NO ERA TODO TAN PLÁCIDO
JUAN CARLOS MONEDERO
La derecha siempre
ha sido de defender sus privilegios como derechos. Hay artistas, famosos,
deportistas que siempre se sienten más a gusto cerca de la derecha. La derecha
tiene como gesto esencial que la describe la falta de empatía. La ideología de
derecha justifica la falta de empatía. La derecha, toda la derecha, defendió a
Plácido Domingo. Ahora, él mismo reconoce que no hizo lo correcto. No tenía
derecho a hacer lo que hizo: era un privilegio con víctimas.
Tiene razón Plácido
Domingo con que los tiempos de hoy no son los tiempos de ayer y que en las
reivindicaciones de las mujeres hay
comportamientos que hoy son inaceptables y no eran vistos con la misma
intolerancia hace unas décadas. Algunos pueden pensar que eso es una
justificación suficiente para descargarle de toda responsabilidad. Pero se
equivocan.
Es verdad que ayer
se permitían comportamientos que hoy se ven como abusivos: se cantaban letras
de canciones que hoy dañan los oídos, se exigían privilegios para los hombres o
los muchachos donde no se veían a las víctimas femeninas, en los anuncios las
mujeres eran trozos de carne agradable, y se negaba a las mujeres en los
juzgados y en muchas comisarías el derecho que asiste a toda víctima en un
Estado de derecho. Que hubiera formación de género en comisarías y juzgados era
ciencia ficción.
Es verdad que aún
vemos a muchas abuelas encargarse de la casa, la comida, la limpieza, las redes
familiares, mientras los hombres deslizan su silencio por los bares o el
comedor o el volante del coche. Pero para las generaciones más jóvenes, eso
forma parte de una España medieval que aunque la defiendan desde VOX no
encuentra acomodo en las mujeres jóvenes.
Lo más relevante de
la manada es que España está llena de manadas y que los monstruos se parecen
enormemente a la gente que convive con ellos. El nombre de la manada procede
del chat donde esos violadores se jactaban de sus hazañas. ¿Habría que procesar
a todos los que estaban en ese chat por encubrimiento de un delito? Es
demasiado fácil renegar de los violadores de la manada viéndoles como seres
pervertidos ajenos al consenso social.
Las redes sociales están llenas de pajilleros patriotas de puticlub que
ni siquiera disfrutan con la masturbación y van a su disfrute solitario como el
joker va a sus ensoñaciones de enfermo obsesionado con el sexo. No es extraño
que para VOX y para periodistas descerebradas de VOX y de OK Diario las mujeres
sean un objetivo a batir. ¿O no están llenos todos los diarios digitales de
derecha y ultraderecha de mujeres ligeras de ropa o de noticias sexuales
escabrosas? Ahí tienen su público y lo alimentan. Los de VOX y los digitales de
extrema derecha y no pocos deportivos.
El problema con
Plácido Domingo no es sin más que se le fuera la mano a un culo, diera un beso
no consentido o tensionara la situación para echar un polvo. Y además, no hace
décadas, sino hace muy poco. Por eso claro que tiene que pedir perdón como
figura pública. Igual que tenemos que hacerlo una buena parte de los hombres de
este país que hemos hecho eso o que hemos visto eso o que hemos sabido de eso y
no hemos movido un dedo para evitarlo o denunciarlo.
Pero eso no es lo
más grave del comportamiento de Plácido Domingo. Lo más grave es que siempre
abusó de una situación clara de poder. Porque el abuso es un delito agravado
cuando el abusador tiene a su víctima cogida del cuello porque es su jefe,
porque del abusador depende una carrera, una beca, una curación, una prueba, un
puesto de trabajo. Y eso ya no tiene nada que ver con que antes fuéramos más
laxos con los derechos de las mujeres. Eso impide cualquier empatía con Plácido
Domingo porque no se puede tener empatía con la víctima y con el verdugo. Y si
alguien lo hace, tiene que cambiar las gafas con las que mira el mundo. Pues
aunque la extrema derecha autorice a sus enfermos de odio y frustración a negar
derechos a los demás, no son ni mayoría en España ni conviene que les dejemos
hacer como si lo fueran.
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