PACO
PALOMINO IN MEMORIAM
POR ELBA GARCÍA
Hace algunos días me desperté con unas ideas muy
claras en la mente. No era un sueño, pero, si lo fue, yo no lo recordaba como
tal. Con mucha nitidez los pensamientos se sucedían en mi mente como algo
espontáneo. Eran tus esculturas las que yo iba contemplando. En un espacio de
tiempo, que me pareció breve, las ideas llegaban envueltas en un sentimiento,
como si aquellos materiales: piedra, madera, metales o vidrios quisieran
expresarse por sí mismos.
Y poco a poco fui viendo de que se trataba: allí
había un esfuerzo acumulado vertido en arte puro, que, transformado por tu mano
en algo hermoso, confería a los elementos la cualidad de expresar un mensaje:
sin duda, el que la inspiración te concedió al momento de realizar tu obra.
Imaginé a 'Isora', anclada en aquel pueblo del
Sur; a 'Máquina de la Serenidad', surgida del 'Encuentro Blanco por la Paz' que
realizaste en Cabo llanos y hoy porta tu mensaje frente al Teatro Guimerá; a
'Homenaje a la Humanidad', la estrella que gira apoyada en un solo punto con
los brazos abiertos, queriendo abarcar el mundo, acogiendo en un gesto amplio a
la juventud que camina hacia el futuro por los jardines del Aulario de Guajara
de la Universidad de La Laguna; a 'El Reloj del Siglo', que fue instalado en el
Museo Lercaro, con sus cien tubos de cristal, uno por año, portando 365 gramos
de arena, un gramo por día, para ser liberados a un crisol, destinados a
hacerse piedra en las llamas del pasado; a 'Torre de Evolución', en una avenida
de Santa Cruz frente a la entidad bancaria que la patrocinó, que luce sus
metales y viste de blanco su albañilería: aquel 'Tarag', nombre de un
instrumento musical bereber, situado en La Victoria, donde suenan sus notas en
las noches tañidas por el viento; a 'Vortex-Vórtice', frente a los ojos de los
puentes que la saludan de lejos, que se crece hacia el cielo en una espiral
elegante como queriendo acariciar las nubes. Seguiría con la más querida de tus
obras, 'Correquetecojo' (la originalidad de esos nombres, tan definitorios),
subida a un monociclo atravesando el munfo. ¡Cuántas más son aún!
Y por este mundo has prodigado tu memoria hecha
piedra, acero o bronce; elementos que
atravesaron el mar para instalarse en otras patrias, enmarcando una plaza, una
colina, donde acaso unos pocos sepan decir tu nombre y lo difundan a otras
generaciones.
Otros espacios más íntimos y de oración: en varias
iglesias, donde la piedra, la madera, el cristal y los metales, bajo la fuerza
creadora de tus manos, se transformaron en espacios para recibir y compartir
ofrendas: un sagrario, una pila bautismal, una sede, una altar, un ambón...
Tus obras ya son criaturas que hablan por ti.
Agradecen el destino que les diste un día y permanecen erguidas hacia el cielo;
contemplan las estrellas en la noche y se solazan al calor del verano o se
empapan de la lluvia en los inviernos. Todo eso pensé en un momento claro y
consciente de mi vida. Mi deseo es que tú participes de esta grata experiencia.
Un gran abrazo y toda mi admiración.
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