GARCÍA-PAGE GRUÑE AL CALOR DEL PSOE
DAVID BOLLERO
García-Page en una
comparecencia en Talavera de la Reina el pasado mes de septiembre. - Alejandro
Martínez Vélez / Europa Press
El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha cargado duramente contra el Gobierno y contra Pedro Sánchez por la reforma del delito de malversación, llegando a sonreír socarronamente, dar una palmadita imaginaria en la espalda al líder del PSOE y advertir "que no se esfuerce en explicar lo inexplicable". Ni es la primera vez, ni será la última, que el toledano visibiliza públicamente su malestar con las medidas adoptadas por el Ejecutivo y respaldadas por su propio partido... pero ahí sigue, que fuera hace mucho frío.
Discrepar dentro de
una formación política es sano, enriquece y, adecuadamente canalizado,
fortalece al partido. No es el caso del PSOE ni de García-Page. Lo del
presidente de Castilla-La Mancha no es simple disentimiento, trasciende a esa
discrepancia y deviene en oposición cuasi frontal. Tan vehemente es en sus
protestas y críticas que pareciera que el aire dentro del PSOE se le hace
irrespirable. El episodio del pasado martes no es una excepción y mucho menos
un arrebato, algo que ha querido dejar patente mostrando sus notas de la
intervención.
Su malestar con
Pedro Sánchez es sobradamente conocido. García-Page se posicionó abiertamente
del lado de Susana Díaz y llegó a ligar su propio futuro a que ganara la
sevillana en las elecciones primarias del PSOE. Perdió, se impuso Sánchez y
García-Page agachó cabeza y continuó en el partido, a pesar de que antes de
conocer el resultado y cuando se las prometía muy felices llegó a afirmar que
"estas primarias van a determinar, y mucho, las perspectivas y seguramente
la agenda personal de muchos, también la mía".
Y es que el
presidente castellano-manchego no parece hombre de acción, más de gruñidos que,
al sacar la patita fuera del PSOE, percibe el frío que hace fuera y vuelve al
redil. Más aún con la que está cayendo, con unos sondeos electorales que no le
son propicios en Castilla-La Mancha y que pronostican un posible sorpaso del
PP. Este es uno de los motivos por los que la estrategia que se ha marcado
García-Page es la del violín: cogerlo con la izquierda pero tocarlo con la
derecha. Ya defendió la solvencia de Alberto Núñez Feijóo -de nuevo en contra
de Sánchez-, a pesar de los notorios patinazos de éste.
Su continuo
posicionamiento del lado de los conservadores, arremetiendo contra partidos
como EH Bildu o Unidas Podemos, le hace compartir con ellos más espacios
comunes que con el propio PSOE. Cuando en 2017 no tuvo los apoyos necesarios
para aprobar sus presupuestos, llegó a ofrecer un pacto al PP, que éste
rechazo. Y, de nuevo, su inconsistencia le llevó a aceptar la entrada en su
gobierno de Podemos, después de haberlo demonizado.
En cuanto
García-Page siente entrar el frío, se acerca a la primera fuente de calor que
encuentra. El PSOE, claro está, es la lumbre que no se apaga -por ahora- y
tiene más próxima. Por este motivo, a pesar de hablar de que decisiones como la
adoptada por Pedro Sánchez son "intolerables", García-Page continuará
aferrado a la rosa del partido, agitándola cuanto sea necesario en campaña
electoral mientras desliza discursos escritos con letra de Feijóo. La coherencia,
si me apuran la integridad, no son cualidades de las que pueda presumir el
toledano, que el día en que sus hechos vayan en línea con sus palabras, sin
duda, sorprenderá a propios y extraños.
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