HACIA UNA NUEVA GUERRA FRÍA
CRÓNICAS INSUMISAS
La cumbre de la OTAN de junio de 2022 en Madrid aprobó el Nuevo Concepto Estratégico (NCE), y confirmó lo que ya se venía dibujando por parte de Estados Unidos respecto a la geopolítica mundial, dirigir a China su atención pues, aunque la NCE señale a Rusia por su invasión a Ucrania como una amenaza, es China quién preocupa al considerarla una potencia que desestabiliza sus intereses hegemónicos. Una nueva etapa en la política exterior de EEUU que se ha reafirmado en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional (NNS en sus siglas en inglés) aprobada en octubre de 2022, donde se declara sin tapujos que el peligro proviene de China, tanto en el plano económico como en el militar. Mientras que a Rusia se la rebaja a un peligro solo limitado a la seguridad del centro de Europa. Algo que se constata cuando se observa cómo EEUU ha ido desplazando capacidades militares hacia el océano Pacifico y el sudeste asiático. Una estrategia que augura una etapa presidida por el aumento de las tensiones políticas y militares entre EEUU y China, y sus respectivos aliados.
Este cambio de
rumbo de EEUU tiene y tendrá graves consecuencias en los ámbitos político y
económico, pues comportará un aumento del militarismo y del belicismo que
impulsará una carrera de armamentos con el consiguiente aumento del gasto
militar, la producción de armamentos y el comercio de armas. Algo que se puede
constatar, por ejemplo, en Japón, donde el Gobierno de Fumio Kishida, ha
decidido un aumento de su presupuesto de defensa (hoy del 1% del PIB) hasta
alcanzar el 2% del PIB en 2027 y colocarse al mismo nivel que los países de la
OTAN. Un colosal aumento que situará a Japón en un gasto militar de 296.000
millones de euros y que finiquitará la tradicional política no militarista de
este país, pues ese enorme incremento irá destinado a mejorar sus capacidades
militares en nuevos armamentos, anunciando la adquisición de drones de combate,
misiles Tomahawk y los temibles misiles hipersónicos capaces de variar su
trayectoria en vuelo para esquivar los contras misiles enemigos. Un anuncio,
que inmediatamente ha levantado la alarma de China, Corea del Sur y Filipinas,
países que sufrieron la criminal invasión nipona durante la Segunda guerra
mundial.
Un incremento del
belicismo que también se está produciendo en Europa, con ejemplos como que
Alemania, Francia y España han renovado su plan para adquirir el Futuro sistema
aéreo de combate FCAS (en sus siglas en inglés) que debe substituir al
Eurofigther con un coste que rondará los 100.000 millones; Reino Unido, Italia
y Japón han decidido competir con el FCAS con la puesta en marcha de otro super
bombardero de un coste similar, el Programa aéreo de combate global (GCAP en
sus siglas en inglés); o Alemania, que desea adquirir los aviones F-35 a EEUU,
supuestamente los cazabombarderos más avanzados del mundo. Mientras que la
Unión Europea, prevé un aumento del 32,7%, 70.000 millones en tres años sobre
el gasto actual de 214.000 millones para dotar a los países miembros de
recursos para adquirir nuevos armamentos en la Revisión Anual Coordinada de
Defensa (CARD)
España también está
dispuesta a tirar la casa por la ventana en gasto militar, y así, el nuevo
presupuesto de defensa para 2023 acabado de aprobar en el Senado destinará uno
de cada tres euros (el 30%) de todas las inversiones del Estado central (sin
contar las inversiones de las autonomías) a nuevas armas (7.743 millones). Unas
inversiones militares que tienen en las ayudas a I+D a las industrias militares
la parte del león, pues dedicarán 1.601 millones, un 126% más que en 2022, a
investigación en nuevas armas.
Una obstinación de
alcanzar el 2% del PIB en defensa que no obedece a ningún criterio objetivo,
pues no existe investigaciones que avalen que la seguridad de un Estado dependa
de ningún mínimo, ni del 1%, del 2% o del 20%. Un % aleatorio marcado EEUU para
beneficio de sus industrias militares, pues como principal proveedor de armas a
Europa, éstas saldrán beneficiadas de ese aumento en gasto militar.
Una situación que
nos retrotrae a la etapa de la guerra fría, donde las grandes potencias se
enfrentaron en una sin razón "guerra" por la hegemonía, entonces
entre capitalismo y socialismo, hoy de lucha entre países capitalistas. Como
así acontece en la guerra de Ucrania donde Rusia y Estados Unidos se enfrentan
por la hegemonía en el centro de Europa. Que de igual manera se puede producir
entre el bloque occidental dirigido por EEUU, frente al oriental dirigido por
China y sus aliados en el Tratado de Sanghai de cooperación y seguridad con
Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán y observadores como Irán.
Enfrentamiento que vaticina un futuro lleno de tensiones, conflictos y alguna
guerra periférica.
Mientras que las
poblaciones de todos los países del norte y del sur global verán sus
condiciones de vida retroceder porque muchos de sus Gobiernos han decidido
destinar recursos a la seguridad militar (armas y ejércitos) cuando los
deberían destinar a la seguridad humana, es decir, a promover trabajo,
vivienda, salud, cultura, servicios sociales y preservar el medio ambiente que
proporcionen una vida digna de ser vivida.
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