: 21
producto de enfrentamientos de manifestantes con efectivos de la Policía y de
las FFAA, y otros seis indirectos (accidentes y hechos vinculados a los
bloqueos de vías).
Además, hay más de
600 heridos en los 13 días de protestas, 357 civiles heridos (62 continúan
hospitalizados) y 290 efectivos de la PNP heridos.
Las regiones más
afectadas por la represión son Ayacucho y Apurímac. En esta última, todos los
fallecidos eran adolescentes de entre 15 y 19 años. Trabajaban en actividades
agrícolas o en construcción para mantener a sus familias. Soñaban con ser
futbolistas, farmacéuticos, médicos, policías y artistas. En Ayacucho, gran
parte de ellos murieron por impactos de armas de fuego en el tórax, cuello y
cabeza, según Ojo Público.
En la represión de
las manifestaciones se utiliza munición prohibida y armas de fuego contra
civiles. España vende a Perú armas que después son utilizadas en estas
manifestaciones, según Amnistía Internacional y el Centro Delàs de Estudios por
la Paz.
También se disparan
bombas lacrimógenas al cuerpo de los manifestantes, detenciones arbitrarias,
infiltración de policías encubiertos en las marchas, sembrado de pruebas
incriminatorias, entre otras.
La Misión en Perú
de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos (Oacnudh) ha expresado su preocupación por el incremento de la
violencia en el país. Y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha
condenado el incremento de los hechos violentos y ha exigido al Estado peruano
sancionar a los responsables.
La actual situación
requiere que la Comunidad Internacional –y especialmente el Gobierno que
preside en España Pedro Castillo- alcen su voz para frenar esta sangría, este
genocidio que se está cometiendo contra un pueblo desarmado y que sólo tiene
sus voces para hacerse oír. No esperemos acumular más muertos encima de la
mesa. Se requiere que de manera inmediata se ponga alto a las muertes por
disparos de las FFAA y policiales. Que los responsables de las FFAA y
policiales sean juzgados y asuman sus responsabilidades. Que la Presidenta,
junto con sus ministros de Interior y de Defensa, sean juzgados por crímenes de
lesa humanidad. Y, por supuesto, que dimitan. Ocho de cada diez personas
quieren que se vayan todos.
El Presidente del
Gobierno de España, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, tiene la oportunidad de pedir
al Gobierno peruano que no haya más muertes en las movilizaciones. Respeto a
los derechos humanos y que los responsables de las violaciones respondan ante
la justicia.
No se puede avalar
desde el exterior la política represiva en Perú. Hoy en día apoyar la
"institucionalidad" es exigir frenar esta sangría.
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