ISABEL DÍAZ AYUSO Y LA ESPAÑA ‘PALETA’
XAVIER DOMÈNECH
Por primera vez
desde 1978, en 2011 se reunieron en el Congreso de los Diputados 38 diputados y
diputadas que no representaban a los llamados partidos "nacionales"
(es decir que pretenden representar al conjunto de España), sino que
pertenecían a varios territorios definidos nacionalmente o por problemáticas
regionales. Era la primera vez que sumaban tantos representantes. Esta cifra
cayó en las elecciones generales de 2015 y en 2016, en buena medida porque la
irrupción de Podem y las diversas confluencias (En Comú Podem, En Marea o A la
Valenciana) integraron esta realidad en un nuevo horizonte de esperanza
plurinacional. Aun así, en las elecciones de 2018 y 2019 esta realidad ha
vuelto con toda su fuerza, y ahora, con un nuevo record, ya son 43 los diputados
y diputadas que representan realidades territoriales. La muestra más clara de
este proceso ha sido la irrupción de Teruel Existe, que siendo un espacio
político de base directamente provincial ha ganado las elecciones en Teruel. En
esta provincia de Aragón no existe ninguna problemática de tipo nacional, pero
sí una crisis total y absoluta de los partidos que dicen representar a la
nación española. Crisis vivida de una forma completamente traumática entre
ciertas élites de Madrid que, acostumbrados a pensar que Madrid es España,
descubren que en realidad España no les gusta.
Las declaraciones
de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, son uno de los
ejemplos más claros de este nerviosismo. Estas se referían a la aspiración
leonesa de convertirse en una autonomía y separarse de la de Castilla y León,
rompiendo así la voluntad del antiguo ministro franquista Rodolfo Martín Villa,
que fue uno de los grandes ideólogos de la creación de esta comunidad autónoma.
Según Díaz Ayuso,
esta aspiración de León solo se puede entender porque "durante años,
muchos políticos de este país se han dedicado a hacer el paleto, y se han
dedicado a crear identidades donde no las había, se han dedicado a hablar de
ser más leoneses, de ser más navarros, de ser más baleares, más catalanes… Han
permitido que sus empresas se vayan arruinando, han ido subiendo
indiscriminadamente los impuestos a sus empresarios, no han propuesto ninguna
política creativa y han permitido que sus jóvenes y la iniciativa privada se fueran
a otras comunidades como Madrid". Unas declaraciones en las que se
sintetiza toda una visión.
Para ella, en la
medida en que existan identidades que no sean directa y únicamente españolas,
también existe una política que no favorece los intereses empresariales, que
provoca que estas empresas se vayan a Madrid, en donde la identidad es
indiscutiblemente española. Pero el problema es que, a pesar de lo que pretenda
la presidenta de la Comunidad de Madrid, Madrid no es España, no es tampoco su
síntesis y, de hecho, cada vez Madrid es menos España.
Representar la
España real
Lo que sí que es
cierto es que ciertas élites de Madrid, haciendo pasar sus intereses como si
fueran los de España, construyendo un sistema mediático profundamente madrileño
que pretende marcar la agenda política del Estado y marcando las líneas
políticas de gran parte del sistema político español, han hecho pasar Madrid
por España y, precisamente por eso, en España cada vez aparecen y aparecerán,
mientras esta situación dure, más partidos que reivindican naciones
alternativas, regiones olvidadas o incluso provincias marginadas
históricamente. Pero, por paradójico que pueda parecer, y en contra de toda la
verborrea insultante de Díaz Ayuso, estos partidos representan mucho más a una
parte de la España real que no la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Por mucho que se
explique que el Estado de las autonomías es lo más descentralizado del mundo,
lo cierto es que la mayor parte de la inversión pública sigue en manos del
Estado central, que además es la que no tiene ninguna carga en políticas
sociales o educativas. Por mucho que se explique que vivimos en un modelo
territorial repartido, tenemos, por poner tan solo un ejemplo, un sistema de
tren de alta velocidad articulado a partir de una idea radial, que pretende
vertebrar España (como quería Ortega y Gasset) en torno a Madrid, haciendo que
todos los flujos humanos y económicos tengan que pasar por allá. Por mucho que
se explique que todas las comunidades autónomas son iguales, hay una, Madrid,
que puede hacer dumping fiscal al resto, sabiendo que contaba con la cobertura
del Estado central.
La España vaciada
tiene muchas causas, pero entre ellas no son menores las decisiones políticas y
la voluntad de ciertas élites de drenar de recursos al conjunto de territorios.
Unas élites que, cuanto más particulares son sus intereses, más se presentan
hacia afuera como las únicas que defienden España contra todos los
regionalismos y nacionalismos posibles, cuando en realidad no hay nada más
nacionalista y particularista que ellas mismas. Y en todo esto hay una cosa
clara, a pesar de toda su pretensión de sofisticación, de españolismo
constitucional y de cosmopolitismo de estar por casa, no hay nada más paleto
que estas mismas élites y, sin duda, Díaz Ayuso es su más digna representante.
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